La primera vuelta del campeonato liguero tuvo su punto y final para Las Palmas hace nueve días. Los amarillos empataron ante el Deportivo de La Coruña en el Estadio de Gran Canaria (1-1) y sumaron un punto en el casillero. En total, 25 unidades para dar por concluidos los 19 partidos que conforman una ronda en el torneo doméstico. En agostó había empezado todo. Con Mestalla como testigo, frente a un Valencia que amenazaba con volver a rugir. 

Cinco meses más tarde, los pupilos de Setién vuelven a encontrarse con el cuadro ché, esta vez con unos guarismos que avalan su buen hacer en La Liga durante este tiempo. Y es que los canarios cerraron la primera vuelta del presente curso en undécima posición, con un global de seis victorias, siete empates y seis derrotas, además de un balance de 28 goles a favor y 30 en contra. La temporada 2016-2017, llamada a ser la campaña de la consolidación, ha empezado de modo fructífero. 

La distancia que mantienen los insulares con respecto a la zona de descenso se dispara hasta los 12 puntos, mientras que el sueño europeo, todavía más cerca de quimera que de realidad, ya empieza a vislumbrarse como un sueño por el que luchar en un futuro a no muy largo plazo. Los Boateng, Livaja o los archiconocidos Roque, Vicente o Viera han tomado el mando. La nave busca, primero, surcar aguas en calma y luego llegar a una isla paradisíaca. 

El pasado curso, siete puntos menos

El curso 2015-2016 fue el del regreso a la élite. Paco Herrera dirigía el vestuario a principio de curso pero fue relegado por Quique Setién. El total, durante la primera vuelta, 18 puntos conseguidos tras cuatro victorias, seis empates y nueve derrotas, con un global de 19 goles a favor y 27 en contra (un golaverage de -8). Por ese entonces, la Unión Deportiva mantenía un margen de tres puntos con respecto al descenso, marcado, como ahora, por el Sporting de Gijón. 

Las Palmas daba la sensación de equipo coral, bien estructurado y que ya estaba aprendiendo a interiorizar una serie de automatismos. Sin embargo, las estadísticas no eran tan benevolentes como podría parecer. La falta de regularidad y continuidad fueron los mayores caballos de batalla. Fue en la segunda vuelta cuando los amarillos despegaron y tomaron velocidad de crucero en dirección a la permanencia. 

Invicto en Liga como local esta temporada

El equipo grancanario comparte este logro con el Real Madrid. En diez partidos disputados esta campaña en el feudo de Siete Palmas nadie ha sido capaz de llevarse los tres puntos. Cinco victorias y cinco derrotas conforman las estadísticas. A ello hay que sumarle los otros cuatro encuentros sin perder como local del curso pasado, con dos triunfos y dos empates. 14 partidos en total sin ser batido desde el pasado año.

El Madrid fue el último en vencer en Gran Canaria como visitante en jornada de campeonato doméstico. Fue el pasado 13 de marzo de 2016, con tantos de William José para los isleños y de Benzema y Casemiro para los blancos. La racha se extendía a todas las competiciones hasta que el Atlético de Madrid hizo cierta la premisa veni, vidi, vici. Los de Simeone empezaron el 2017 con un 0-2 en la ida de los octavos de Copa.

Las expectativas, entre el cielo y la tierra

El objetivo de Las Palmas en el presente periplo liguero ha adoptado forma de montaña rusa. Muchas han sido las cábalas que se han hecho desde el entorno de la isla para soñar con posiciones europeas, pero en el vestuario se comparte la idea de que obtener la salvación se antoja primordial. Pese a los elogios o las posibles nuevas incorporaciones que, por nombre, hagan esperar algo más. Crecer a paso firme y seguro es la intención. 

De mantener el ritmo, la parroquia canaria conseguiría la permanencia de manera desahogada. Más que en la 15/16, cuando la sellara a falta de tres jornadas para el final. La proyección es la correcta, pero habrá de mantenerse la constancia para no caer en conformismos o en espirales que alejen el objetivo. Entre el cielo y la tierra, la Unión Deportiva tendrá que escoger el camino de la paciencia, el tesón y la perseverancia para no precipitarse por el vacío.