Irrumpió en la presidencia del club ché justo para paralizar el fichaje de Villa por parte de Florentino. Desde el inició dejó claro el talante con el que volvía. Se jactó de impedir ya hace años que Mendieta recalase en Chamartín, -el centrocampista vasco aún recuerda con mucho cariño a Llorente por aquello-, y dejó entrever que Villa podría sufrir su misma suerte. El fugaz mandamás ché nos ha deleitado con varias apariciones esperpénticas. Su mandato llega a su fin tan sólo pocas semanas después de tomar el cargo, pero aún así ha sido capaz de desdecirse, meter la pata, incumplir sus promesas y cabrear a unos y otros.

Nada más sentarse en el butacón presidencial, se le planteó el asunto de las salidas de los tres jugadores españoles más importantes de la plantilla: Villa, Silva y Albiol. Del asturiano dejó más o menos claro que ya tenía pie y medio fuera de Mestalla y el club ni se planteaba que continuase ya que era de los pocos con los que podía hacer caja. Llorente ya se frotaba las manos con la venta de la estrella de la plantilla, que ayudaría a sanear las tan necesitadas arcas del club.

En cuanto a David Silva, el presidente alabó su calidad y juventud y, por tanto, añadió que no tenían ninguna intención de venderle.

Respecto a Albiol fue rotundo: es un jugador intransferible. Consideraba Llorente que su juventud y ser de la casa le convertían en una referencia para el futuro.

Menos de un mes después, la credibilidad de Llorente está por los suelos. Albiol, quien estaba llamado a liderar la zaga valencianista para los próximos años era presentado como nuevo central madridista, más contento que unas pascuas y besando el escudo y todo. Florentino se presentó en Mestalla con 15 kilos –la mitad que por Pepe-, y Llorente debió entrar en colapso de la emoción. Se le saltaron las lágrimas de la alegría, vamos. Nos encontramos ante un hombre con las ideas claras y de fuertes convicciones.

El tema de Villa es muy diferente y mucho más complicado. Quizás la culpa de todo no la tenga Llorente, pero sin duda sus manifestaciones al respecto son escandalosamente… poco acertadas. Por un lado está Emery, entrenador especial donde los haya, quien no encuentra a Villa de su agrado y prefiere otro delantero para el equipo. Un delantero más consagrado: Negredo. Su idea es que Mata y Negredo vuelvan a jugar juntos, tras aquello del Castilla de Michel. Pero cuando el Valencia preguntó el precio del canterano, Florentino, como gran negociador que es, respondió con supina coherencia de tasador: en Inglaterra me están ofreciendo por él 15 kilos y me lo quitan de las manos, oiga. Así que Llorente se tiró el pisto e hizo lo mismo con Villa: me están ofreciendo 47 kilos el Manchester y el Chelsea. Pero algo fallaba, Llorente no lo quiso tener en cuenta y era la mayor baza de Florentino: Villa quería quedarse en España, así que ya podían ofrecerle oro puro bañado en petróleo que no tenían nada que hacer.

Tiras y aflojas después, Florentino concretó su oferta por Villa: 25 millones más Negredo. Esto en su mente de ser superior supone 40 kilos. A Llorente se le hizo la boca agua, eran 25 kilos limpios y no tenían que estar rastreando el mercado en busca de otro delantero porque ya venía en la operación y era además… ¡el que anhelaba Emery! El acuerdo estaba apalabrado. Sin embargo, justo cuando estaban a puntito de firmar, las cifras se filtraron y la prensa y la afición ché pusieron el grito en el cielo. Consideraban que estaban malvendiendo a su estrella sidrera. Les faltó decir eso de: necesitamos el dinero, pero no somos gilip… Y Llorente, presionado y un poco acojonado, se echó p’atrás en el último momento, haciendo creer a todos que él no había acordado nada todavía, que sólo estaban tanteando, y pidió 5 milloncejos más, que para el Madrid son calderilla, y todos contentos. Pero si hay dos cosas que no puedes hacer en esta vida esas son, intimidar a Chuck Norris y cambiar a última hora las condiciones de una negociación con Florentino. Así que, herido en su orgullo financiero, el presi blanco se negó en rotundo a subir su oferta y añadió por lo bajini: os coméis a Villa con patatas, que nosotros fichamos a Benzema, so listos. Las negociaciones se habían roto. La opinión de Villa importaba ya casi lo mismo que un culín de sidra y por la cabezonería de dos presidentes, el Guaje se queda sin jugar en el Bernabeu.

Así las cosas, Llorente, presumiblemente, será relevado de su cargo en los próximos días por Soriano, que ha comprado un paquete de acciones para convertirse de nuevo en presidente. En las pocas semanas que Llorente ha presidido el club del murciélago ha dejado clara la idea que tiene del fútbol: mis jugadores son míos y sus deseos me resbalan, el negocio es el negocio, los futbolistas, que no pintan nada en este circo, son lo de menos, y al Madrid no va ninguno (excepto Albiol, que se cree que en Austria hay canguros) no vaya a ser que jueguen la Champions y hasta compitan por ganar la Liga. Un hombre con clase, sí señor. Los valencianistas esperan ahora que Soriano llegue cargadito de dinero y ponga algo de cordura en Mestalla.
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