El Valencia volverá a jugar en la élite europea. Tras un fatídico partido en Almería, en el cual, el soñado y justo objetivo parecía alejarse más de lo que creía cualquier "ché". Corazón en un puño, y regreso de pensamientos afligidos y pasados que no querían desprenderse de las mentes valencianistas. Finalmente, de la mano de Feghouli y Paco Alcacer, el conjunto blanquinegro venció por 2-3 y estará en la previa del mes de agosto. Afición y equipo se unían en Manises para celebrar la vuelta del Valencia a casa, a la Champions.

Letargo excesivo

808 días. Sí; Ese es el tiempo que ha pasado desde el último partido del murcielago con el logo de la champions en la manga de la camiseta ché. Una ciudad y un gol es lo que recuerdan los valencianistas de aquel partido: París, y Jonas. Aquel empate ante el Paris Saint Germain que suponía la eliminación del Valencia en Octavos de Final, y la más que dudosa asistencia el año siguiente, dadas las circunstancias de la temporada liguera. Sin embargo, no se logró por poco. Aquella última jornada en el Pizjuán y ese "póker" de goles de Negredo dejaba fuera al Valencia. Sí, Negredo. La historia del fútbol.

Más de dos años sin rumbo, en busca de la felicidad perdida. Temporadas a medio gas, sin ver la luz blanca al final del tunel, con tropiezos sucesivos con un punto en común: Sevilla. El 4-3 ya mencionado, y el M` Biazo. Recuerdos hirientes y pesarosos que parecía que no iban a desaparecer. Pero el Valencia no iba a rendirse tan facilmente. El destino pone a cada uno en su lugar, y el Valencia volverá a estar en la Champions League, el lugar de donde nunca debería haberse marchado. 

Jonas fue el autor del último gol europeo valencianista. (Foto: Uefa.com)

Cuentas pendientes

La Champions League conforma la élite del fútbol europeo. La competición del fútbol, dónde año tras año se reúnen los mejores. Todo gran equipo europeo ha dado de que hablar en la máxima competición. Y el Valencia no podía ser menos. El conjunto ché vuelve a la Champions con las pilas cargadas de ilusión, fuerza, y con amplias garantías de hacer algo bonito en el futuro que se avista en el horizonte. Y es que el fútbol le debe una al Valencia. Dos son las finales que ha perdido. Paris y Milán; Madrid y Bayern de Munich. La segunda en una tanda de penaltis que se almacena en el cajón negro de los recuerdos valencianistas. Consecutivas. Dolorosas. La doble posibilidad de haber sido aún más grande. 

Pero en la ciudad del Turia, en Europa, saben que el conjunto ché está despertando, saben que ha vuelto. El Valencia va a por la tercera. Plantilla y afición, bajo la supervisión del mandatario Peter Lim, juntos a continuar tachando objetivos y sueños en un precioso devenir que esperan no obstaculice el destino.