El Valencia no encuentra su identidad. Ningún jugador che está a su máximo nivel, incluso hay algunos que, aunque lo estuvieran, este no sería suficiente para vestir la elástica valencianista. Por ello, ante la falta de acierto y ganas de sus pupilos, Cesare Prandelli ha tratado de mejorar la imagen de su equipo con numerosos cambios de sistema. Sin embargo, estas variaciones no han servido de nada.

En el partido ante la Real Sociedad el técnico valencianista le dio otra vuelta de tuerca al sistema: salió de inicio con 4-4-2, con un rombo en el centro del campo formado por Mario Suárez, Parejo, Medrán y Fede Cartabia. El italiano echa en falta a Enzo Pérez y trató de reforzar el medio con cuatro jugadores con tendencia a jugar por dentro, dejando las bandas para los laterales.

Pero el experimento no salió bien. El Valencia, muy errático con el balón, no supo aprovechar su superioridad en el medio, ni tampoco en las bandas, donde ni Cancelo ni Montoya estuvieron demasiado participativos. Además, a la hora de defender, fueron pocas las ayudas de los que jugaban en el centro del campo, para interrumpir las continuas galopadas de los laterales del conjunto txuri urdin.

Por ello y con 2-0 en el marcador, Prandelli decidió volver a cambiar. En el minuto 35 de la primera parte el italiano realizó la primera sustitución: Santi Mina entró al campo por un Fede Cartabia que pasó desapercibido en el encuentro y que parece sentenciado por el técnico. Con la entrada del gallego, los blanquinegros volvieron al 4-3-3 con la esperanza de darle la vuelta al marcador. Algo que parecía posible, ya que, en la primera acción de Mina, el delantero recibió un penalti de Íñigo Martínez. Parejo lo transformó en gol y parecía que el Valencia podía despertar del letargo en el que lleva sumido toda la temporada.

Con los tres delanteros en el campo, el conjunto de Mestalla empezó a presionar más arriba, lo que impedía a Rulli jugar con los centrales y superar fácilmente la presión valencianista. El portero de la Real se veía obligado a jugar en largo, lo que supuso muchas pérdidas para los de Eusebio. Sin embargo, con el balón, el Valencia no conseguía hilvanar buenas jugadas ni inquietar la meta de Rulli.

Queda claro que el problema del Valencia no reside en qué sistema utilizar, sino en que los jugadores no están dando el nivel esperado, unido a que la planificación de la plantilla no fue buena. El equipo che tiene ahora un mes en el que no disputa La Liga, ya que su próximo rival –el Real Madrid– juega el Mundialito de Clubes, por lo que, dependiendo de los resultados de la jornada próxima, el Valencia podría pasar las Navidades en descenso.

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