Dos ejércitos listos para saltar al campo de batalla. Dos escuadrones dispuestos a dejarlo todo para conquistar un territorio. Donde las diferencias se minimizan, las derrotas son más amargas y las victorias saben más dulces. Donde el ahora marcará el antes y el después. Y donde nada, absolutamente nada más, importa.

El momento en el que los soldados son más guerreros que nunca y los colores y la pasión se avivan todavía más. Algunos de esos soldados, no obstante, saben lo que es servir a los dos ejércitos, conquistar el territorio con un color u otro, y tocar la gloria o morder el polvo de un lado o del otro. 

Carlos Marchena es uno de esos guerreros. Formado en el Sevilla FC, equipo con el que debutó en la Primera División, llegó a la ciudad del Turia con 22 años y tras una breve experiencia en Portugal. Aunque por entonces todavía era muy pronto para ser consciente de ello, especialmente por sus duros inicios en el club, el conjunto valencianista se convertiría en su casa para la mayor parte de su trayectoria deportiva

Foto: Gettyimages
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En sus primeros años como jugador valencianista, la dura competencia que tenía por delante, con nombres como Ayala o Pellegrino, eclipsó su presencia en el equipo. A pesar de ello, el recién llegado se convirtió en campeón de liga con el Valencia CF, y consiguió así su primer título como profesional.

Las siguientes temporadas sólo trajeron buenas noticias para Marchena, tanto en el aspecto grupal como en el personal. El club che crecía con títulos a nivel nacional y continental, mientras que el propio jugador se convertía en una pieza clave de una maquinaria que funcionaba casi a la perfección. La recompensa le llegó en forma de internacionalidad con la selección absoluta, con la que se hizo un hueco para el Mundial de 2006 y la Eurocopa de 2008, que culminó con triunfo español.

El propio jugador se convertía en una pieza clave de una maquinaria que funcionaba casi a la perfección

Tras su llegada en la temporada 2001-2002, Marchena se había convertido en titular indiscutible en las filas valencianistas. Con una media de más de 25 partidos disputados por año, su auge en el club che fue la consecución de la capitanía en la temporada 2008-2009, su penúltima como jugador blanquinegro. Finalmente, tras nueve años y más de 300 partidos llevando la elástica che, Carlos Marchena abandonaba la que había sido su casa para poner rumbo a otro equipo valenciano, el Villarreal CF.

Aterrizó en el Madrigal con un coste de cerca de dos millones y como flamante campeón del mundo con la Selección Española. Con este título, el ya veterano jugador de 31 años añadía a sus vitrinas el mayor logro que cualquier futbolista pueda desear, y que compartía lugar con un campeonato del mundo sub-20, dos ligas, una Copa del Rey y una Supercopa de Europa.

Foto: www.nuevaya.com
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En su primera temporada como jugador amarillo, Marchena se asentó como titular indiscutible, convirtiéndose en un fijo en las alineaciones de Juan Carlos Garrido. En esta, el andaluz disputó un total de cuarenta partidos entre las dos competiciones que jugaban los castellonenses, la liga y la Europa League.

En su segundo y último año, pese haber firmado por tres temporadas, sus apariciones sobre el verde disminuyeron a prácticamente la mitad. En total, 24 fueron los encuentros que disputó con la elástica amarilla en una temporada para el olvido. En la última jornada, el submarino amarillo descendió a Segunda División para sorpresa de todos.

Foto: www.number1sport.es
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Después de nueve años como valencianista y dos años en las filas del Villarreal CF, Marchena dio sus últimos pasos en el Deportivo de La Coruña, dónde consiguió su último logro, anotar el gol que permitíó al conjunto gallego su vuelta a Primera División.