Era la noche que llevaba esperando toda su historia el club de Mestalla, era la noche en la que se podía coronar como rey de Europa ante un todopoderoso Real Madrid tras eliminar a equipos como la Lazio o el Barcelona. Era la oportunidad de tocar el cielo y el equipo estaba capacitado para lograrlo, solo faltaba pelear durante 90 minutos más.

El Stade de France se vestía de gala para recibir a la primera final de Champions entre dos equipos españoles de la historia. El Real Madrid jugaría la final con un jovencísimo Iker Casillas, Roberto Carlos y Raúl entre otras estrellas, por parte del Valencia las grandes figuras eran Mendieta, Cañizares y el Piojo López, todos ellos al mando de Héctor Cúper. 

Lo que pudo ser una final fantástica e histórica para el conjunto de Cúper acabó convirtiéndose en una pesadilla tras verse arrollado por el equipo madridista. A los 39 minutos, Morientes, abriría el marcador con un gol de cabeza a centro de Michel Salgado. El partido estaría perfectamente controlado por el equipo de Del Bosque y el Valencia apenas tendría oportunidades de poner en apuros a un jovencísimo Iker Casillas. Ya en el minuto 67 McManaman anotaría el 2-0 tras una acrobática volea y acercaría la copa a las vitrinas del Santiago Bernabéu. Con el Valencia volcado en busca de un gol que hiciese posible la remonta, Raúl se dispondría a cruzar el campo conduciendo el balón para finalmente regatear a Cañizares y sentenciar la final.

Este Valencia jugaba a otra cosa de lo que lo hace ahora, aspiraba a títulos y años más tarde se haría con una liga con Benítez al mando. Esta fue una noche dura pero la afición sentía orgullo de lo que habían logrado los jugadores rozando la gloria en una competición que aún se le resiste al club de Mestalla. Volverán tiempos mejores, el Valencia volverá a pelear por esos títulos que hace poco mas de 15 años levantaba, el murciélago volverá a asustar a Europa y se situará de nuevo entre los mejores equipos del mundo.