El Valencia CF tuvo claro a lo que quería jugar

Desde el minuto uno que comenzó el partido, el Valencia supo lo que tenía que hacer y así quedó demostrado en las primeras jugadas en las que Las Palmas tuvo el balón en zona de iniciación, pero le fue imposible conseguir progresar en el juego debido a la presión alta del Valencia CF.

Si por algo se caracterizó la buena primera vuelta de Las Palmas de Quique Setién la pasada campaña, es por el buen trato que tenía con la pelota y las buenas acciones conjuntas y ataques elaborados que permitían al conjunto insular llevar el balón desde su portería a la portería contraria.

Para contrarrestarlo, Marcelino optó por dos alternativas. La primera, previamente mencionada, una presión alta a la defensa rival para obligarles a jugar en largo y evitar el juego combinativo que pudiera crear problemas al conjunto local.

La segunda, si Las Palmas conseguía salir o el balón estaba en zona de creación, se trataba de un repliegue intensivo en la que los 11 jugadores del Valencia juntaron líneas reduciendo espacios y cerraron líneas de pases, dificultando así, que Las Palmas pudiera sentirse a gusto. Este repliegue intensivo tenía una doble función, por un lado defender bien el ataque rival y por otro, salir al contraataque y pillar descolocado al adversario.

Por último, es importante destacar lo bien que se vio trabajado el equipo en el sentido de medir los tiempos. El Valencia supo cuando replegar, cuando contraatacar y cuando hacer un pressing tras pérdida buscando robar y acabar jugada, en lugar de replegar y darle la ocasión a Las Palmas de salir a la contra.

1-4-4-2, el sistema de los binomios

Si por algo se caracteriza el técnico asturiano, es por la implantación de su sistema de juego predilecto, el 1-4-4-2.

Este sistema es muy eficaz ya que divide el campo racionalmente y permite a los jugadores disponerse formando dúos. Evidentemente, los más importantes son los centrales, los de medio campo y la pareja de delanteros. Marcelino acertó con las posiciones de estos jugadores ya que se vio que se complementaban a la perfección. Álvaro Medrán liberó a Parejo encargándose de tareas más defensivas para que el capitán del Valencia pudiera adelantar líneas y construir el juego.

Zaza y Rodrigo también conectaron. El español permaneció todo el tiempo que estuvo en el campo moviéndose ofreciendo desmarques de apoyo y ayudas para que el balón pudiera llegar a Zaza y acabar jugada. Es cierto que a Rodrigo todavía le falta un poco de pegada y gol, pero lo supo compensar con sus continuos movimientos que causaron confusión a la defensa rival.

Marcelino dotó al Valencia de una identidad perdida

El Valencia salió a ganar el partido desde que comenzó, y lo hizo atacando y defendiendo. Desde hace tiempo no se veía en la capital del Turia un conjunto rocoso, contundente y capaz de evitar jugadas de peligro rivales gracias a la entrega e intensidad que le pusieron los jugadores. El Valencia actuó como un equipo unido, donde todos corren por el compañero y luchan por una misma idea, una idea implantada por Marcelino García Toral