Necesitaba los tres puntos el Valencia para disipar los últimos fantasmas de aquella "mini crisis" que atravesó durante diciembre -precisamente cuando no estuvo Guedes-, y así lo hizo. El equipo ché cuajó una seria actuación que le sirvió para validar los dos goles anotados por el propio portugués y por un insaciable Rodrigo Moreno. No obstante, más de uno se ha atrevido a valorar esta victoria como "victoria afortunada".

Viendo el encuentro, y asumiendo que Rubén -portero del conjunto gallego-, comete un error garrafal en el gol de Guedes, no se puede decir que fuera del todo suerte. Esto se debe a que el disparo desde la frontal del area de Guedes que supuso el 0-1, era el tercer intento del portugués. Alguna tenía que salir. Ya había avisado previamente. La primera vez se le había marchado alto, y la segunda se había topado con Rubén. Pero no se puede decir que el gol sea suerte, ya que ese disparo, calcado, había sido realizado hasta 3 veces por "ducati".

Sí, el Valencia tuvo dosis de buena fortuna durante el encuentro, sobre todo, en el inexplicable fallo de Adrián a bocajarro ante Neto. Pero algo de mérito tendrá el equipo taronja cuando dejó únicamente en dos disparos a portería al Deportivo en todo el encuentro. Cuantos menos disparos concedas, más probable es que ganes el encuentro. Cuestión de estadística, no de fortuna 

Además, no todo fue un trébol de cuatro hojas para los de Marcelino. La oración "con los árbitros a veces la suerte te favorece, otras no" es constantemente repetida en el mundo del futbol. Y ayer, al Valencia no le acompañó esta dosis de ventura. Javier Alberola Rojas no señaló un claro penalti a Vietto cuando el resultado era de 1-2 y más sufría el Valencia. 

Dicho todo esto, y aceptando el favorable porcentaje de fortuna que tuvo el Valencia en ambos goles, habría que recordar una cosa: cuando el equipo perdió en el Coliseum con un gol del Getafe tras un rebote, calcado al de Rodrigo Moreno, nadie habló de que el conjunto azulón había tenido suerte. Y es de lo más lógico, porque los de José Bordalás, jugando a lo que saben, realizaron un buen encuentro, y pese a que la diosa fortuna estuvo de su lado en esa jugada puntual, eso no justificó su victoria.

Mismo caso sería para el Valencia. Los de Marcelino, a fin de cuentas, lograron lo que pretendían: mejorar  las sensaciones fuera de casa, ser un equipo más solido y ganar. Y aunque no se logró el objetivo de dejar la portería a cero, durante 80 minutos el equipo no concedió ninguna facilidad, logrando así una victoria trabajada y con esfuerzo. 

 

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