Tras ocho jornadas ya no es una sorpresa, al menos no debe ser sorpresa ver al Villarreal practicar uno de los mejores juegos de la liga, avalado por todos y por ellos mismos en el campo. El espíritu de equipo recién ascendido lo debieron dejar en Segunda División, pues la madurez que demuestran los hombres de Marcelino, partido a partido, no es ni mucho menos la de un recién ascendido al que le tiembla el pulso en los momentos decisivos. El cuarto puesto no es una casualidad, y aunque sea muy pronto, hay momentos puntuales que invitan a pensar en un inminente retorno a la máxima competición continental.

Desde el minuto uno, tanto Bruno como Pina impusieron su ley en el círculo central. No fue nada fácil, ya que el pundonor y orden táctico de Iturra es de lo mejor de la categoría en la parcela ancha. Cuando fueron surgiendo las primeras triangulaciones de las botas de Cani, El Madrigal se volvió abajo. El maño está metido, muy metido en la causa amarilla. Asiste, conduce, golpea, recupera y se divierte jugando al fútbol. Un espectáculo.

Con la dupla mexicana, el Villarreal quería matar las ocasiones gracias a la rapidez y verticalidad de los aztecas. Aquino, con la pólvora mojada en toda la primera mitad, participó en las acciones ofensivas, pero no abarcó tanto campo como Giovani Dos Santos, quien bajaba al centro a recibir para ayudar en la creación y dejar espacio arriba a las llegadas de Cani.

Llega el acoso amarillo

Después de los primeros 15 minutos de asentamiento, el Villarreal comenzó a desplegar su mejor fútbol. El toque rápido, desmarque al espacio, carrera y disparo se producía una y otra vez ante un Granada que acumulaba hombres atrás que apenas nada podían hacer ante el enorme fútbol local. Un par de disparos de Aquino fueron los antecesores del golazo que se marcó Bruno tras una genial combinación desde la izquierda. El balón se lo cedió Cani a Bruno, que llegaba con potencia desde atrás, y Roberto solo lo pudo ver dentro de las mallas tras el cañonazo del de Artana. Los gritos de ‘Bruno selección’ inundaron El Madrigal, no solo por el golazo que acababa de meter, sino por la lección de manejo y equilibrio que está dando el castellonense desde que comenzó la campaña. Inamovible.

Los tímidos arreones de Brahimi y su facilidad ‘regateadora’ fue lo poco destacable del ataque granadino en la primera mitad gracias a las tablas la defensa amarilla, liderada por un Musacchio que también llama a las puertas de la selección argentina. Tanto Jokic como Mario se sumaban al ataque y finalizaban jugadas vistas las concesiones de los de Lucas Alcaraz. En los contragolpes se aglomeraban un número muy alto de efectivos contra el que nada podía hacer la defensa del Granada. Jonathan Pereira, otro de los hombres fundamentales en las contras, tuvo el 2-0 en sus botas tras un robo y conducción espléndidos de Giovani Dos Santos. El disparo del gallego lo atajó Roberto haciendo gala de sus reflejos.

La sentencia, justo tras el descanso

Apenas había transcurrido un minuto desde que los jugadores volvieron a saltar al tapete, cuando otra rápida combinación por la izquierda la finalizó Gio Dos Santos enviando con un sutil toque el balón lejos del alcance de Roberto, tras un gran centro de Jonathan Pereira. Nuevamente dejando muestras de ese fútbol que ha enamorado a España en las ocho primeras jornadas, el Villarreal volvía a marcar y a seguir asegurando esa cuarta plaza.

Los mejores y más intensos minutos del Granada llegaron tras el segundo gol y un ligero retraso de las líneas por parte del Villarreal. El cambio de Buonanotte a la izquierda y la entrada de Riki e Ighalo dio más mordiente ofensiva a un Granada que tuvo su mejor oportunidad tras un gran robo de Iturra – el mejor de los visitantes- que finalizó Pereira llegando desde la banda derecha. Sin crear excesivo peligro, la defensa del Villarreal aprobó con nota su escaso trabajo, dejando claro que la clasificación del conjunto amarillo en liga está cimentada en todas las líneas del equipo.

Con el Granada abatido, sin posibilidades de crear peligro, las figuras de Cani y Gio crecieron, haciéndose inmensos den tres cuartos y llegando con peligro por cualquier costado. Las conducciones larguísimas de estos dos futbolistas mataron por completo a un Granada que desapareció del campo en los minutos finales. Tomás Pina se aprovechó de ello y se animó a llegar desde atrás en varias ocasiones. En un cruce de miradas con Cani, el de Zaragoza pinchó el balón con magia y suspendió la pelota en el área pequeña, regalándole el gol al ex del Mallorca. Brillante. La enésima demostración de que el Villarreal va muy en serio.

Aún pudo ser mayor la ventaja con algún disparo lejano, pero el 3-0 deja claro a los perseguidores de los castellonenses que tienen armas para permanecer ahí, disfrutando y haciendo disfrutar.