Una vez más, y ya hemos perdido la cuenta esta temporada, la solidez defensiva hizo la diferencia para que el Villarreal se llevara un valioso punto en uno de los desplazamientos más complicados que le quedaban a los de Marcelino de aquí al desenlace de la temporada. Con este punto, el Villarreal mantiene a los de Berizzo alejados con una cómoda ventaja de 11 y tan sólo pierde dos frente a un Sevilla que esta jornada tenía un duelo mucho más asequible para volver a arañar en esa renta que el Villarreal había ampliado el fin de semana ante el Levante.

Aciaga primera mitad para Bakambu

El guión le fue especialmente bien a Marcelino durante los primeros 45 minutos, principalmente porque las piernas de sus futbolistas estaban más frescas. El técnico asturiano, que había ganado algo de ventaja al dar descanso a varios de los nombres más importantes del Submarino ante el Levante, pudo seguir con la política de rotaciones necesaria en estos momentos apretados de calendario sin que el once que se personara hoy en Balaídos fuera especialmente débil. La principal novedad era la de Rukavina en el lateral izquierdo, una demarcación que sólo había ocupado puntualmente. La presencia del serbio a pierna cambiada era un elemento inesperado, pero no del todo sorpresivo: desde su aterrizaje en Vila-Real, el '22' ha sido siempre uno de los comodines en los que Marcelino ha depositado más confianza. Hoy ocupó otro perfil y, como casi siempre, cumplió sin excesos.

Al eje de la zaga volvía Bailly, después de haber superado con nota sus aventuras en ambos laterales. Pina y Trigueros volvían a ejercer de ancla en un centro del campo en el que repetía Nahuel como puñal por la derecha. Otro que tampoco se caía del once era Baptistao, que ya acumula una buena cantidad de actuaciones destacadas en los últimos dos meses. Y precisamente gracias a las rotaciones Denis tenía las piernas frescas para afrontar los 90 minutos del partido ante su exequipo.

Durante los primeros 15 minutos de partido, los de Marcelino tuvieron, incluso, la iniciativa ante un Celta que, cuando tenía la pelota, se ahogaba ante los pocos huecos que los amarillos dejaban con unas líneas muy juntas. Cuando los de Berizzo empezaron a encontrar soluciones en transiciones rápidas de una banda a otra, el Villarreal no tuvo más remedio que replegarse a una posición en la que el Celta tenía la posesión, pero su dominio era estéril. Durante esos primeros tres cuartos de hora de juego, poco se vio a Aréola más allá de en una ocasión, a la salida de un córner, en la que su toma de decisiones, algo deficiente, gajes de la juventud, casi cuesta un disgusto al equipo amarillo.

En la fase ofensiva, el Villarreal encontró huecos especialmente gracias al trabajo de un Baptistao que, a la contra, ofreció una gran variedad de opciones, a veces de espaldas, otras lanzando el contrataque y, las que más, conduciéndolo. El finalizador más sólido durante la primera mitad, más por insistencia que por acierto, fue un Cedric Bakambu que gozó de hasta tres ocasiones claras, pero que, unas veces por lentitud, otras por falta de precisión, acabaron siempre desbaratadas por Sergio, que sí tuvo algo de trabajo hasta el ecuador del partido.

Solidez defensiva sin el estandarte

Haciendo otra vez pausa en el once que hoy presentaba Marcelino en Balaídos, lo más llamativo llegaba más por las ausencias que por las presencias. No estuvieron Soldado o Bruno, por rotación, y tampoco estuvo Musacchio, que se quedó en Vila-Real por lesión. La ausencia del capitán entre los titulares fue la que más se hizo notar hoy sobre el césped. El Villarreal encontró en la primera mitad facilidad para lanzar balones a la carrera de Nahuel, Bakambu o Baptistao sin necesidad de un jugador que hiciera de vínculo entre las líneas defensiva y ofensiva. En los segundos 45 minutos, sin embargo, cuando el cansancio hizo mella en el ritmo de juego, el Submarino sí echó en falta una referencia para construir el juego en estático.

Un ritmo de juego que se mantuvo igual de intenso tras el paso por vestuarios, pero que el colegiado decidió castigar con más dureza en la segunda que en la primera mitad. Y como en un reflejo de la primera parte, la segunda arrancó con algo de oxígeno para el Submarino, que pudo jugar con las líneas más adelantadas durante unos minutos. En cuanto Was, Marcelo y Orellana recuperaron la iniciativa, a los de Marcelino se les hizo todo más cuesta arriba. Las piernas no llegaban igual para cubrir los centros en banda y los contraataques casi desaparecieron en favor de balones largos a los que ningún atacante amarillo tenía opción de llegar. Los cambios llegaron en un timing correcto hoy, fueron también acertados, con Baptistao lesionado y Nahuel fundido, pero poco pudieron hacer por el juego ofensivo Castillejo o Adrián cuando saltaron al verde, toda vez que los suyos ya estaban más concentrados en el repliegue y las tareas defensivas que en intentar construir alguna jugada que les ayudara a llevarse los tres puntos de Vigo.

Y ahí viene la nota positiva de esta segunda parte: volvía a faltar Musacchio, el central que, con su vuelta a los onces de Marcelino tras lesión, terminó por darle la solidez defensiva que le faltaba al Submarino en su fase menos estable. Hoy el hispano-argentino no podía viajar con los suyos, pero Bailly y Victor Ruiz no acusaron su ausencia y, entre los dos, defendieron con solvencia la meta de Aréola ante un conjunto muy capaz de tres cuartos de campor para adelante. Tuvieron que enfrentarse un tipo de línea ofensiva a la que están menos acostumbrados, con una referencia como Guidetti, que es capaz de fijar centrales por condiciones física, pero que tiende más a combinar con los hombres de segunda línea, y dos atacantes como Aspas y Nolito, que desequilibraban trazando diagonales desde la banda. En parte por ello Mario acabó el partido pidiendo la hora, pero tampoco hubo que lamentar ocasiones claras de los de Berizzo, que apenas consiguieron hilvanar jugadas por el centro a pesar de que fue por donde más lo intentaron y, cuando más exigieron a Aréola, fue con disparos lejanos aislados.