Al ver la alineación inicial del Villarreal en el Molinón, los aficionados de Getafe y Rayo dirían de Marcelino lo que los medios de Barcelona con los maletines de Florentino pero multiplicado por cien. Aunque quien haya seguido al Submarino durante la temporada, sabrá de muchas cosas pero no de los once fijos de un Marcelino que ha hecho de las rotaciones lo que Pep Guardiola con el juego de posesión.

Nervios e incertidumbre

El partido empezó como el estadio: frenético, hermoso, nervioso y alegre. En el Molinón había más radios que pipas y Marcelino debía ser el único sportinguista tranquilo. Los guajes de Abelardo escupían fuego por la boca mientras que los del Villarreal lucían como gatitos inofensivos con la mente puesta en otros lares.

A los 7 minutos Jony levantó el Molinón e infartó a un pequeño sector del Villamarín. Entremedias, Jemez se mantenía impasible. Pique dijo que la Liga de ayer no la hubieran ganado hace 25 años, quizá si esta no fuera última jornada y el Sporting no se jugara la salvación, ese disparo hubiese sido repelido por el defensa.

Baptistao tuvo el empate en sus piernas pero el palo impidió que Vallecas, como el Real Madrid, hiciera, durante unos minutos, posible lo imposible. En Sevilla no había goles, el Betis se iba adueñando del encuentro y los de Esnaider de la tensión. El Villarreal parecía no enterarse de la gente que lo estaba observando, como si hubieran celebrado en las horas previas una comida de despedida con fabada y pastel de cabracho.

Se llegó al descanso y los de Gijón eran equipos de primera. En Vallecas, un grande como Juanfran dijo adiós a su carrera y en Sevilla, los jugadores del Getafe, parecieran haber fiado su suerte a un gol del Villarreal antes que a uno propio.

Sonrisas y lagrimas

En el Molinón el partido pintaba cada vez peor para los gijonenses por lo bien que lo estaban haciendo y lo mucho que les estaba costando anotar un segundo gol. A Baptistao se le notaba en exceso su pasado rayista. El segundo tanto del Sporting lo marcó Pezzela en la otra punta de España. El Getafe necesitaba dos goles y el Rayo uno. El Molinón parecía un mitin de Podemos, y en ese campo estaba la salvación. Los de Abelardo tenían en sus manos la salvación mientras que los aficionados un desfibrilador.

En Sevilla se retiraba del campo, y del fútbol, Jorge Molina. Respeto. El Villarreal asustaba porque en cualquier momento podía marcar el empate. Suerte de no escuchar las palabras de los sportinguistas a Marcelino al ver en la banda a Denis Suarez y Bakambu. Al asturiano le pitaban los oídos al tanto que Rubén Castro descendía al Getafe a los infiernos de la segunda.

El golazo de Sergio Álvarez era digno de aplauso por Marcelino, aunque el momento no era el más adecuado y en España somos muy mal pensados. El Sporting estaba salvado gracias al tanto de un chaval de la casa. Solo faltaba Luis Enrique. Abelardo rompió a llorar como un bebe recién nacido y el Molinón explotó alzando al aire banderas del Betis.

La invasión de campo certificó la salvación del Sporting de Gijón y el descenso de los dos equipos de Madrid. El 15 de Mayo de 2016 fue el día en el que Gijón se hizo bética y Marcelino se ganó más de un enemigo. El Villarreal salvó al Sporting como la jornada pasada al Deportivo. No se confundan, lo que no se hizo en 37 jornadas, es difícil resolverlo en 90 minutos. Y felicidades al Sporting, se pudo.