El Villarreal de Fran Escribà tiene una tarea complicada por delante, y es precisamente convertirse en el Villarreal de Fran Escribà. Por paradójico que suene, lo que es cierto es que el entrenador valenciano tiene todavía recorrido hasta terminar de confeccionar un Submarino a su medida pero el camino por el que circulan actualmente es el adecuado. Tanto en la pasada jornada de Liga contra el Málaga como en el debut en Europa League, se pudo ver con algo más de claridad las líneas de actuación de Escribà, que pasan fundamentalmente por mantener la solidez defensiva trabajada duramente con Marcelino así como dar más libertad a los hombres de ataque para desarrollar un juego de toque y más vistoso que el que disponía el asturiano.

El gol de Sadiku condicionó el encuentro

En el partido frente al Zúrich las cosas no se pusieron muy de cara: en primer lugar, la formación elegida por el técnico suizo Uli Forte tenía un enfoque claramente defensivo, disponiendo una defensa de cinco y una gran acumulación de hombres en un centro del campo de corte defensivo, por lo que la intención de los zuriqueses no era otra que mantenerse serios y robustos atrás. Pero sin duda lo que realmente condicionó de forma negativa a los groguets fue el tempranero gol al primer minuto del delantero rival Armando Sadiku, con un potente disparo desde fuera del área tras recibir un balón regalado de N'Diaye. El Villarreal debía hacer frente a un escenario hostil con una alineación con hasta ocho rotaciones, entre ellas Pato, Jonathan dos Santos y Cheryshev, que volvían de lesión.

Tras el gol, los suizos se cerraron atrás a cuidar el resultado ya desde el minuto dos. Ese era su plan, que salió mejor de lo esperado: gol tempranero y acumular hombres atrás. Herméticamente sellado, tapando líneas de pase y presionando vivamente, el Zurich aguantó lo que tardaron Pato, Cheryshev y Jonathan dos Santos en activarse. El Villarreal tenía el claro cometido de levantar el resultado y se puso manos a la obra: la verticalidad y capacidad para romper líneas de Pato y Cheryshev, sumado al trabajo de Jonathan en la creación, fueron abriendo poco a poco huecos en la defensa helvética que, con el paso de los minutos, fue concediendo más ocasiones (a Pato todas) que desaprovecharon los amarillos. Si bien es cierto, el juego del Villarreal pasó por una montaña rusa a lo largo del primer período, alternando fases de juego veloz y vertical con otras en las que amasaba y amasaba la pelota en el centro del campo con muchas dificultades en la circulación de balón quizás por el golpe anímico de encajar un gol tan temprano.

Pato y Jonathan fabricaron la remontada

El equipo castellonense funcionaba a ratos con un Bruno que aparecía y desaparecía como el Guadiana o un Santos Borré que entraba en escena de forma esporádica bajando a recibir balones. También se pudo ver a un debutante como Álvaro González, que tuvo una extraña relación de simbiosis con N'Diaye durante el encuentro, y es que el central cántabro se encargaba de avanzar unos metros para distribuir juego supliendo las carencias técnicas del senegalés, mientras que éste se ocupaba de facilitarle la tarea defensiva al ex del Espanyol. En definitiva, se veía a un Villarreal que estaba dejando buenas sensaciones pero que no terminaba de afianzarse...hasta el gran gol conseguido por Alexandre Pato para poner la igualada tras un magnífico pase de Jonathan dos Santos. El empate dio alas a los de Escribà y se lanzaron en tromba a por el segundo gol con un buen trabajo de todo el equipo, y este no tardó en llegar. Una espectacular jugada trazando paredes entre Pato y Jonathan culminó con una brillante asistencia del brasileño para que el ex barcelonista cruzase el balón al palo largo del porteo con una magnífica volea que culminaría la remontada.

En la segunda parte, ninguno pasó apuros

En el segundo período, se rebajó de forma sustancial el ritmo frenético de los últimos minutos previos al descanso y vimos dos equipos relajados que no eran capaces de crear peligro. Ambos bien plantados atrás pero sin aparente intención de lanzarse al ataque: el Villarreal acumulaba continuos pases en la zona defensiva sin proyección ofensiva, mientras que el Zurich parecía darse por satisfecho con lo mostrado en la primera parte y fue duramente golpeado por la fatiga y sus limitaciones. Ante la falta de juego, los suizos optaron por tomar la vía de la violencia, cometiendo hasta 29 faltas a lo largo del encuentro.

Para aumentar la ventaja y no sufrir, Fran Escribà fue introduciendo cambios que mejoraran la verticalidad y la circulación de balón para lo que entraron Sansone, Roberto Soriano y Samu Castillejo; el resultado no fue el esperado, y es que no se crearon más ocasiones que un gol anulado a Sansone y alguna jugada a balón parado que pudo llevar algún peligro, pero aún queda trabajo por delante para afianzar en lo que respecta a los conceptos en las jugadas ensayadas.

En resumen, se pudo ver a un Villarreal que se va pareciendo cada vez más a lo que Escribà pide: solidez defensiva y juego bonito. Con la calidad individual de jugadores como Pato, la verticalidad de Cheryshev o la imaginación de Jonathan, el Submarino ya ha dado el primer paso en una Europa League que ilusiona esta vez más que nunca.