Las derrotas del Villarreal en esta primera vuelta del campeonato han dejado un elemento común y muy curioso: la geografía. Las tres únicas derrotas del Submarino en este curso han sido contra equipos del País Vasco, al conjunto de Fran Escribá le está costando mucho sacar los partidos adelante contra estos equipos, aunque cierto es que en los tres partidos los futbolistas amarillos no dieron el nivel esperado y a consecuencia de ello vinieron las derrotas, más que por la localización geográfica de estos equipos.

 El primer partido en que cayó el Villarreal fue en Ipúrua el pasado 30 de octubre, el conjunto amarillo se adelantó en la primera parte gracias al gol de Bruno de un penalti provocado por Sansone. Tras el paso por los vestuarios, el conjunto groguet se echó para atrás y el conjunto armero en los últimos 10 minutos remontó un partido que pudo acabar de otra manera si Bakambu hubiera estado mucho más acertado. Esta derrota fue bastante dura, debido al hecho de que era la primera en liga y además ésta se produjo en un choque perdido más por deméritos propios que por méritos del rival.

La segunda derrota se produjo hace escasamente 10 días en San Mamés, el Submarino no cuajó un buen partido a nivel ofensivo y gracias a Asenjo el marcador de 1-0 no se alargó más. El Athletic tampoco hizo demasiado, pero el gol de Raúl García fue suficiente para tumbar a un Villarreal cuyas malas sensaciones están tapando los buenos números en este primer tercio de competición.

La última derrota se produjo el pasado domingo en El Madrigal frente al Alavés contra todo pronóstico por 0-2, Ibai Gómez aprovechó los primeros minutos de caraja del Villarreal para encarrilar el partido y a partir de ahí fue un querer y no poder. 

Todas estas derrotas tienen fácil explicación: nula producción ofensiva, escasa reacción desde el banquillo y poca seguridad defensiva. Si esto se combina como resultado se dan derrotas muy duras para el conjunto de Fran Escribá.