Juan Román Riquelme, 24 junio de 1978. Imposible olvidarle, no añorarle, y no recordar la figura del "8" argentino. Y menos para los aficionados del Villarreal CF. El tiempo no pasa en vano, el próximo año se cumplirá una década desde que abandonó el Villarreal para retornar a Boca Juniors. 10 años sin el mago, sin el artista y sin el mejor jugador que ha defendido los colores del Submarino Amarillo. De hecho, el mediapunta tuvo en sus botas la posibilidad de agrandar la historia de aquel Villarreal dirigido por Pelegrini. El fútbol de aquel maravilloso equipo, que giraba en torno a Juan Román Riquelme y rozó un milagro, que una población de 50.000 habitantes luchara en la final de París por el título de la Champions League.

La llegada de Román

En el verano de 2003 la nueva junta directiva formada por Joan Laporta y el flamante entrenador Frank Rijkaard revolucionó el club con el objetivo de recuperar el nivel deportivo. El fichaje de Ronaldinho causó un excedente de jugadores extracomunitarios, y el cuerpo técnico decidió ceder a Riquelme al Villarreal por dos temporadas. Un futbolista que no había destacado en el club azulgrana como se esperaba. A sus 25 años, el Villarreal se hacía con los servicios de Riquelme. En el conjunto "groguet" demostró su enorme categoría, con un estilo de juego acomodado para que la calidad del astro argentino se impusiera a los equipos rivales. En su primer curso, se reveló como uno de los mejores jugadores de la Primera División de España, donde en 2005 logró el récord de asistencias de gol y además ganó el Premio Don Balón al «Mejor Extranjero La Liga». Ese mismo año, el Villarreal logró la tercera posición en la liga y decidió comprar el 75% de su pase.

En su primer año como futbolista amarillo, el equipo castellonense había conseguido acceder a la Champions por primera vez. En la celebración por la espléndida temporada, Fernando Roig dijo literalmente: "Vamos a intentar hacer un gran papel en la Champions League". Mientras la plantilla amarilla, coreaba junto a la afición en el ayuntamiento. "Sí, Sí, Sí.. nos vamos Milán". Cuando podría parecer que el Villarreal había tocado techo, la plantlla dejó a un lado los límites, creyó en la idea de fútbol de Pelegrini, con la confianza de tener a un tal Riquelme en el costado izquierdo que era capaz de marcar, asistir, desbordar, controlar y ganar. Lo mejor estaba por llegar.

La campaña 2005-2006 se presentaba ilusionante y no defraudó. Jugones como Marcos Senna, Forlán, José Mari, Gonzalo Rodríguez alcanzaron su máximo nivel para realizar una temporada que rozó la perfección. Superando obstaculos, venciendo los miedos y llegando a las semifinales de la Champions League. El Madrigal estalló con el gol de Arruabarrena ante el Inter de Milán que daba acceso a semifinales de la máxima competición. Riquelme la puso perfecta y el lateral se vistió de héroe. En aquel encuentro, el mago argentino cuajó una actuación de ensueño.

Al son de Riquelme, el Submarino emergía en el continente europeo. No tuvo suerte Román en aquel fatídico penalti que impedió al Villarreal forzar la prórroga ante el Arsenal. Todo se vino bajo. La portería se encogió para uno de los mejores lanzadores de penalti. Lehman detuvo el disparo del Argentino para hacer imposible el sueño de toda una ciudad, de todo un país que soñaba con una final española. Riquelme quedó como ausente, mientras el Arsenal celebraba el pase a la final. Está edición de la Champions será recordada porque el Barcelona acabó ganando, pero en Villarreal nunca olvidarán, que la Champions les debe una. Riquelme dejó un legado en Villarreal que díficilmente sea olvidado, el mejor futbolista de la historia del club, que falló en un momento crucial, pero siempre será recordado con un cariño especial.