La Real Academia de la Lengua define entrenador como persona que entrena. Tan sencillo como eso. Una definición simple para una profesión siempre compleja. Posiblemente, hablamos de la posición más delicada en el ámbito del deporte y del fútbol en particular. Todos los focos apuntan siempre al banquillo y da igual si el partido va bien o mal porque después toca dar la cara, explicar el por qué e intentar justificar ciertas cosas.

El periodista, siempre ávido por saber y a veces con preguntas no siempre fáciles, coge el micrófono y el preparador empieza a sudar, casi más que cuando está en el césped y se dedica a dar órdenes como un loco mientras sus jugadores hacen caso omiso. Y cuando están en la cuerda floja, cuando todo el mundo empieza a cuestionarle todo se vive peor. Y al técnico le empiezan a sudar las camisas cada semana.

Parece curioso que cuando las cosas funcionan bien nadie aplaude al entrenador. Todos miran a los jugadores, alaban al goleador del equipo, a su defensa, al mediocentro y hasta al portero que se paró el 4-1 en el último minuto y mantuvo la portería  a cero. Pero, qué pocas veces se alaba al técnico cuando el equipo gana los partidos. Sin embargo, es curioso como cuando las cosas salen mal, todos los focos y las críticas se centran en el hombre del banquillo. La figura del técnico ha sido siempre clave en la resolución del juego, en la dinámica del equipo e incluso en la piña que se puede formar en el vestuario. Dicen, los que saben de este deporte, que se nota cuando las cosas están bien en el vestuario y se transmite esa positividad en el terreno de juego.

La mayoría de las veces, los malos resultados de forma continuada hacen prever que los días del entrenador en un banquillo están más que contados. Pero, ¿qué ocurre cuando el preparador no tiene este tipo de salida? ¿Qué ocurre cuando no son malos resultados los que les llevan a la puerta de partida? Muchas veces son los propios entrenadores los que consideran que se ha cerrado una etapa, o prefieren cerrarla antes de que las cosas vayan mal y buscan otras salidas. Hay veces que a pesar de que los resultados acompañen, ha sido el propio presidente el que ha forzado su salida por un mal ambiente en el vestuario con los jugadores, o incluso, hay técnicos que se marchan con malos resultados pero ovacionados por su afición, son los entrenadores emblema de un club, esos que siempre permanecerán en la memoria de los aficionados. Y por supuesto, no debemos olvidar que también hay técnicos especiales. Ilustremos con ejemplos cada caso, e intentemos así comprender la compleja labor que tienen los presidentes cuando deben decidir quién sustituirá a un preparador emblema.

Ningún aficionado del fútbol podrá olvidar jamás a un hombre siempre elegante, al que se le ha visto envejecer sentado en el mismo banquillo. Sir Alex Ferguson ha sido conocido por varias generaciones de amantes del fútbol, y es que 26 años entrenando al Manchester United le han convertido ya no solo en un emblema del club, sino también en un icono del fútbol mundial. Con una cifra casi redonda, anunció que abandonaba el mundo del fútbol y lo hizo por la puerta grande y con el reconocimiento que merecía en Old Trafford.

El 19 de mayo de 2013 se despedía de su casa para dar paso a una nueva generación. Pero es muy complicado sustituir a un entrenador tan emblemático. Para muestra un botón. Desde 2013, el Manchester United ha tenido tres entrenadores diferentes, uno cada temporada, y es que al equipo inglés no le han ido bien las cosas y todavía no ha conseguido volver al nivel que consiguió con Ferguson. David Moyes, Louis Van Gaal y ahora José Mourinho intentan devolver al Manchester United a los lugares que siempre ocupó. De hecho, la temporada pasada ni siquiera se clasificó para la Champions y no peleó por el título de Premier League. Algo para olvidar para uno de los grandes de la Premier.

Empezar de cero para un nuevo entrenador en una situación así es mucho más complicado, puesto que saben el duro reto que les espera. No llegan con la ilusión de la afición por recuperar resultados. Llegan con la presión de mantener los resultados, y eso no siempre es sencillo. El entrenador necesita un periodo de adaptación al equipo y también del equipo a sus ideas de juego y la paciencia siempre es una virtud que no muchos tienen. Tal vez por eso, el FC Barcelona eligió a Tito Vilanova como sustituto de Pep Guardiola. El entrenador que consiguió lo que nadie más ha podido igualar (seis títulos en una temporada) y que logró un estilo de juego que permitió ver al equipo que posiblemente mejor haya jugado al fútbol. Sandro Rossell supo sobreponerse a la decisión de Guardiola de marcharse pese a que los buenos resultados le seguían acompañando, anunciando el mismo día de su marcha, que sería su segundo, Vilanova, el que ocuparía su banquillo. Desgraciadamente, Tito no pudo completar esta etapa de su vida con normalidad, y el Barça optó por Martino la temporada siguiente, pero un año en blanco fue suficiente para mostrarle la puerta de salida y forzar la llegada de Luis Enrique. Una vez más, tres entrenadores tras la salida de un preparador emblemático.

El verano se presentó tranquilo en el Villarreal, pero el 10 de agosto alrededor de las 22.30h de la noche, y a tan solo una semana de enfrentarse al Mónaco en la previa de la Champions League, el club castellonense anunciaba el cese del contrato con Marcelino García Toral. El asturiano, que había sido entrenador del Villarreal desde enero de 2013 y que consiguió un ascenso, unas semifinales de Copa del Rey, terminando la 2015-16 en zona Champions y unas semifinales de Europa League.

La destitución fue toda una sorpresa para los propios aficionados, que no sabían que la relación en el vestuario entre el cuerpo técnico y los jugadores no era la más idónea. Fernando Roig, que había vivido una situación parecida con Garrido que terminó en descenso, decidió cortar por lo sano y apostar por Fran Escribá.

El técnico valenciano llegó al mayor reto de su carrera profesional hasta la fecha sin mucho apoyo por parte de su nueva afición y lo cierto es que no le ha ido nada mal. A pesar de una mala racha de resultados y lo mucho que costó la clasificación en Europa League, el Villarreal sigue vivo en tres competiciones y mantiene esa cuarta plaza en el parón de Navidad. Veremos qué suerte corre esta vez Escribá o si la profecía se cumplirá y será difícil encontrar sustituto fijo para Marcelino. De hecho, tras la marcha de Pellegrini en el Villarreal en 2009 y hasta la llegada del asturiano, el Submarino no encontró continuidad en el banquillo. Desde el entorno del Villarreal esperan que la situación esta vez sea completamente distinta.

Pero, ¿qué debe hacer un presidente cuando los resultados no terminan de acompañar a un entrenador emblama? Aceptar las críticas, básicamente. De hecho, mucho se está hablando últimamente de que este año las cosas en el Atlético de Madrid no marchan del todo bien. El equipo del Cholo Simeone no termina de mostrar ese juego seguro en defensa de los últimos años y Griezmann no tiene puntería de cara a gol. El fútbol es una cuestión de rachas y todavía queda mucha temporada, pero ya hay quién apuesta por una salida del entrenador argentino, y más después de las dudas del pasado verano tras perder la final de la Champions. El caso de Diego Pablo Simeone es especial, pues se ha convertido en un verdadero héroe para los colchoneros. Desde su llegada al banquillo en diciembre de 2011 las alegrías se han multiplicado en el Calderón, y solo dos finales de Champions perdidas en el último suspiro frente al Real Madrid empañan la felicidad del argentino en el banquillo colchonero. Algunas lenguas empiezan a extender el rumor de su posible salida. Y de ser cierto, Cerezo no lo tendrá nada fácil para encontrarle sustituto. Ya no solo por los logros deportivos, sino por el hueco que se ha hecho en la historia del club y el cariño de los aficionados.

Hay vacíos difíciles de cubrir y hay entrenadores, difíciles de sustituir, y es tarea del presidente saber elegir bien, aunque nunca es sencillo. La figura del entrenador, siempre comprometida, siempre en el punto de mira, y siempre criticada, es tan clave en el fútbol que sus salidas y llegadas siempre generan expectación, dudas y críticas. El eterno olvidado cuando las cosas van bien, y el gran criticado cuando las cosas van mal. En esta primera vuelta llevamos tres entrenadores destituidos y todavía queda mucho campeonato por jugar, y muchos técnicos que sudarán la gota gorda para mantenerse sentados en el banquillo de sus equipos.