El próximo miércoles, el Submarino viajará a Anoeta para intentar equilibrar sus números en un particular duelo con los equipos del País Vasco. La temporada de los de Fran Escribá está siendo muy buena, pero una de las asignaturas pendientes tiene que ver con esta curiosa ‘maldición’ que persigue a los amarillos. Habiéndose enfrentado ya a los cuatro conjuntos que representan a esta región en La Liga, solo han conseguido sacar puntos en una ocasión; la parte positiva es que fue ante la Real Sociedad, rival en los octavos de final de la Copa del Rey.

El principio de esta historia la prometía muy feliz para los groguets, ya que, el 18 de septiembre, los txuri urdines visitaban El Madrigal para ver cómo un inspirado Sansone hacía dos goles en tres minutos e impedía sacar ningún beneficio al viaje de los de Eusebio.

Enrachado, el Villarreal volaba hacia lo alto de la tabla y parecía ser imbatible, incluso en escenarios tan complicados como el Bernabéu; pero llegó el momento de aventurarse –por primera vez en la campaña 2016/2017- en las frías y lluviosas tierras del País Vasco. Concretamente, el destino era un pequeño estadio lleno de historia, Ipurúa. Antes del descanso, el gran capitán Bruno Soriano ya había puesto las cosas donde parecía que debían estar y el marcador mostraba un 0-1 que se mantuvo hasta el minuto 80. Sin embargo, estaban en un feudo con fama de durísimo, y quedó demostrado el porqué; en un abrir y cerrar de ojos, el Eibar daba la vuelta al partido y se ponía 2-1, dejando a los castellonenses sin opción a reaccionar. La derrota supuso la ruptura de una espectacular racha de imbatibilidad, pero, más allá de esto, significó el comienzo de una suerte de ‘trauma’ que impide al Villarreal ganar a los equipos de Euskadi.

El Eibar rompió la racha de imbatibilidad del Villarreal. Imagen: Ángel Ezkurra (VAVEL)
El Eibar rompió la racha de imbatibilidad del Villarreal. Imagen: Ángel Ezkurra (VAVEL)

Tan solo 21 días pasaron antes del siguiente enfrentamiento ante otro rival vasco, en esta ocasión con mucho más renombre, el Athletic de Bilbao. El nuevo San Mamés aguardaba fiero la llegada de los jugadores amarillos que, otra vez, se vieron completamente incapaces de ser ellos mismos y realizar el juego que tan buenos resultados les estaba dando. El resultado fue corto, 1-0, pero la sensación de desamparo que mostró el Submarino originó bastantes críticas, principalmente dirigidas a su entrenador.

Y como parece que todo lo malo se suele poner de acuerdo para ocurrir a la vez, una semana después, un sorprendente Alavés llegaba a El Madrigal para demostrar que la maldición no solo tenía efecto en el País Vasco. Otra vez un Villarreal desvalido que vio cómo en solo 17 minutos se puede perder un partido en casa ante un rival cuyo objetivo es la permanencia. Dos goles y la sensación de que era imposible siquiera plantar batalla a esos guerreros norteños.

La revancha puede llegar el próximo miércoles, y el escenario no puede ser mejor: Anoeta frente a la Real Sociedad. Un estadio dentro del territorio enemigo en el que dar un golpe de autoridad y demostrar que solo fue una mala racha; además, frente a la única excepción en esta particular pesadilla vasca del Villarreal.

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Sobre el autor
Diego Delgado
Periodismo en la UCM. Apasionado del fútbol y la música.