Muchos aficionados recuerdan a ese delantero espigado y voraz que transpiraba talento, con tan solo 17 años. A ese que, siendo un adolescente, maravillaba a las gradas del Beira-Rio cuando le tocaba ponerse la camiseta del Inter de Porto Alegre, su casa.

Una técnica exquisita, un remate potente, un 'timing' excepcional y una velocidad impresionante ponían al pequeño Pato en las carpetas de los gigantes de toda Europa. El mundo del fútbol concordaba en algo: ese chico estaba destinado a lograr grandes cosas. Estaba destinado a ser la luz que guiara el camino de Brasil, en una época en que las estrellas de 'La Canarinha' (Ronaldo, Adriano, Ronaldinho) empezaban a apagarse.

Tocar la gloria

Llegó esa final del Mundial de Clubes de 2006, en la que el club de sus amores consiguió una victoria histórica ante el Barcelona. Después llegó el Milan, la oportunidad de su vida, el sueño de todo niño. La fe del club italiano fue tal que le dio el honor de vestir el dorsal 7, ese que había pertenecido al histórico Andrei Shevchenko ¿Lo veían como un sucesor del ucraniano?, probablemente sí.

Todo era felicidad, expectativa. Pato era el nuevo 'niño consentido' del fútbol y él, sin ningún temor, correspondió a esa confianza marcando en su debut oficial en el Milan, tal y como lo hizo en Brasil. Ese chico flaco y de cabello rizado era un caso aparte.

Ni la llegada de Beckham y Ronaldinho lo relegaron dentro del equipo Rossoneri. Fueron pasando los primeros años y Pato no se detenía en su camino hacia la cúspide mundial. Llegó a tener episodios memorables, como aquel doblete en el Bernabéu (en octubre de 2009). O aquella vez en la que fue condecorado como el mejor jugador del mundo, menor de 21 años.  Todo eso sin contar los 60 goles que marcó en sus primeras cuatro temporadas en Europa. Y sin contar su llamado para la Copa Confederaciones de 2009.

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Las lesiones, las malditas lesiones

Por esos días (finales de 2009, inicios de 2010) comenzaba a acosarlo su eterno fantasma, las lesiones. Sin embargo, parecía que ni esas desgraciadas frustrarían su andar. Pato tenía la costumbre de que cada vez que se lesionaba, volvía con goles. Como si se plantara de cara a ellas y les dijera: "¿Eso es todo lo que tienen?" Pero, lastimosamente, no era todo lo que tenían, había más.

Ese fue el inicio de un éxodo para Alexandre, de una lucha constante. Si bien, la temporada 2010/11 fue (a nivel de goles) la mejor, llegando a sonar para el Barcelona y el Madrid., aquel curso sería el último en que lo veríamos en su mejor versión. A partir de ahí, los problemas musculares serían el pan de cada día, cada semana y cada mes. El curso 2011/12 fue, palabras más, palabras menos, un infierno. 

Su asunto con las lesiones era algo casi rutinario. Se lesionaba, volvía, y a los pocos minutos salía en camilla, para estar de baja un par de semanas más. La irregularidad que eso le causó, provocó impaciencia en los seguidores del club. Poco a poco su relación con la afición y con el terreno de juego fue desgastándose, y parecía que otra estrella empezaba a apagarse.

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Volvió a Brasil, con la esperanza de renacer como futbolista. Luego de un paso triste por el Corinthians, llegó al San Pablo, en donde volvió a creer en sí mismo. Tras un buen 2015, llegó al Chelsea en enero de 2016. Irónicamente, el club londinense tras haber hecho una cantidad incontable de ofertas por el brasileño, cuando estaba en su mejor forma, casi no lo tuvo en cuenta cuando por fin lo tuvo en sus filas. A mitades del año pasado, llegó al Villarreal, un destino exótico e inesperado para muchos.

Pero, a pesar de ello, su fichaje por la entidad 'groguet' ha sido una de sus mejores decisiones. Ya no es un goleador infernal, como hace unos años, pero la mejoría que ha tenido su juego desde su arribo a España es exponencial. Con Escribá contó con la confianza y la paciencia que tal vez carecieron otros entrenadores. Las lesiones se han portado bien con él y se adueñó del puesto de delantero, al lado de Nicola Sansone

Sus cifras no son estratosféricas, pero su nuevo rol en el 'Submarino' (casi de un volante de creación), ha hecho que el ex del Chelsea vuelva a sentirse cómodo dentro del campo,  con confianza. Si bien, ya no tiene tanta 'materia prima' a su alrededor, Pato se las ha arreglado para ser una pieza clave dentro del esquema. Ahora, habrá que ver qué tanto puede recuperarse un jugador que ha estado alejado de su mejor nivel durante tanto tiempo.