El próximo sábado será un día grande para el fútbol de la Comunidad Valenciana, y es que sus dos grandes representantes se enfrentarán en un duelo liguero que muestra dos realidades bien diferentes y un cambio de roles que se ha evidenciado muy claramente en esta temporada. El dominador siempre había sido el Valencia, pero ha quedado destronado gracias al buen hacer de un Villarreal que se sitúa como uno de los mejores equipos del país.

La virtud de la identidad enfrente de un río de aguas revueltas

El Submarino Amarillo está donde está gracias a un proyecto con unas pautas a seguir muy claramente señaladas. El club ha llegado a vivir un cambio en el banquillo bastante traumático y se ha mantenido en pie gracias a la virtud de la identidad. Con un juego muy reconocible y un sistema que casi lleva su nombre, supedita los egos al carácter de grupo.

A pocos kilómetros –pero aparentemente en otro mundo- se dibuja la figura de un club histórico que ha perdido por completo su alma y se debate por mantener su línea de flotación para encontrar el camino de vuelta al fútbol. Las aguas en Mestalla no podrían haber sido más revueltas en los últimos meses, y eso se refleja en el juego. Sin un estilo claro, el Valencia se ha encomendado al ‘apagafuegos’ Voro.

Las situaciones en ambas entidades no podrían ser más dispares, tanto extradeportivamente como –y esto es lo que interesa- en temas puramente futbolísticos. Hasta hace bien poco, ni siquiera había manera de hablar de un sistema de juego en el club che, pero parece que la estabilidad ha llegado y el 4-3-3 se ha asentado como el dibujo preferido del actual técnico. Todo lo contrario ocurre con Fran Escribá, que ha llevado el 4-4-2 de Marcelino a su máxima expresión, dotándolo de algunas mejoras que divierten más sin restar seguridad al equipo.

El ataque empieza en los carriles

Cómo no, hay que empezar por la línea defensiva; la similitud más cercana entre ambas entidades, y prácticamente la única. En los dos casos hablamos de una zaga formada por cuatro jugadores: dos centrales con poderío físico y dos laterales bastante largos que se incorporan al ataque. Para sumar algún matiz a esta descripción, se pueden diferenciar las exigencias que recaen sobre cada una de las parejas de centrales. En el caso del Villarreal, tanto Musacchio –ahora lesionado y sustituido por Álvaro- como Víctor Ruíz, son los primeros en construir la jugada de ataque nada más recuperar la posesión; se les pide que jueguen con criterio y que ayuden a los centrocampistas cuando estos se quedan sin opciones. Los jugadores que ocupan esa posición en el Valencia no tienen esas tareas, principalmente porque sus características no les permiten llevarlas a cabo; defienden y, en caso de recuperar el balón, buscan el pase fácil o el despeje.

Mario Gaspar, uno de los puñales por banda del Villarreal. Imagen: PhotoSilver (VAVEL)

Los laterales son perfiles muy parecidos: diestro en la derecha y zurdo en la izquierda, ambos con capacidad para conducir, incorporarse al ataque y meter balones al área, así podríamos definir a Mario Gaspar/Montoya y Jaume Costa/Gayà (o Siqueira). Adquieren una importancia muy notable en el juego de ambas plantillas, y según se vayan desvelando otros aspectos de sus sistemas, será muy fácil entender el porqué.

La zaga está siendo uno de los grandes problemas en el Valencia, que es el cuarto equipo que más goles encaja. No se sabe cuál es la pareja de centrales titular, porque ni el rendimiento ni las lesiones están permitiendo una estabilidad en esa zona; no obstante, parece que Garay-Abdennour –sin perder de vista en ningún momento a Mangala- serán los elegidos por Voro una vez el tunecino regrese de la Copa de África. Por su parte, Montoya se ha erigido como uno de los salvadores del equipo y llega al Estadio de la Cerámica habiendo marcado en dos partidos consecutivos.

En cuanto al Villarreal, poco se puede decir más allá de que es el equipo menos goleado de toda la Primera División. Sus grandes resultados se están apoyando mucho en la solidez a la hora de contener a los rivales, sean de la talla que sean, y tanto la pareja Musacchio-Víctor Ruíz (este último, demostrando un nivel espectacular) como Mario Gaspar-Jaume Costa están llevando a cabo a la perfección sus tareas defensivas.

Las parejas creadoras: el clímax amarillo contra la esperanza che

Llega el momento de empezar a destripar los centros del campo de estos dos conjuntos y, con ello, entender en profundidad cómo funciona cada uno de estos dos sistemas de juego. La medular es la sala de máquinas en casi cualquier equipo de fútbol, por lo que es básico observar sus engranajes.

Dani Parejo, la brújula del Valencia. Imagen: PhotoSilver (VAVEL)

Voro se encomienda al triángulo Enzo-Parejo-Soler para transmitir sus ideas al resto de jugadores. Se pueden distinguir dos roles muy claramente diferenciados en este trío: el destructor y los creadores. El argentino conforma el vértice más atrasado de esta figura geométrica y se entrega a la tarea de intentar detener cualquier tipo de ofensiva rival que ponga en peligro a su defensa.

Un poco más adelantada, aparece la pareja a la que todo el valencianismo se agarra para salir de esta situación: Dani Parejo y Carlos Soler, la experiencia y la ilusión del novato. El 10 es el corazón de su equipo, y si él late todo funciona mejor. Combina incorporaciones al ataque con ayudas en la contención; es el centrocampista total del Valencia, y le ha salido un socio. Con solo 20 años, Carlos Soler empieza a ser básico en el 4-3-3 (en realidad, 4-1-2-3) de Voro, y es que su capacidad para aparecer entre líneas, enganchando el centro del campo con el ataque, hacía mucha falta en Mestalla. El pasado domingo, ante el Espanyol, vimos por fin un equipo sólido, en el que el balón se movía de lado a lado con fluidez, abriendo huecos en la defensa rival; el nuevo binomio de organizadores funcionó a la perfección y llevó la esperanza a la grada.

Toca hablar de la zona media del Villarreal y, sin dejar de hablar de parejas, salen a escena dos de los jugadores más en forma del campeonato: Bruno Soriano y Manu Trigueros. Acompañados de dos interiores, conforman una línea de cuatro que lo es todo para el conjunto castellonense. Si antes se mencionaba la tarea creadora de los centrales, ahora hay que hacerlo con el trabajo de contención de la media amarilla. Cuando el equipo da un paso atrás, esta línea se convierte en un solo cuerpo y bascula con una efectividad que ahoga a cualquier rival; además, son capaces de elevar la presión cuando es necesario y, basándose en unas ayudas que llegan a recordar al Atlético campeón de Liga, robar la posesión muy rápidamente.

Bruno Soriano y Manu Trigueros son el cerebro del Villarreal. Imagen: PhotoSilver (VAVEL)

No obstante, toda esa agresividad se convierte en elegancia en cuanto el balón llega a sus pies. Han hecho del juego combinativo una de sus señas de identidad, y todo el que llega sabe que ha de adaptarse a ello. La solidez antes destacada a la hora de defender se transforma en holgura, movimiento y libertad; tres adjetivos llevados a su máximo exponente por Jonathan Dos Santos y Roberto Soriano, actuales interiores titulares, aunque Samu Castillejo cuenta mucho para Escribá también. El mexicano y el italiano –en derecha e izquierda, respectivamente- se convierten en satélites de Bruno y Trigueros y Manu Trigueros y Bruno Soriano son una de las parejas más en forma de la Liga Santanderorbitan continuamente a su alrededor, dándoles siempre una vía de salida del balón. ¿Qué significa esto? Que los carriles quedan libres y son autopistas a los ojos de Jaume Costa y Mario Gaspar. Es decir, se puede hablar de que, en muchas ocasiones, el Villarreal cuenta con hasta seis jugadores (cuatro centrocampistas más los laterales) que se asocian detrás de la delantera y mueven continuamente al equipo rival, tanto en ataque posicional como en salidas rápidas hacia la portería contraria.

Ya ha saltado a la vista la primera diferencia fundamental; la rigidez táctica que obliga a Enzo Pérez a no salir de su zona de contención se convierte en una absoluta flexibilidad en el caso de, por ejemplo, Bruno y Trigueros; que pueden llegar al área –y de hecho lo hacen- asociándose con sus laterales e interiores. Sin embargo, al mirar hacia delante surge otro de los distintivos esenciales: la forma de relacionarse con la delantera.

Dos conceptos diferentes de ataque

Con la lesión de Rodrigo, parecía que el tridente ofensivo del Valencia iba a ser Nani-Mina-Munir, pero la llegada de Zaza puede trastocarlo todo. De momento, hay que analizar lo que se ha visto. Con un centro del campo sin interiores, la labor de abrir el campo recae en los extremos, en este caso Nani y Munir. Suya es la responsabilidad de ensanchar al Valencia para poder profundizar en la defensa rival. Sin embargo, existe un factor que, aunque parece lejano, influye de La llegada de Zaza puede trastocar el actual trío atacante del Valenciamanera definitiva en el sistema de juego ofensivo: los laterales. Igual que ocurría en el caso de Jaume Costa y Mario Gaspar, tanto Montoya como Gayà suelen disponer de todo el largo de la banda para incorporarse al ataque. Los groguets gozaban de ello por la inexistencia de interiores puros que les quitasen el espacio y, en el caso del Valencia, aunque el sistema 4-3-3 tampoco cuente con esa figura, los extremos podrían molestar sus subidas. Para evitarlo, Voro coloca a sus puñales a pierna cambiada; consiguiendo que su tendencia a ir hacia dentro libere los carriles. El resultado es una acumulación de jugadores en la frontal que podría asemejarse a lo que ocurre con el, a veces multitudinario, centro del campo del Submarino; y que permite trenzar jugadas rápidas, como la que supuso el primer gol ante el Espanyol el pasado domingo, anotado por un Montoya que aprovecha muy bien los espacios generados por su delantera.

Santi Mina, el 9 del Valencia. Imagen: PhotoSilver (VAVEL)

La punta de la lanza está conformada por un Santi Mina que está empezando a asentarse como un 9 puro que antes no era. Una de las ventajas de su inexperiencia es precisamente esa maleabilidad que le está permitiendo adaptarse muy bien a su nuevo rol. Siempre peleón, el gallego tiene la tarea de fijar la defensa con el objetivo de facilitar las entradas de sus compañeros, además de ser el finalizador natural de los ataques por banda.

En la delantera del Estadio de la Cerámica reina otro ‘orden’, mucho más cercano al caos. Tratando de establecer una dupla titular, parece que Pato y Sansone son los hombres del momento. Por sus características, parece obvio que ninguno de los dos está cualificado para actuar como ariete fijo; es más, realmente ni el brasileño ni el italiano son delanteros al uso. Siempre apareciendo, facilitan el movimiento del balón cuando este tiene que acelerar y dejar la horizontalidad para buscar la red. Salen mucho de su zona y suelen intercambiar posiciones con los interiores –cuya libertad ya ha sido destacada-, haciendo que la defensa rival nunca sepa si seguirles o mantener su posición. Además, son endiabladamente veloces en conducción, capacidad que se combina con la buena presión del centro del campo y genera una gran cantidad de opciones al contraataque. En definitiva, Sansone y Pato son la versatilidad hecha carne y contribuyen definitivamente a la claridad con la que se maneja la posesión amarilla en el último tercio de campo.

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Sobre el autor
Diego Delgado
Periodismo en la UCM. Apasionado del fútbol y la música.