Se suele decir que ganar en el fútbol es algo muy difícil y complejo, por lo que hay que valorar cuando se consigue después de algo de tiempo. El Villarreal tras la victoria del sábado ante el Granada logró dejar atrás un deficiente comienzo de año en el que no pudo vencer al Barça, Valencia, Deportivo y Real Sociedad por partida doble. Sin duda, la victoria fue muy balsámica y sirvió para que las aguas volvieran a su cauce y todos los estamentos del club se calmaran en un momento de bastante necesidad acuciada por la impaciencia de la grada amarilla.

Lo cierto es que si se echa la vista atrás, en los anteriores partidos es difícil encontrar alguno en el que los de Escribá merecieran llevarse los tres puntos. Siendo generosos, solamente en el valioso empate ante el Barça, el Submarino pudo llevarse los tres puntos, ya que solamente el gol de Messi en los últimos instantes del choque lo evitó. En el resto de encuentros se mezclan sensaciones de falta de intensidad, como ocurrió en el derbi ante el Valencia o en el partido de ida de Copa del Rey en Anoeta y otros encuentros como el empate sin goles en Riazor, donde la apatía invadió al conjunto de Escribá.

Al haberse quitado la carga de no haber ganado con el comienzo del año, todo hace indicar que el Villarreal irá en línea ascendente, aunque las bajas en la enfermería (Soldado, Víctor Ruiz) y la sensación de que el equipo todavía no está a su nivel óptimo pueden ser las principales amenazas para el resurgir amarillo. Por otra parte la salida de Pato al fútbol chino y la llegada de Adrián López pueden darle un soplo de aire fresco a un vestuario que necesita estar unido para afrontar esta segunda parte de la competición, que promete ser apasionante.