Cuando, en la noche del nueve de agosto, sonó el teléfono de Fran Escribà debido a una llamada de la directiva del Villarreal para ofrecerle el puesto de entrenador, éste, probablemente, sintió una mezcla de ilusión por afrontar el reto y de sorpresa y duda por lo inesperado de la petición.

Finalmente, el técnico valenciano aceptó la proposición y se hizo con los mandos del ´Submarino Amarillo¨ cuando sólo faltaba una semana para disputar la previa de la Liga de Campeones. La dificultad era mayúscula: a la mala fortuna del sorteo (el AS Mónaco era el equipo más complicado al que podían medirse) se unía una larga lista de bajas para afrontar la eliminatoria.

Jonathan, Soldado, Jaume Costa, Bonera y Cheryshev no se encontraban disponibles por diversas lesiones, mientras que Víctor Ruíz cumplió en la ida una sanción y Sansone había disputado previa de Europa League con el Sassuolo. Un total de siete hombres con que no contar; difícil hándicap que sobrellevar, más aun cuando debía preparar la eliminatoria en menos de una semana.

El resultado no fue el deseado, los monegascos se impusieron por 1-2 y 1-0, respectivamente, pero no parecía tampoco justo en aquel momento culpar de la eliminación a un entrenador sin tiempo para planificar; el transcurso de la temporada demostraría su valdría, ese era el pensamiento generalizado.

La temporada, al menos en la Liga Santander, comenzó de modo titubeante, con dos empates que aumentaban las dudas sobre la figura de Fran; no obstante, la excelente racha de resultados que se dio durante los siguientes meses calmó las críticas, su primera derrota no llegaba hasta la décima jornada, en el campo de la SD Eibar.

Se antojaba posible que, tras un periodo comprensible de adaptación, el entrenador al fin consiguiese pragmar en el campo el equipo al que quería ver, que no distaba mucho del exhibido por Marcelino en su última temporada. Se intentaba combinar el buen toque y rápidas combinaciones con solidez defensiva y contraataques letales, y durante un tiempo, su efecto fue realmente beneficioso para los de La Plana.

Una serie de malos resultados ante equipos inferiores ´a priori´, donde los castellonenses obtuvieron 12 puntos en 10 partidos y sufrieron las cuatro derrotas que acumulan en la competición, volvieron a hacer cernir las dudas sobre la cabeza de Escribà.

Parece haber retomado la senda del éxito en la competición doméstica, donde acumula dos victorias y dos empates en la segunda vuelta, pero la irregular fase de grupos de Europa League ante rivales teóricamente asequibles y la ultrajante derrota ante la Roma, junto a algunos planteamientos excesivamente conservadores y a la falta de rigor con sus jugadores son las principales circunstancias en que se sustentan sus detractores. Tiempo le queda para demostrar que merece seguir dirigiendo al conjunto de La Plana.