"Jugando una primera parte tan lamentable, es imposible ganar un partido", declaraba Jaume Costa nada más terminar el partido entre Deportivo Alavés y Villarreal. Análisis directo y preciso del lateral valenciano, que en un potente ejercicio de autocrítica, fundamentó de manera incontestable lo que había sido el encuentro. Y es que, la primera parte del Villarreal en Mendizorroza fue ciertamente "lamentable", puesto que ya desde que el balón se puso en juego se vio un Submarino acobardado, rezagado en posiciones defensivas, sin iniciativa y cediendo al conjunto babazorro el control de balón. 

No tardaría en avisar Ibai Gómez de la calidad que atesora en su disparo, aunque en esta ocasión respondió bien Andrés (que está logrando que no se eche tanto de menos a Asenjo). El Alavés tenía el balón, dominaba y controlaba el balón, y aunque sin sacar grandes réditos ofensivos a sus posesiones, lo cierto es que impidieron que el Villarreal pudiese crear peligro, o al menos los primeros veinte minutos. Y es que por unos minutos, las ocasiones las crearon las camisetas amarillas, que consiguieron abrirse hueco entre la defensa vitoriana, pero se quedó en un simple espejismo. Un disparo a puerta de Roberto Soriano, y acto seguido el dominio volvió a los babazorros, que en esta ocasión de mano de Ibai se pondrían por delante en el marcador.

Tras el gol, el Villarreal volvió a querer crear peligro sobre la meta de Pacheco, pero nuevamente se quedó en un espejismo que acabó con el (2-0) que puso Rodrigo Ely en el marcador con un potente testarazo directo a la red. Y es que el Villarreal pagó muy severamente su pasividad, pero según la doctrina de Fran Escribà, en los partidos de fuera de casa hay que jugar "a que no pase nada", y como es obvio cuando no se quiere jugar, al final se aprovechan de uno.

Fuente: PhotoSilver (VAVEL España)
Fuente: PhotoSilver (VAVEL España)

El descanso fue reparador para el Submarino y con cambios dogmáticos por parte de su entrenador. El Fran Escribà de "no querer jugar a nada" paso a ser el Fran Escribà de "darse cuenta que la Champions se aleja". Pero la reacción ya llegaba tarde, pero no por ello era menos lícita ni luchada.

Se habla que el cambio dogmático en Escribà fue profundo, y es que tardó diez minutos en realizar el primer cambio, cuando normalmente no llega hasta sobrepasado el minuto 70. Manu Trigueros hizo su incursión en el terreno de juego en sustitución de un Rodrigo que pecó de inexperiencia en un encuentro en el que lo dejó todo sobre el campo, pero sin suerte. Con el cerebro del equipo ya sobre el verde, el Villarreal comenzó poco a poco a parecerse al equipo ofensivo que se ve en los partidos de casa; Roberto Soriano comenzó a carburar, Sansone apareció más regularmente en el juego y Bakambu se posicionó en punta de lanza para aprovechar sus ocasiones, como hizo en el minuto 70 para dar pie a creer en la remontada.

También entraron Santos Borré y Leo Suárez para darle más dinamismo al ataque. Pellegrino, por su parte, se blindó, llegando a meter hasta seis defensas sobre el campo, y aún así se aprovechó de tener al Villarreal volcado arriba para asustar con dos claras ocasiones de Katai. Aunque ninguna comparable con la que tuvo Cédric Bakambu en el minuto 92, plantándose sólo ante Pacheco, y cuando sólo quedaba empujar la pelota, se pasó ajustando y el balón se marchó desviado.

Sin duda, un partido que supone un golpe a las aspiraciones europeas del Villarreal, que ve como se alejan las posiciones de Champions y cómo el Athletic de Bilbao se coloca a un punto, y la Real Sociedad a dos. Los sueños aún pueden cumpirse, pero jugando "a que no pase nada" como ante el Alavés, la Champions seguirá en un horizonte muy lejano.