A falta de tres jornadas para la conclusión de la liga, el Fútbol Club Barcelona no se ha descolgado de la pelea por el título nacional, sino todo lo contrario. Con su triunfo por 2-3 en el Bernabéu, ha dado un golpe en la mesa y ha dejado claro que si el Real Madrid quiere volver a proclamarse campeón de LaLiga Santander, deberá sudar para lograrlo, y esa es la dinámica en la que se han visto envueltos ambos conjuntos desde ese encuentro, con unos jugando antes que el otro, y metiéndose presión con cada victoria del otro, como acostumbran a hacer durante toda la campaña, siendo lo normal en dos equipos de semejante entidad. Los azulgranas, próximos rivales del Submarino, tienen clara su idea de juego desde hace mucho tiempo, en buena parte gracias a la notable influencia de Johan Cruyff en la historia del Barcelona, instaurando un modelo que se ha venido practicando desde la época dorada del "Dream Team", y que ha ido sufriendo modificaciones y variaciones con el paso de los años, pero siempre respetando una idea fundamental: el gusto por el toque de balón y el control de la posesión.

4-3-3 con la MSN como punta de lanza

Suárez, Neymar y Messi celebran un gol ante el Atlético | Fuente: itv.com
Suárez, Neymar y Messi celebran un gol ante el Atlético | Fuente: itv.com

El esquema de juego clásico del Fútbol Club Barcelona es el 4-3-3, con cuatro defensas cerrando, tres centrocampistas por delante de ellos, y tres atacantes, de los cuales dos suelen caer a banda acompañando a un jugador más avanzado, que lo normal es que fuera un delantero, pero durante muchos años fue la máxima expresión del llamado “falso nueve”, con Guardiola como técnico y Messi ejerciendo esa función. Gran parte del éxito del técnico catalán en sus años en el banquillo del Camp Nou fue conjugar el enorme nivel de dos de los mejores centrocampistas que ha visto este país, Xavi Hernández y Andrés Iniesta, con el talento del argentino Leo Messi en la parte del ataque, unido a un Sergio Busquets en su plenitud y en constante proceso de crecimiento, barriendo por detrás de ellos. Todo esto, unido a una generación de futbolistas únicos, hizo que pocos tosieran al Barcelona de Guardiola durante los años que fue el técnico culé.

Pero los años pasan y las ideas se renuevan. Luis Enrique sigue apostando por el juego de toque de balón y control de la posesión, como cualquiera que se siente en el banquillo azulgrana, pero ya no se abusa muchas veces de ese estilo para ganar los encuentros, ya que uno de los problemas del Barcelona de Guardiola fue que llegó un punto de estancamiento, en el que ya no sorprendía tanto con sus planteamientos ofensivos, por lo que muchos le tomaron la medida y ya no se presentaba un conjunto tan letal como antaño. El técnico asturiano comenzó a apostar desde su llegada por un método tan antiguo como el propio juego: empezar a valorar la opción del contraataque y las transiciones rápidas como forma de romper las defensas rivales. Durante los años de Lucho como entrenador del Barcelona, muchos encuentros se han sacado adelante a base de transiciones rápidas y un fútbol más directo que el típico horizontal que acaba produciendo muchas veces la posesión del balón. No obstante, buena parte del éxito del míster en sus años en la capital catalana tiene nombres y apellidos: Leo Messi, Luis Suárez y Neymar.

La apodada “MSN” es, probablemente, una de las mejores delanteras de la historia del fútbol, y los éxitos del Barcelona más recientes se apoyan en la clarividencia de tres futbolistas extraordinarios, y de la buena sincronía entre ellos, algo que otros jugadores que han pasado por el conjunto catalán no han tenido; por ejemplo, nadie duda de la calidad del sueco Zlatan Ibrahimovic, pero el ariete nunca llegó a encajar en el equipo azulgrana, al no entender qué esperaba de él Guardiola, o bien el técnico no encontrar la tecla para que entrara en la maquinaria culé. Todo lo contrario que Luis Suárez, que se ha convertido en un socio magnífico para Neymar y Messi. Sus números lo abalan, y la calidad del uruguayo queda demostrada temporada tras temporada, anotando unas cantidades estratosféricas de goles. El brasileño, por su parte, entiende a la perfección la forma de jugar del Barcelona, y su velocidad y regate hacen de él uno de los jugadores más peligrosos de nuestra liga y del mundo, ayudado en buena parte por la increíble compenetración con sus otros dos compañeros de ataque. Pero claro, todo esto no funcionaría tan bien de no ser por un hombre, Leo Messi.

Messi como piedra angular

Messi, celebrando su decisivo tanto en el Bernabéu hace unas jornadas | Fuente: goal.com
Messi, celebrando su decisivo tanto en el Bernabéu hace unas jornadas | Fuente: goal.com

Lionel Messi es, para muchos, el mejor jugador de todos los tiempos. El talento que posee en su zurda, y también un gran control en su diestra, hacen del argentino uno de los futbolistas más completos que ha producido la cantera azulgrana y que ha pasado por la liga española desde sus inicios. Cuando se confecciona las alineaciones, suele siempre aparecer ubicado en el lado derecho del ataque de su equipo, pero claro, eso es en la teoría, porque Messi escoge y elige por dónde hacer más daño, y como ser más productivo para su equipo.

Si el Barcelona de Guardiola funcionaba a la perfección mediante del equilibrio otorgado por sus centrocampistas, con Busquets haciendo la labor oscura, Iniesta inventando, y Xavi dirigiendo la orquestra, el actual Barcelona vive de la clarividencia que tenga la MSN en sus jugadas de ataque, pero, por encima de todo, del papel de Messi en cada encuentro. El argentino, tras la marcha del anterior “6” azulgrana, comenzó a ejercer también funciones propias del catalán, partiendo desde atrás y observando el terreno de juego con más perspectiva que la puede obtener desde el costado derecho, para decidir cómo culminar la jugada de la mejor forma posible, y muchas veces originando la diferencia con los rivales desde esa posición centrada. Una de las claves de la victoria azulgrana en el Bernabéu hace unas jornadas fue la irrupción de Leo por la parte central del terreno de juego, causando estragos en el esquema del Real Madrid, y haciendo prácticamente imposible detenerle.

Seleccionar a un jugador para que marque a Messi individualmente es lo más próximo a un suicidio que puede llevar a cabo el preparador del rival respectivo de los azulgranas, ya que, en el caso de que salga bien la jugada, siempre habrá alguien para cubrir el hueco dejado por el argentino y generar la diferencia por ahí. Y muchas veces, cuando parece que ha sido detenido, Messi encuentra la forma de quebrar la defensa rival y encontrar el hueco para un pase medido, o para marcar un gol por ese hueco que parece imposible para muchos. Leo recogió la batuta dejada por Xavi, y si ya era determinante cuando el catalán le cubría las espaldas, ahora es un futbolista más completo y más esencial para los suyos.

Once tipo: Ter Stegen; Sergi Roberto, Piqué, Mascherano, Jordi Alba; Busquets, Rakitic, Iniesta; Neymar, Suárez, Messi.