Cristina de Pizán: pionera del feminismo
Cristina de Pizán / Fuente: wikicommons

Este importante personaje de la Historia ha sido del interés de una nueva disciplina, denominada Historia de las Mujeres. Esta tiene el objetivo de utilizar a la mujer como objeto de análisis. Apareció en los años 80 del siglo XX y pretendía situar a la mujer en un plano diferente al impuesto por el patriarcado.

Asimismo, esta disciplina nació como consecuencia del surgimiento de los Estudios de género y la Historia Social. Se tratan las condiciones de vida de diferentes grupos sociales, como las mujeres, y se analizan sus aportaciones culturales e históricas (ámbito donde Cristina de Pizán sobresalió notablemente).

Estas nuevas corrientes historiográficas de estudio pretenden editar, interpretar y divulgar una nueva visión de los hechos, ampliando las fuentes en las investigaciones. Además, se da importancia a diferentes ámbitos, como el literario, donde las fuentes femeninas aportan nuevas visiones sobre lo ya afirmado por hombres.

Esta, nuestra protagonista, y los nuevos temas de investigación en Historia arrancaron con la Escuela de los Anales, que abogaba por llevar a cabo una “historia total”. Es decir, abordar todos los aspectos en el mundo material e inmaterial. Es una reacción a la tendencia dominante en el momento, que daba prioridad a los acontecimientos políticos. En la misma línea, surge la historia de las mentalidades, que estudia los sentimientos y el pensamiento de una sociedad del pasado. En relación con Cristina de Pizán, la sociedad medieval. El objetivo no es dar una nueva visión, sino ampliar el tipo de documentos utilizados como fuentes históricas. Por ejemplo, la literatura, donde esta obtuvo un lugar reseñable.

Cristina de Pizán nació en Venecia en el año 1365 en una familia acomodada. Sus inquietudes tuvieron su origen en su familia, pues su padre era médico y astrólogo y su abuelo fue consejero de la República de Venecia.

Se casó con Etiene Casel a la edad de 15 años, un secretario del rey. Fruto del matrimonio nacieron tres hijos. Diez años después del enlace, Etiene murió y Cristina, lejos de buscar un nuevo esposo o ingresar en un convento, se dedicó íntegramente a la literatura. En un primer momento, los textos que desarrolló eran de diverso tipo, predominando baladas de amor que tuvieron buena crítica entre los miembros de la Corte. Posteriormente, se insertó en diferentes ámbitos, como el de las cuestiones de género. Un ambiente que no estaba destinado a las mujeres. 

 

Grabado de la época de Cristina de Pizán / Fuente: wikicommons
Grabado de la época de Cristina de Pizán / Fuente: wikicommons

 

La obra más famosa de Cristina de Pizán se titula “Ciudad de las damas” (1405) en la que trata el tema predominante en la “Querella de las mujeres”, iniciada en 1400, sobre la naturaleza femenina. Defendía que se habían impuesto unos papeles determinados a las mujeres que no se correspondían, en absoluto, con la realidad.

Su principal enemigo era la misoginia y luchó contra él a través de las palabras. Además, en esta actividad no era reconocida, pues el arte de escribir estaba destinado únicamente a los hombres. Según el patriarcado, la mujer tenía como espacio reservado el hogar y el cuidado de los diferentes miembros de la familia.

Diversos autores han afirmado que la misoginia es una realidad física, psicológica y simbólica. Disfraza tanto acoso físico y psíquico como humillaciones o marginación, que legitiman todo este tipo de prácticas establecidas en el sistema patriarcal.

Cristina de Pizán denunció estas desigualdades y maltratos a los que se sometían las mujeres y, de las que ella misma, fue víctima. Además, quiso ofrecer una visión de la realidad desde una perspectiva diferente, no la impuesta por los autores masculinos. En consecuencia, poniéndose a sí misma como ejemplo, reivindicó el papel de la mujer en el mundo del trabajo, la política o la cultura.

Tenía una conciencia de sí misma como mujer. Su obra ha sido considerada como “la primera utopía renacentista” en lo que se refiere a romper con el orden establecido en lo que respecta a las mujeres.

 

Cristina de Pizán y la reina Isabel / Fuente: wikicommons
Cristina de Pizán y la reina Isabel / Fuente: wikicommons

 

Poco a poco se fue convirtiendo en el personaje intelectual más destacado de su momento histórico. Este perfil se intensificó aún más en los debates en los que intentó participar en la antes mencionada “Querella de las mujeres”.

En general, se cuestionó la hegemonía masculina en el dominio del saber. Luchó de manera insaciable contra la impuesta y popularizada inferioridad de la mujer y, por consiguiente, superioridad masculina.

Su argumentación filosófica-teológica fue plasmada en toda su obra literaria. Así, es en la actualidad tratada como una de las primeras mujeres que luchó en pro de la igualdad, la equidad de género y el feminismo. Tenía el deseo de que las mujeres obtuvieran un papel en la ciudad. Además, defendía que podían tener una mejor vida, al igual que los hombres, y romper con los tabúes y roles que la sociedad les había impuesto

Es cierto que la importancia de Cristina de Pizán en el feminismo es indudable, pero no hay que olvidar a otras mujeres medievales como Leonor de Aquitania o Juana de Arco. A pesar de lo que siempre ha intentado imponer la historiografía tradicional acerca de que en la Edad Media se vivió un proceso de retroceso en todos los ámbitos, no fue del todo así. Si esta premisa fuera totalmente cierta no hubieran podido surgir personajes como los antes citados.

Si bien, es correcto que la Iglesia fue aumentando su poder e imponiendo, por consiguiente, sus valores. Asimismo, se insertó en juzgar los comportamientos femeninos y establecer lo que estaba bien visto o no. Además, este orden que finalmente se impuso fue aceptado por la sociedad y legitimado por el sistema patriarcal, del que en la actualidad somos herederos.

En definitiva, Cristina de Pizán no solo cuestionó el sistema masculino y su consecuente autoridad, sino que cuestionó la religión y la moral establecida por la misma. Se mostró como firme defensora de la siguiente afirmación: para conocer la verdad es necesario interactuar tanto con uno mismo como con el exterior, para llegar a una conclusión a través de la reflexión y la experiencia.

BIBLIOGRAFÍA:

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- RÍOS GUARDIOLA, Mª. G., HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Mª. B. y ESTEBAN BERNABÉ, E. (eds.) (2016) Mujeres de letras: pioneras en el arte, el ensayismo y la educación. Murcia, España: Región de Murcia, Consejería de Educación y Universidades, Secretaría General, Servicio de Publicaciones y Estadística.

- DUARTE CRUZ, J. Mª. y BALTAZAR GARCÍA-HORTA, J. (2016) Igualdad, Equidad de Género y Feminismo, una mirada histórica a la conquista de los derechos de las mujeres. Revusta CS, nº 18, pp. 107-158.

- FUENTE, Mª. J. (2009) Querella o querellas de las mujeres: el discurso sobre la naturaleza femenina. Cuadernos Koré, vol. 1, nº 1, pp. 11-27.

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