Micaela Bastidas: consejera y esposa
Micaela Bastidas. Fuente: wikicommons

La rebelión de Tupac Amaru ha sido un tema tratado por la historiografía desde muy amplias perspectivas o puntos de vista. Si bien, es necesario destacar que en 1780 se sucedieron diferentes rebeliones contra la autoridad colonial española, que incrementaron la inestabilidad en el territorio del sur andino. Esta serie de movimientos culminaron con la insurrección mencionada, que estalló el 4 de noviembre de 1780. Su ámbito de origen fueron territorios como Tinta, Combapata, Tungasuca, Surimana, Sucani, Pitumarca, Condoroma, Pampamarca o San Pedro de Caccha, pertenecientes a las regiones de Canas y Canchis.

Por otro lado, el sur de la zona andina nunca olvidó el pasado esplendoroso del Imperio Inca, anterior a la colonización española. Por este motivo, y por diversas acciones allí acontecidas, Tupac Amaru no cesó en su cuestionamiento acerca del devenir de su región. Dicho personaje se posicionó como caudillo apelando a su herencia y haciendo referencia a cuestiones mitológicas incas. Estas se relacionaban con la lucha indígena contra los invasores europeos, que se entremezclaban con las creencias de influjo colonial.

En lo que respecta a Micaela Bastidas, tal fue su importancia en esta insurrección, que ha sido denominada por la historiografía como "Jefa de la retaguardia india de la rebelión de Tupac Amaru”. Su táctica en la lucha se basó en la actuación rápida y en el ataque directo al fuerte de Cuzco. Además, en los diferentes documentos conservados sobre el movimiento de Tupac Amaru, Micaela Bastidas aparece en numerosas ocasiones en los mismos. Estas fuentes primarias escritas nos hacen constatar la realidad de la que venimos hablando: no se limitó a ser la esposa de, sino que actuó de manera constante en el levantamiento de 1780.

Micaela Bastidas y Tupac Amaru II en la rebelión del Virreinato de Perú. Fuente: wikicommons

Conforme Tupac Amaru II avanzaba y expandía el levantamiento en Perú, esta se puso al frente de la política y la administración de la región dominada por su marido. De este modo, se hizo cada vez más presente en actividades públicas y aumentó su poder. Incluso aprobó ciertas normas y se dirigió a otros caciques. Se comunicó constantemente con consejeros, corregidores y gobernadores de la región para informarles de las intenciones del líder de sublevarse contra el poder de la Corona española.

Según prosperaba la insurrección, a finales de 1780 Micaela se encontró con Tupac y juntos se dirigieron a Cuzco. Este hecho dio paso a que este personaje abanderara la resistencia indígena del pueblo peruano.

Autores como Boleslao Lewin afirman que “Micaela no era una persona que se satisfacía con dar consejos únicamente”. Así, actuó de manera efectiva, reclutó a gente para el propósito emprendido por su esposo y, en ciertas ocasiones y cuando lo vio necesario, usó la fuerza militar. Su faceta de consejera y protagonista indiscutible en el movimiento independentista del Virreinato de Perú es apreciable en diversos documentos dirigidos a su marido que se han conservado hasta la actualidad.

Intentó huir con sus hijos y algunos parientes al conocer la detención de Tupac Amaru y Antonio Bastidas. Pero esta acción no fue victoriosa y, tras una emboscada, fue detenida y enjuiciada. El juicio estuvo dirigido a todos los detenidos partícipes de la insurrección, que duró del 17 de abril al 14 de julio de 1781. Lo dirigió el Juez Benito de la Mata Linares. Al igual que su marido y demás colaboradores, fue condenada a pena de muerte. El desenlace final de estos personajes se debe, en gran parte, a las acusaciones del visitador José Antonio Arche.

Ejecuciones tras la rebelión de Tupac Amaru. Fuente: wikicommons

En lo que respecta a la forma de ejecución que se llevó a cabo contra Micaela Bastidas, las torturas protagonizaron los momentos previos a la muerte (al igual que ocurrió con su marido). Así, se le cortó la lengua, pero no se optó por la decapitación, sino por el garrote vil. Las fuentes de la época apuntan que el problema de esta técnica en relación con esta mujer fue que, debido a la extrema delgadez de su cuello, no se logró que se ahogara. En consecuencia, se procedió a la continuación de torturas, tales como patadas en diversas partes del cuerpo, que le condujeron a la muerte. Tras certificar su defunción, se procedió a descuartizarla. Así, diversas partes de su cuerpo fueron expuestas o quemadas.

En definitiva, tanto ella como su marido intentaron despertar en la población el sentimiento andino. Y, a pesar de su ejecución, esta conciencia indígena triunfó. Por este motivo, es necesario prestar atención a personajes históricos como Micaela Bastidas, una mujer que, pese a su condición de género, supo liderar un movimiento de tal magnitud, se posicionó a favor del mismo y llegó a tener un protagonismo similar al de su marido.

Fuentes:

-GUARDIA, Sara Beatriz: Micaela Bastidas y la insurrección de Tupac Amaru 4 de noviembre de 1780. Lima, Año XVII nº 163, 2015.

-LAVIANA CUETOS, María Luisa: Condorcanqui, José Gabriel. Túpac Amaru II. Madrid, Diccionario Biográfico Español, Real Academia de la Historia vol. XIV, 2010.

-LEWIN, Boleslao: La rebelión de Túpac Amaru y los orígenes de la independencia de Hispanoamérica. Buenos Aires, AR Sociedad Editora, 2004.

-GARGALLO, Francesca (coord.): Antología del pensamiento feminista. Tomo I, del anhelo a la emancipación. Ciudad de México, Biblioteca Ayacucho, 2009.

-HUERTO VIZCARRA, Héctor (ed.): Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú. La rebelión de Túpac Amaru II. Volumen I. Perú, ACUEDI Ediciones, 2017.

-LOAYZA, Francisco A.: Mártires y heroínas. Documentos inéditos del año de 1780 y 1782. Lima, Imprenta Miranda, 1945.

-O´PHELAN GODOY, Scarlett: La rebelión de Tupac Amaru: organización interna, dirigencia y alianzas. Cuzco, Histórica vol. III, nº 2, diciembre 1979.

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