El partido de la Gran Guerra
(Fuente: ateosdeldeporte.com).

La Gran Guerra había empezado en agosto. Se aproximaba ya el día de Navidad en las tricheras cerca del estuario del Yser, en el Flandes Occidental, Bélgica. El frío congelaba las extremidades inertes de los soldados a ambos lados de la extensa explanada que separaba a las dos trincheras. El gobierno alemán había provisto a los soldados alemanes de abetos para que pudieran adornar las tricheras y poder tener un toque navideño en una tierra tan hóstil como estaba siendo Flandes.

La trinchera alemana fue una que autovía kilométrica de luz en la que los soldados comenzaron a cantar villancicos. Al otro lado de "la tierra de nadie", unos metros de terreno muerto, sin vegetación, solamente poblado de cadáveres, los aliados no sabían que ocurría, ¿atacarían los germanos? Varios alemanes que habían vivido en Inglaterra le dijeron agazapados desde su trinchera a los ingleses que ellos no atacarían, era Navidad y querían una paz momentánea.

Poco a poco soldados desde las dos trincheras fueron saliendo de ellas para dirigirse a "la tierra de nadie", sin armas, se saludaron y comenzaron a cantar villancicos todos juntos como si nada, como si se conocieran de toda la vida, y lo más importante, como si al día siguiente no tuvieran que apretar el gatillo cuando se encontraran unos con otros. Esto sucedió en la noche del 24 de diciembre.

El día 25 continuó la misma tónica festiva ya que era el propiamente dicho, día de Navidad. Las armas se quedaron a un lado, ambos bandos se ayudaron a montar los árboles de Navidad. De la nada salió un balón maltratado por la guerra con el que los dos aenemigos, este día hermanados, decidieron jugar un partido de fútbol. Con la ineludible visión de los cadáveres como aficionados en primera fila del encuentro. El partido duró 60 minutos y ganaron los alemanes 3-2 a los ingleses.

La contienda finalizó en el momento en el que uno de los generales de uno de los dos bandos disparó al aire. Ese día unos enemigos a otros se ayudaron a enterrar a sus muertos. Fue un día de paz en un momento idóneo. Al día siguiente la guerra continuó su transcurso.

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