Los claroscuros de Vermeer
Ver en Delft (1660-1661) de Johannes Vermeer

De hecho, de Johannes Vermeer (1631-1675) se desconoce hasta su fecha de nacimiento (solo se tiene la del bautismo) y no se sabe a ciencia cierta ni que estudios artísticos poseía, ni sus influencias directas. Ni siquiera está clara su adscripción generalizada al arte barroco neerlandés. Su biógrafo Théophile Thoré (1807-1869), no pudo confirmar nada de esto con exactitud, pero fue su trabajo en el siglo XIX, el que abrió al mundo la figura, vida y obra de Vermeer.

Ni siquiera llegó a ser un autor de gran importancia en su tiempo. Su escasa obra no estuvo dedicada al mercado del arte, sino que fueron en su mayoría cuadros de encargo para mecenas. Y este es otro de los misterios que giran en torno al artista, porque se sabe que acumuló muchas deudas durante su vida y poco se conoce de sus ingresos, además de la venta de sus cuadros y la posible fortuna de su esposa. Pero todos sus fondos acabaron desapareciendo y a la muerte del pintor, solo existían deudas.

De su vida privada se sabe también poco, aunque esto no es extraño en el modo de vida calvinista de estos momentos en Delft. No se sabe si era alto o bajo, gordo o flaco, o como era su rostro, aunque muchos de nosotros le asociemos ya para siempre con las facciones de Colin Firth, el actor que le encarnó en el cine. Existe, no obstante, una figura que muchos identifican como un autorretrato del pintor, una figura que aparece en el cuadro “La alcahueta” (c. 1656). Pero tampoco es seguro.

"La alcahueta" (detalle) posible autorretrato de Vermeer (c.1656)
"La alcahueta" (detalle) posible autorretrato de Vermeer (c.1656)

Su matrimonio fue extraño. Él era calvinista y Catharina, su esposa, católica. Se dice que llegó a convertirse al catolicismo cuando toda la familia tuvo que refugiarse en la casa de su suegra por las cargas familiares (llegaron a tener quince hijos de los que vivieron once), pero no está probado y lo cierto es que siempre mantuvo una proximidad política al calvinismo, a la causa de Guillermo de Orange (1533-1584) y a las aspiraciones de los Países Bajos frente a la católica España.

"Alegoría de la pintura" (c.1666)
"Alegoría de la pintura" (c.1666)

Algunos de sus cuadros demuestran esta afiliación. Por ejemplo, en “Alegoría a la Pintura” (1666), donde la protagonista es la musa de la historia y conforma, a la vez, un escenario político-histórico que parece dedicado a la causa de los Orange, con la enorme presencia del mapa de Nicolaus Visscher que representa las 17 provincias de los Países Bajos anteriores a 1609, fecha de la paz con España. También se aprecia en el cuadro “Vista de Delft” (1660-61), el de la cabecera, donde se entiende que la iluminación central sobre la torre de la Nieuwe Kerk, lugar del enterramiento de Guillermo de Orange, es un sentido homenaje a su persona y política.  

No son las únicas obras con esta posible intencionalidad histórico-política. En “El soldado y la muchacha sonriendo” (1658), una obra adscrita a su serie de pinturas intimistas, el mapa que preside la estancia representa Holanda y la Frisia occidental, posiblemente en torno a la guerra anglo-holandesa de 1652. Por cierto, que esta obra es considerada como la primera de muchas en las que Vermeer pudo utilizar la técnica conocida como “cámara oscura”, un sistema un tanto artificial, que confiere a la pintura una casi apreciación fotográfica.

Las pinturas que le han dado más fama son sus pequeñas obras de interiores (suelen tener un tamaño reducido, entre 40 y 45 cms), dotadas de un exquisito tratamiento de la luz, una marcada utilización del color y una cuidada atención a los detalles más personales, lo que puede explicarse, tal vez, porque se estima que las modelos podrían haber sido sus propias hijas. “La encajera” (c.1669), por ejemplo, fue considerada como una obra maestra por pintores como Renoir, Van Gogh, Picasso o Dalí.

"La joven de la perla" (c.1665)
"La joven de la perla" (c.1665)

Pero sin duda, es La Joven de la Perla” (1665-67) su cuadro más popular, casi un emblema de los Países Bajos, donde se exhibe desde 1902 (en el museo Mauritshuis de La Haya) y donde es conocido como la “Mona Lisa del Norte”. Sabíamos ya que la joven podría no ser un retrato de encargo, sino un tronie, una especie de obra de prácticas, un entretenimiento del autor mientras recibía algún encargo de importancia, y que su atuendo es un tanto exótico para los gustos calvinistas del autor: se tituló incluso “Retrato al estilo turco” y más tarde como “Joven con turbante”. Solo desde 1995 se conoce como “La joven de la perla”.

Pero recientes investigaciones han sacado a la luz un nuevo claroscuro vermeeriano: no es una perla lo que porta en su oreja la muchacha del retrato, sino que podría ser una simple chapa cóncava de plata o estaño.

Así lo afirmó Vincent Icke en la revista New Scientist en diciembre de 2014, quien basó su teoría en que las perlas no eran tan comunes en el siglo XVII en los Países Bajos (sin embargo Vermeer tiene otro cuadro titulado “La tasadora de perlas”, de 1665), ni la familia Vermeer era tan pudiente como para poseerlas, ni la perla del cuadro parece tener un brillo y tamaño normales, añadiendo con todo ello más misterio y claroscuros a la vida del pintor neenlandes.

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