El diablo "disfrazado" de mujer en la "Noche de Ánimas"
Mano tallada en la "Cruz de los Descalzos" (Cuenca) | Fotografía: Xus JC

La noche que separa a los días uno y dos de noviembre, la Noche de Ánimas, ha sido a lo largo de los siglos fuente de inspiración para todo tipo de creencias, tradiciones y leyendas. En la actualidad muchas personas la confunden con Halloween, la noche del 31 de octubre; pero mucho antes de que la mercadotecnia popularizara la fiesta de las calabazas, la Noche de Ánimas provocó más bien pocas risas. Muy al contrario; fue noche de temor y respeto. Sin embargo, en el origen de ambas tradiciones hay un denominador común: la creencia de que durante esa noche es más fácil cruzar el umbral que comunica al mundo de los vivos con el de los muertos.

El bellísimo casco histórico de la bellísima Cuenca es propietario de una de esas historias que transcurren durante la Noche de Ánimas. Conocida como "La cruz del diablo" o "La cruz del convertido", se trata de una de las leyendas más populares y con más arraigo de la provincia castellana.

Corre el siglo XVIII. El joven Diego es hijo del oidor de la villa y, al contrario que su padre, no goza de muy buena reputación. Poco proclive a la mesura, Diego es a menudo el protagonista de juergas, trifulcas y todo tipo de asuntos turbios. Destaca el trato poco caballeroso con las mujeres, a las que no duda en utilizar y manipular haciendo uso de su atractivo. Así es hasta que por la ciudad aparece una bellísima y enigmática forastera. Ésta, que responde al nombre de Diana, monopoliza la voluntad del joven Diego, obsesionado desde ese momento con seducirla.

En este punto la leyenda se bifurca en dos relatos diferentes. En el primero Diana no tarda en satisfacer los deseos de Diego, que se hunde en la desesperación cuando la joven forastera desaparece sin dejar rastro. En el segundo, Diana, consciente de las intenciones de Diego, juega con él haciéndole creer que podrá lograr lo que pretende, pero sin que ese momento acabe de concretarse.

Ambas versiones tienen su desenlace en la tarde-noche del uno de noviembre, día de Todos los Santos. Los amantes se encuentran frente al atrio del convento de los Descalzos. En la primera versión Diego encuentra a Diana, que ha regresado a la ciudad; en la otra, ésta lo ha convocado con la promesa de proporcionarle lo que durante tanto tiempo ha deseado.

Diego y Diana dan rienda suelta a su pasión mientras la tormenta invade la ciudad. Es entonces cuando Diego ve revelada la auténtica naturaleza de su acompañante. La luz de uno de los relámpagos le permite ver una horrible pezuña como extremo de una pata de cabra que sobresale por debajo de su falda. Así es como descubre aterrorizado que durante mucho tiempo ha estado cortejando al mismísimo diablo y que esa noche, la Noche de Ánimas, éste ha decidido llevárselo para siempre. Diego se arroja sobre la cruz que hay en el atrio del convento, único y último recurso para lograr librarse de aquel horrible ser. Mientras la abraza con fuerza, Diana lanza un enorme alarido y desaparece. Así concluye la pesadilla.

Como es habitual en cualquier narración de estas características, hay múltiples variantes de la historia. Algunas hablan de un duelo previo al desenlace en el que Diego mata a su adversario. Otras indican que, para evitar que se moje caminando entre charcos, Diego lleva a Diana en brazos y que es en ese momento cuando ve su pata de cabra. También las hay que incorporan a otros personajes o que hablan de una persecución final. Ninguno de esos detalles cambia la esencia y el mensaje de la leyenda. En lo que sí coinciden los relatos, al menos la mayoría, es en señalar que Diego decidió ingresar en un convento, tal vez el de los Descalzos, para no salir nunca más.

Cruz de los Descalzos (Cuenca) | Fotografía: Xus JC

La cruz que podemos visitar en la actualidad fue construida e inaugurada en febrero de 2010; tan sólo el fragmento que contiene la mano fue rescatado de la cruz anterior. Por desgracia, habían sido varias las ocasiones en que actos vandálicos la habían destrozado. Respecto al significado de la mano también hay dos teorías. Mientras en una se indica que se trata de la mano de Diego, que quedó marcada al abrazarse a la cruz, la otra afirma que fue la zarpa de Diana, el diablo, la que quedó incrustada al atacar a Diego.

Es muy evidente la vocación moralizante de esta leyenda. Mientras la conducta de Diego provoca que éste sea tentado y seducido por el diablo, es la cruz la que le permite salvar su vida y su alma. Por otra parte, se emplea la figura de la mujer, de lo femenino, como fuente de tentación y perdición. Aun así, no son pocas las narraciones que, similares o no, hablan de la aparición de un ser con patas de cabra. Desde el punto de vista antropológico y, por qué no, desde el misterio, la cuestión no tiene desperdicio.

Al margen de creencias y opiniones, ésta, como otras, es una bonita leyenda para contar en la Noche de Ánimas. Este tipo de historias dicen bastante más de lo que fuimos (y por extensión de lo que somos) de lo que en muchas ocasiones nos mostramos dispuestos a aceptar. Después de todo, parece que nuestros miedos y anhelos no han variado gran cosa.

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