El cielo se despeja, pero la tormenta brota del asfalto. No está guiada por los truenos, sino por el sonido ensordecedor de los cláxones de los taxis y los coches oficiales. Esto es Londres, la 'City', la capital del deporte durante las próximas dos semanas. Pero también un embudo al volante. Con la progresiva llegada de todas las delegaciones de deportistas, circular por avenidas como Oxford Street o Piccadilly Circus se está convirtiendo en una verdadera odisea. Y si no que se lo pregunten a David Ferrer o Anabel Medina, dos de las principales bazas españolas en la cita olímpica que arranca este 28 de julio en las pistas de Wimbledon, que para acceder a la Villa Olímpica desde el aeropuerto de Heathrow la pasada noche debieron lidiar con un recorrido tortuoso y con un conductor con poca pericia por las arterias londinenses. "Lo nunca visto. Si hasta llegamos a ir en dirección contraria", sentencia el de Jávea, que no vio su almohada hasta las 03.30 de la madrugada.

Sin embargo, este caso no es un hecho aislado. Otros tenistas como Janko Tipsarevic, Milos Raonic o Somdev Devvarman se han quedado atrapados más de dos horas en uno de los embotellamientos de primera hora de la mañana. "El tráfico es crítico a esas horas. No quiero ni imaginarme cómo será cuando comience la competición", avisa el serbio. Por eso, dada la distancia que hay entre la Villa Olímpica (barrio de Stratford, al este de Londres) y las instalaciones del All England Club, y los continuados problemas de transporte (el metro ha sufrido retrasos e irregularidades), muchos jugadores han decidido alojarse en casas y apartamentos a escasa distancia de Wimbledon. Como es el caso de Federer, que al igual que en Pekín en 2008 se va a refugiar en un hotel alejado del resto de deportistas.
 
"No voy a la Villa. Ya he estado en Sydney en 2004 y ya pude probar la experiencia olímpica y en Londres creo que esto es imposible. Mi objetivo es hacerlo lo mejor posible y por eso sigo con las mismas rutinas. Que sean unos Juegos no cambia para nada mi enfoque o mi preparación", aclara el número uno del mundo. Por su parte, María Sharapova, la abanderada rusa en la ceremonia de apertrura de este viernes 27 de julio, tampoco pisará la Villa Olímpica pese a que se trata de sus primera participación olímpica. "Por desgracia, está demasiado lejos, cerca de una hora conduciendo. Ojalá pudiera quedarme, pero es demasiado", explica.

 

Sol y sonrisas.

Por segundo día consecutivo en lo que va de mes de julio, en Wimbledon luce el sol. Lo celebran los tenistas, como el propio Ferrer o Feliciano López, que hoy pudieron ejercitarse en una de las pistas exteriores. Pero también la organización del torneo, que vive pendiente de que los nuevos paneles de hierba se asienten antes de dar el pistoletazo de salida. Hace apenas 16 días de la final de Wimbledon, y el fondo de la Central aún no se ha recuperado de todos los esfuerzos y pisadas. Así se pudo comprobar durante la entrega de la antorcha olímpica de Andy Murray a Venus Williams. El escocés, que vuelve a arrastrar los fardos de todo el Imperio Británico, llegó desde su domicilio, en Cobham, a escasos 15 minutos de Wimbledon. "Pasaré un par de noches en la Villa y luego, cuando arranque el torneo, volveré a casa", cuenta. Lo tiene claro. Mejor evitar el laberinto que propone Londres.