El escritor colombiano Pablo Montoya dedica el Premio Rómulo Gallegos a su país natal
Pablo Montoya muestra 'Tríptico de la infamia', la novela ganadora del premio Rómulo Gallegos (www.bluradio.com)

El pasado 4 de junio se proclamó al escritor colombiano Pablo Montoya como el ganador de la XIX edición del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos por su obra Tríptico de la infamia (2014).

Dos meses después, el novelista ha recibido el premio, dotado de 100.000 dólares, en la capital venezolana. El autor ha destacado en el discurso de aceptación la precaria situación de su país, que considera “el fuego y el oprobio, el resentimiento y la rabia”.

Según el autor -cuya prolífica carrera consta de casi veinte obras incluyendo diversos géneros como novela, cuento, poesía y ensayo-, los factores que guían la personalidad de sus personajes son el desamparo y la búsqueda de la belleza. Así se muestra en la novela ganadora, Tríptico de la infamia, donde prima la desgracia, el exilio y el arte en un entorno bélico.

“Hemos sido gobernados por una clase política voraz y corrupta. A la cual ha respondido una subversión frenética y errática”, añadió el autor haciendo alusión a la negociación que tiene lugar desde 2012 entre el Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

El argumento de la novela premiada está estructurado en dos partes. La primera gira en torno a “la vida de tres artistas del siglo XVI que padecieron los acosos de las pugnas religiosas europeas y las jornadas bélicas de la conquista americana”. La segunda, trata sobre el pintor francés François Dubois y su obra La matanza de San Bartolomé, representación del genocidio cometido en París por parte de los católicos contra los protestantes. De esta forma, la novela presenta una conversación imaginaria entre el pasado y el presente de Sudamérica.

Sin embargo, Pablo Montoya no es el primer escritor colombiano galardonado con el premio internacional. Antes que él, fueron premiados grandes autores como el célebre Gabriel García Márquez, Fernando Vallejo o William Ospina, entre otros.  México, con cuatro autores, seguido de Argentina, con tres, siguen la lista de países con mayor número de escritores premiados con el Rómulo Gallegos.

El motivo que excusa del desconocimiento del novelista colombiano reside en su desligue de la tradición literaria de Colombia, más centrada en la temática de la violencia. A pesar de ello, el autor no olvidó a ese gran monstruo que lleva décadas sumergiendo a su país en una vorágine de angustia y desolación.

“La violencia ha caído sobre nosotros como un animal hambriento”

“Nuestros padres fueron asesinados, nuestros abuelos despreciados y nuestros bisabuelos una vez más humillados y exterminados. Es difícil entender cómo hemos tenido fuerzas para amar, para reír y asombrarnos ante la vida que surge desbordante e imparable”, declaró el autor en su discurso.

Previamente a la entrega del premio, el autor aseguró en una rueda de prensa que el galardón únicamente goza de un carácter literario, completamente alejado de cualquier rasgo político. “Ser optimista en estos tiempos es ser ingenuo, o estar atrapado en las trampas de la sociedad de consumo, o en esas otras que tejen los populismos políticos, religiosos y culturales”, apuntó Montoya.

“Mi obra ha sido escrita desde hace más de veinte años desde cierta periferia. La periferia que representan todas las ciudades colombianas que no son Bogotá. La periferia de mi condición de inmigrante latinoamericano en Europa”.

El pasado viernes se lanzaron 20.000 ejemplares de la novela galardonada, coeditada entre el Banco Central, el Monte Ávila Editores y el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallego (Celarg).

Montoya, que en 2017 formará parte del jurado de la XX edición del premio, ha asegurado invertir los 100.000 dólares del galardón en la compra de una vivienda para dejar a un lado su condición de arrendatario. De hecho, la localidad donde reside el escritor, Medellín, está consolidada, según el Banco Interamericano de Desarrollo, con un porcentaje del 35% de la población viviendo en alquiler; uno de los más elevados de las ciudades latinoamericanas.

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