La obsesión con la Iglesia Católica de Dan Brown
Foto: Ana Mª Gil.

Dan Brown acaba de sacar nuevo libro y, como no podía ser de otra manera, habla de intrigas relacionadas con el seno de la Iglesia con una trama sospechosamente similar a la planteada por Matilde Asensi en “El Último Catón”, pero para más detalles a este respecto mejor leer el artículo de Luz del Mar Rebollo Rebollo: Dan Brown vuelve con su novela más ambiciosa, "Inferno".

"España no sale muy bien parada en sus novelas"

  Su alter-ego Robert Langdon, profesor e historiador como él, es su personaje fetiche, pues ya va la cuarta novela que protagoniza desde “Ángeles y Demonios”, novela que va antes del “Código Da Vinci” y que, a pesar de no tener tanto éxito, es posiblemente mucho mejor que su sucesora. Quizá sea la especialidad profesional de este personaje, experto en simbología, la que hace que siempre acabe a vueltas con la Iglesia. Por otro lado ya era mencionada en su primera novela, “La Fortaleza Digital”, y la excusa que utilizó para ello fue dar una imagen de España tercermundista y bananera en la cual todo el mundo iba a misa –ultracatólicos-, los servicios de urgencias olían a pis y los autobuses de línea carecían o no llevaban puesto el aire acondicionado y se ponían en marcha con las puertas abiertas para subsanar ese hecho. Una imagen de la ciudad de Sevilla y de unas gentes desagradables y malcaradas que extrapolaba a todo nuestro territorio nacional. Teniendo en cuenta que este libro se escribió a finales de los años 90 y la temática de avances tecnológicos que trataba no da lugar a dudas a que España en esos años no era así ni mucho menos, el autor debió haber actualizado más sus supuestos conocimientos sobre nuestro país, pues sostiene haber estudiado un año en la Universidad de Sevilla, algo que repitió anoche en el programa de Pablo Motos a colación de su buen nivel de español. Sin embargo, responsables de esta Universidad han negado en más de una ocasión tener constancia de que este autor estudiase aquí Historia del Arte durante un año y como mucho admiten que podría haber sido alumno durante un curso de verano. La polémica está servida, en cualquier caso, su imagen de España estaba desfasada y eso da una idea muy mala de cómo este autor se ha podido documentar para el resto de sus libros, si bien es cierto que era su primera novela y, como todo escritor, reconoce que espera mejorar de libro en libro, no en vano a dicho que pasa un año entero documentándose para cada libro.

Quizá por ser la primera y tal vez por centrar su documentación en la parte tecnológica y de espionaje, que también recibió sus críticas,  fue por lo que no actualizó la información obtenida de sus vivencias en España, lo cual le ha acabado acarreando perdida de lectores, pues en nuestro país esta novela se edito con posterioridad a las dos primeras de Robert Langdon. Tampoco debió hacerlo cuando escribió el Código Da Vinci, pues la imagen que da del Opus Dei tampoco mejora la imagen previa que había dado de nuestra nación, aunque en este caso no generaliza y nos pone a todos el cilicio bajo la ropa.

"Los enigmas y encirptaciones en cualquier formato conocido son el hilo conductor de todas sus tramas"

Pero si la Iglesia Católica es la excusa de trasfondo para sus novelas, influenciado posiblemente por la carrera de su madre, compositora de música sacra; los enigmas y encriptaciones en cualquier formato conocido son el hilo conductor de todas sus tramas. Posiblemente este hecho se deba a que su padre, matemático de profesión, tenía la costumbre en la mañana de Navidad de hacerle seguir una serie de pistas misteriosas a desentrañar antes de descubrir su regalo. Esto y la anécdota de uno de sus estudiantes, al que la Agencia de Seguridad Nacional investigó por enviar un correo electrónico en el que amenazaba al presidente y que, al parecer, era una broma, dieron lugar a la ya mencionada “Fortaleza Digital”, que, al margen de la desafortunada imagen española, muestra una trama que atrapa al lector con códigos encriptados, asesinos y espías.

A ésta le siguió “Ángeles y Demonios” con una sociedad secreta “Iluminati” que quiere acabar con la Iglesia Católica, empezando con los dolores de cabeza y posiblemente de pies de Robert Langdon, pues no hay libro en el que no tenga que salir corriendo para develar tramas y enigmas que nunca terminan de dejar en buen lugar a la Santa institución. En esta utiliza los ambigramas como código conductor de la trama, mucho más elaborado que la escritura inversa de Da Vinci, ésta última, algo conocido por medio mundo con estudios de grado medio o es que la calidad de nuestra enseñanza es mejor que lo que algunos políticos intentan hacer ver.

Cambian los enigmas y cambian las sociedades secretas y no tan secretas, pero no cambia el trasfondo: La religión. En “El Símbolo Perdido” da un poco de descanso a la Iglesia Católica y retoma sus acometidas contra las agencias gubernamentales americanas, pero acaba metiendo de por medio a los Masones y ya sabemos que estos también tienen su historia con la Iglesia.

Para rematarlo ahora la toma con “Divina Comedia” de Dante, “Inferno” y aunque la institución en sí no es ahora el objeto de obsesión de la obra, si de infierno hablamos... Una trama que en España no nos suena a nueva, pues ya se oye esta palabra, que no se debe mencionar sin pruebas, por algunos círculos, aunque algunos ávidos defensores del autor señalan que han leído los dos libros y no se parecen en nada, otros, sin embargo, discrepan. En dos ocasiones Dan Brown fue acusado de plagio con “El Código Da Vinci” y en ambas salió airoso, pues los tribunales dejaron claro que el derecho de autor se limita a los textos dejando la libertad del uso de las ideas en manos de cualquiera. De nuevo la polémica gira en torno a Brown, pero Matilde Asensi no ha dicho nada al respecto y sería más propio que, de haber motivo, fuese ella la que lo dijese antes de decirlo los demás y si ella no se pronuncia en este sentido, toda esta polémica está fuera de lugar, digan lo que digan los demás.

Dan Brown no deja impasible a nadie, o lo odias o lo adoras, no tiene termino medio, en eso se parece mucho a la Iglesia Católica que tanto le obsesiona y muchos en España no le han perdonado todavía ni por lo de Sevilla ni por lo del Opus. ¿Habrá que añadir a los incondicionales de Matilde Asensi? El tiempo lo dirá.

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