Pablo Neruda pudo haber sido asesinado por un miembro de la CIA
Pablo Neruda en la clínica Santa María, horas antes de su fallecimiento. (Foto: Caracol).

En un artículo anterior se trató el tema de la extraña muerte de Pablo Neruda, un fallecimiento envuelto en una atmósfera de misterio y médicos “fantasma”.

Recordemos que el pasado 8 de abril se iniciaba el proceso de exhumación del cuerpo del poeta. Matilde Urrutia, esposa de Neruda y Manuel Araya, antiguo chófer, siempre pensaron que el escritor no murió de cáncer como apareció en un primer momento en fuentes oficiales, sino que fue asesinado por algún miembro o persona afín al gobierno de Pinochet. Aquí es donde entraba en juego el médico que atendió a Pablo Neruda en sus últimos suspiros. En el historial de la clínica no aparecía como personal, y nadie de los profesionales que en aquel entonces trabajaban allí recordaban su nombre, únicamente se conocían algunos datos de su apariencia física.

Cuando se publicó el artículo anterior sobre este tema en VAVEL, las investigaciones seguían su curso y una vez que van avanzando, datos sorprendentes aparecen en torno a esta historia, que aunque no ha alcanzado gran poder mediático, merece ser conocida.

Michael Townley pudo haber asesinado a Neruda bajo instrucciones de la CIA.

Se ha averiguado el nombre del misterioso médico que habría suministrado una inyección letal al literato, además del informe “extraviado” en el que se indica que Pablo Neruda falleció de una infección urinaria crónica y flebitis (una inflamación en la pared venosa). El hombre que pudo haber provocado la muerte del poeta es Michael Townley, ex agente de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), al que le fueron atribuidos los asesinatos Orlando Letelie, Ronny Moffit y Carlos Prats bajo instrucciones de la CIA.

Es impactante la declaración del chófer de Neruda. Afirma que encontrándose Neruda ingresado, se dirigió junto a su esposa, Matilde Urrutia, a recoger algunas pertenencias, pero tuvieron que regresar a Santiago al recibir una llamada del poeta informándoles de que se encontraba realmente mal. Una vez de vuelta en Santiago, Araya tuvo que salir, mandado por Matilde a realizar unos recados. Cuando se encontraba en su vehículo, fue arrestrado y metido en prisión. Manuel Araya no se enteraría de la muerte del poeta hasta días después cuando fue liberado. Matilde Urrutía añadía en sus memorias la siguiente frase: "Ya se acercaba la tarde y mi chófer no había aparecido...".

Resulta curioso que en las primeras noticias de la prensa local se informó de que Neruda había fallecido por una inyección, y no aparecían ninguna de las causas de la muerte que después se darían como válidas.

El doctor Sergio Draper, que estuvo a cargo de Neruda durante su ingreso en la clínica Santa María, afirmó en su declaración haber entregado el turno médico a un hombre de bata blanca y cabello corto, ondulado y rubio, a quien no volvió a ver en la clínica. Este hombre sería el doctor Price, nombre falso que dio el supuesto asesino de Neruda con el fin de guardar su identidad. Draper realizó después una segunda declaración judicial, en la que añadiría que el doctor Price le informó que a la muerte del escritor, se vio obligado a levantar las cubiertas de la cama donde yacía el cuerpo de Neruda con el fin de mostrar a Matilde Urrutia que no había ocurrido nada extraño en torno al fallecimiento.

Son reseñables también las contradicciones en los informes médicos existentes de Neruda. Hace unas semanas, un periodista brasileño realizaba un reportaje donde se incluían fotografías del cuerpo de Neruda minutos después de morir. En dichas imágenes aparecía el poeta con sus habituales kilos de más y su cara redondeada, pero si miramos el informe sobre su muerte, vemos que supuestamente el chileno padecía caquexia al fallecer; y teniendo en cuenta que esta palabra significa desnutrición extrema y estado degenerativo, es fácil pensar que los informes que se atribuyeron a Neruda, no pertenecían a él sino a otra persona. En la fotografía de la derecha no parece haber rasgos de desnutrición en el rostro del literato.

En vista de las contradicciones, tanto de los informes de la clínica como de Draper, aparecen varias preguntas: ¿Por qué tanto afán en mentir? ¿Qué razón habría para asesinar a Pablo Neruda? Y sobre todo, ¿qué tratan de ocultar?

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