Hacía tres años que el equipo de Illinois no se alzaba con el tan ansiado título. Este año, después de una magnífica temporada regular, logrando ser el mejor equipo de toda la liga, todo estaba de cara para los de Joel Quenneville. Un TD Garden hasta la bandera vivió un encuentro histórico, pero con un final agrio para los locales. Hasta en dos ocasiones estuvieron los Bruins por delante en el marcador. A Chicago, le bastó el último minuto para lograr ser campeón. Fantástico despliegue de las estrellas de los hawks, que brillaron con luz propia.

El partido comenzaba con algo inspirador para Boston, una señal de fuerza y voluntad. Patrice Bergeron, que fue retirado por lesión en el último encuentro, se ató los cordones y puso su patín en el hielo para poder jugar la final. Un aliciente para los locales, que necesitaban forzar un séptimo partido. Frente a ellos estaban unos enormes Blackhawks, a tan solo un partido de levantar la Stanley Cup. Choques frontales y un juego muy vertical durante los primeros minutos. Boston llevaba la iniciativa de juego y ataque. En una de las jugadas de presión de los Bruins, el puck quedó sin dueño y fue lo único que necesitó Tyler Seguin para asistir el primer tanto a Chris Kelly. Era el 1-0 y Boston creía. A falta de un minuto del final, Brad Marchand, con un movimiento impresionante, se deshizo de Niklas Hjalmarsson y asistió en bandeja a David Krejci, que falló a puerta vacía. Finalizaba un intenso primer tercio.

El comienzo del segundo periodo fue un calco de lo que fue el comienzo del primero, Boston con mucha fuerza y Corey Crawford en su línea, un seguro de vida para los Hawks. A los 4’ apareció el capitán de Chicago. Jonathan Toews, después de un gran robo sobre la línea roja, se aventuró hacia la meta de Tuukka Rask y definió son total seguridad. El joven capitan, otra de las dudas para el encuentro por lesión, puso el 1-1 y caldeaba el ambiente en Massachussets. A 5 minutos del final, Patrick Kane tuvo el 1-2 en su stick. El héroe de la final del 2010 estuvo a punto de adelantar a su equipo en superioridad numérica. Rask, muy atento, evitó el desastre, muy rápido en reflejos el goalie finlandés. Corrieron los últimos minutos y el marcador no se movió. Como si hasta el momento la final no hubiese sido suficientemente intensa, nos esperaba un tercer periodo de infarto.

Último periodo de infarto

Tercer periodo y los nervios empezaban a florecer. Internadas por parte de las dos franquicias e inseguridades en defensa. Como había sido hasta el momento, un ataque fantástico de Chicago y una defensa magnífica de Boston equiparaban la gran final. Además, de dos porteros sobresalientes. C. Crawford intentó sacar una pastilla perdida tras su portería, que acabó en los locales. Tras una jugada colectiva, Milan Lucic coló el 2-1 a 7’ del final. Los Blackhawks debían despertar, ahora o nunca. Así fue, un final increíble. A menos de 2’ del final, el goalie de los Hawks salía de su portería para poder jugar con un jugador más. Ese mismo instante, J. Toews, coló una asistencia bajo las piernas de Z. Chara, el delantero Bryan Bickell empataba a 2 el partido. A 59 segundos del final, M. Frolik, intentó perforar la meta de Rask con un disparo lejano, que acabó rebotando en Dave Bolland para acabar con el 2-3 final.

Una final y serie muy intensa, con partidos de infarto, demostrando y haciendo revivir la gran pasión que desata el hockey. Unos Chicago Blackhawks que se proclaman campeones y unos Boston Bruins como meritorio rival. Patrick Kane, héroe de la final de 2010, fue elegido MVP de los playoffs. Juventud y una increíble verticalidad en ataque de los de Illinois le han valido para ser el mejor equipo de temporada regular y poder alzarse con el titulo.