Volvía la emoción del balonmano a la ciudad de Valladolid de la mano de un renovado, un año más, Cuatro Rayas.  El año I después de Juan Carlos Pastor  hacía sentirse raro a los espectadores vallisoletanos que acudieron a presenciar el encuentro y encontraban en el banquillo al joven Nacho González. El mismo entrenador comentaba una y otra vez su ilusión ante la oportunidad que le habían dado y ofrecido de entrenar al equipo de su ciudad, y esa  ilusión se tradujo al campo. Como si de una inyección se tratara, los jugadores del conjunto local salieron con una dosis extra de motivación al parqué y desde el primer minuto demostraron que los primeros dos puntos de esta temporada se iban a quedar en casa.

En frente se encontraba el recién ascendido a la Liga Asobal como es el Puente Genil. Los andaluces bajaron del autobús y cuando quisieron darse cuenta el partido ya estaba en juego. La experiencia siempre es un grado y, en este caso, la inexperiencia pasó factura a los visitantes que cuando se quisieron dar cuenta ya iban por debajo en el marcador, gracias también a un inspirado Yeray Lamariano, que se convertía en un muro entre los tres palos (6-2).

Nadie se quería perder la fiesta en la que Fernando Hernández empezaba a ser protagonista. A ella se sumó el brazo potente y la calidad del cubano Guillermo Corzo, que hacía las delicias de los aficionados con jugadas muy agradables para los ojos. Todos estos factores provocaban que el entrenador del conjunto andaluz, Antonio Ortíz solicitase un tiempo muerto viendo que el partido se le escapaba muy pronto de las manos. Surgió efecto, y el Puente Genil se mostró mucho más serio en ataque, pero sobre todo en defensa. Una defensa que parecia una telaraña y que se empezaba a atragantar para los inteseres vallisoletanos. El desatascador fue César Pérez que, con una marcha más, desestabilizaba la contundencia visitantes lo que hacía irse al descanso con una renta más que interesante para los intereses del Cuatro Rayas con un 13-8.

El paso por los vestuarios espoleó a los andaluces que salieron en la reanudación con el machete afilado entre los dientes. A punto estuvieron de dar un susto a los pupilos de Nacho González con el 13-10 pero era el día del Cuatro Rayas. Rápidamente el engranaje amarillo empezó a funcionar a un ritmo muy alto y un parcial de 6-2 dejaba prácticamente sentenciado el partido a falta de quince minutos por disputar.

Pero el entrenador vallisoletano tenía guardado otra acción más de esas que gustan a la grada. Con el partido en su recta final y sin ningún aliciente más que el de ver pasar los minutos mientras los vallisoletanos se hacían con la victoria dio entrada en la cancha al juvenil David Fernández. El joven jugador de la cantera del Cuatro Rayas debutaba en la Liga Asobal dejando algún que otro detalle de calidad y esperanza en el seno de la familia pucelana del Cuatro Rayas. Además consiguió su gol para delirio del graderío que salió más que satisfecho del debut de su equipo y la victoria por diez goles de diferencia 28-18.

Parece que el año pasado ya está olvidado y que el conjunto pucelano puede dar mucha guerra en esta competición. Aún así, el técnico local es precavido apelando al mensaje de "partido a partido" y confiado de que "con esta actitud haremos cosas grandes".