Con aires de final llegaba el derbi castellano y leonés a León. No tanto para el Ademar como para el Cuatro Rayas, este último inmerso en plena lucha por el descenso. Por ello, los locales iban a intentar lograr una victoria que para ello no tenía más trascendencia frente a la de los visitantes, necesitados de los dos puntos. 

Nacho González había declarado que ese era el partido. A pesar de quedar un último envite, era este el encuentro que debía de ganar el Cuatro Rayas para depender de ellos mismos y prácticamente asegurar la salvación. Pero no parecía así en los primeros compases del encuentro. La presión con la que jugaba el Cuatro Rayas se palpaba tanto en defensa como en ataque y hacía ver a un equipo sin ritmo y amedrentado. Esta situación fue aprovechada por el Ademar que, en un abrir y cerrar de ojos, se colocaba 4-1.

En este momento la defensa visitante comenzó a funcionar. Además, Yeray Lamariano aparecía en escena para ayudar a los suyos. El Cuatro Rayas lograba empatar el encuentro aunque iba a aparecer un espejismo. Los locales alternaban tanto lanzamiento exterior como juego con el pivote. Mención especial para Piñeiro que realizó un encuentro exquisito. Así, los leoneses se ponían tres goles arriba (11-8).

Pero Pablo Cacheda estaba en la pista. Tras un discreto partido frente al Villa de Aranda, el gallego sacó su varita mágica para comenzar a realizar unos trucos imposibles de alcanzar para los leoneses. Bajo su dirección el encuentro se convirtió en un espectáculo mucho más atractivo. De un ataque a otro se llegó al descanso con un resultado de 15-15. Igualdad máxima de cara a los segundos treinta minutos.

La reanudación comenzaba con ventaja numérica para el Cuatro Rayas. Por ello el conjunto amarillo salió en tromba. A su vez, otra exclusión ademarista iba a permitir al Cuatro Rayas dar un golpe encima de la mesa con un parcial de 0-3 que hacía mucho daño a los pupilos de Dani Gordo. Tiempo muerto solicitado por parte leonesa en vistas a que la distancia se podía hacer insalvable (17-20).

El Cuatro Rayas comenzó a jugar con Porras. Alternativas ofensivas a parte, la defensa se entonó a pesar de las buenas actuación de Piñeiro y Mario Carrillo, pero los vallisoletanos eran conscientes de la importancia de este encuentro. Tanto fue así que la distancia se fue ampliando hasta dar con un 19-23 que enmudecía el Palacio de los Deportes.

Pero lejos de estar el encuentro acabado volvió a resucitar. Esto es balonmano y, en apenas unos minutos, los leoneses dieron la vuelta al electrónico gracias a una impecable defensa. Con empate a 25 todo volvía a empezar por lo que en apenas 4 minutos se disputaba otro encuentro particular. 

Nervios, tensión y... Cuatro Rayas. Yeray Lamariano paró todo lo que llegaba mientras que Porras y Cacheda seguían a lo suyo. Grandes acciones de los visitantes llevaron a terminar el encuentro 25-27 y mantener con vida y dependiendo de sí mismo a un conjunto vallisoletano ue demostró saber hacer.