En pádel es muy necesario controlar los nervios y la tensión para que no resten fluidez a nuestro juego. Sin embargo, siempre resulta positivo estar algo tensionado para mejorar nuestras prestaciones ya que cierto estado de relajación podría restarnos nivel competitivo y sensaciones.

Para evitar que los nervios nos atenacen y se conviertan en un problema que nos haga fallar más de lo habitual debemos evitar pensar en futuro, tanto si vamos por detrás como si vamos por delante en el marcador.

A menudo, cuando estamos a un solo punto de hacernos con un juego o a un juego de hacernos con un set, comenzamos a pensar de manera involuntaria en el siguiente paso. Eso nos provoca tensión y nos reduce la concentración, lo que a veces se traduce en la pérdida del punto o juego en cuestión. Y es que lo que diferencia realmente a los grandes jugadores de los buenos jugadores y a los buenos de los mediocres es precisamente eso: la concentración. Por eso es necesario mantener algo de nervio competitivo para tener éxito en los torneos.

Los grandes jugadores profesionales saben que en lugar de preocuparse por cómo será el siguiente juego, deben atender a su rutina y estrategia de forma minuciosa. Si conseguimos hacerlo, habremos reducido los nervios y con ello la probabilidad del tan temido error no forzado.

Debemos situarnos en el presente y mantener la mente totalmente enfocada en el golpe inmediato que tenemos ante nosotros: si vas ganando el partido, no debemos pensar con quién nos tocará en la siguiente ronda, o en dosificar nuestros esfuerzos. Si vamos perdiendo, no debemos pensar en lo que hemos hecho mal o deberíamos haber modificado sino en el siguiente golpe que vamos a ejecutar.

Hay que evitar pensar en los movimientos técnicos como pensar en que el ritmo de nuestro juego debe ser más alto, en la manera de sujetar la pala, de ejecutar un smash… Dejemos eso para los entrenamientos. Procuremos estar sueltos y libres, que los golpes saldrán solos.