El Peñíscola Bodegas Dunviro no pudo aprovechar la última bala en la recámara y despide el año de la forma más cruel posible. Los castellonenses, pese a llegar vivos al tramo final del partido, se toparon con Molina y acabaron cediendo frente a un Aspil Vidal que mira hacia arriba.

El encuentro empezó tenso, con mayor intensidad en la presión y en la circulación de los locales. Tras unos primeros minutos de tanteo, los de Pato se adelantaron por medio del homenajeado Andresito, quien trasladó la fiesta a unas repletas gradas que gritaron su nombre desgarradas.

Con el mazazo, los valencianos intentaron levantar rodilla, pero los navarros siguieron con su asfixiante juego, que dificultó en exceso la salida de balón de los azules. Varias intervenciones de mérito de Ivan, a tiros de Roger, mantuvieron a los del Baix Maestrat, pero el arquero poco pudo hacer en el 2-0, cuando de nuevo el capitán tudelano se anticipó a la zaga castellonense para convertir en gol el rechace del portero.

Jarro de agua fría que se petrificaría dos minutos después, con el tercero en una vertiginosa contra, obra de Joselito. Noqueado el Peñíscola FS, los árbitros señalaron el túnel de vestuarios, impás que aprovecharon los de Carlos Sánchez para coger aire y refrescar conceptos.

A la vuelta, cambió radical de chip en los valencianos y un minuto para soñar, con los goles de Solano y Míchel en apenas treinta segundos. Carlos Anós protagonizó varias ocasiones más, así como el pívot, pero los locales anduvieron avispados y lograron frenar el arreón azulón.

Con el paso de los minutos, la figura de Molina fue creciendo. El portero paró todas las tentativas de los peñiscolanos con todas las partes del cuerpo, incluidas dos con el rostro. El Peñíscola Bodegas Dunviro no desesperó e incluso supo defender de forma heroica una inferioridad por doble amarilla de Solano.

Sin embargo, el cuarto tanto –de Roger- a falta de tres minutos acabó por sepultar las ilusiones de los castellonenses, quienes acabaron resignados, más aún tras conocer el 3-6 de Burela en Jumilla. Con esa combinación, la entidad que preside Juan Vizcarro pone fin a una primera vuelta histórica a la que le faltó la guinda de Ciudad Real.

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