La lluvia tendría un papel de reparto en la tarde del CenturyLink Field. Algunas jugadas serían determinadas por el agua y otras impulsadas por el viento. Russell Wilson fue interceptado en 4 ocasiones, mientras que Aaron Rodgers sufrió 2 veces la interferencia de sus pases. Seattle tuvo 2 balones sueltos y Green Bay solo uno. Sin embargo, la patada corta de Steven Haushka generó un error fatal de Brandon Bostick, que lanzaría a Seahawks hacia la gloriosa victoria.

Como sucede muchas veces en la NFL, hay que dividir el partido en dos. La primera mitad fue absolutamente dominada por Green Bay. De hecho, la primera serie ofensiva de la visita culminó con una intercepción de Richard Sherman a Aaron Rodgers. Ese inicio parecía lógico porque Seattle defendió como siempre, con los radares puestos en un mariscal pasador y con la metralla apuntando hacia los receptores. El quarterback visitante llegaba con los vestigios de su lesión a cuestas y sus movimientos serían estudiados por Seahawks. Asimismo, desde la banca, Mike McCarty dispuso que Ediee Lacy sea el factor B de la ofensiva para darle respiro a su lesionado líder. En consecuencia, Packers repartiría sus avances.

Fuera de todos los planes y previsiones, la defensiva de Green Bay fue la que sorprendió rápidamente a Russell Wilson, quien fuera interceptado por Clinton-Dix en su segundo intento de pase. Pudo haber sido un instante fortuito para el joven mariscal de campo, pero durante el resto del pleito sería obstaculizado tres veces más. La agresividad de la segunda línea de Packers puso en jaque los lanzamientos de Seattle y, para colmo, Marshawn Lynch no podía penetrar a los frontales rivales.  En el segundo período, el encuentro lucía extraño y cargado de incidencias: Doug Baldwin perdía el balón en un regreso de patada, Mason Crosby ingresaba seguido al campo y Rodgers lanzaba bien únicamente por el centro. Mientras tanto, Wilson era capturado e interceptado fácilmente. Seahawks culminó la primera mitad con apenas un pase completo y 14 yardas avanzadas. Trágico. 

A pesar de los horrores ofensivos de Seattle y de la férrea marcación de Packers, el juego defensivo de los campeones de la NFL sería determinante. Green Bay se fue al medio tiempo con 16 puntos en su haber, aunque solo había anotado un touchdown con un pase de Rodgers a Randall Cobb. La muralla de Seahawks había impedido varias anotaciones más en la zona roja y la visita tuvo que conformarse con 3 goles de campo de Crosby. Este sería otro elemento a considerar para poder explicar lo ocurrido en la final de la Conferencia Nacional: las posesiones de Packers y su falta de anotaciones. Esto también generaba rispideces en la banca de Peter Carroll, ya que el trabajo defensivo se contraponía notoriamente con el ofensivo. No obstante, que Rodgers juegue disminuido físicamente, condicionó el ataque de Green Bay en postemporada. Caso contrario, la historia sería diferente…

Luego del descanso, todo cambiaría. El sermón y los gritos del Peter Carroll debieron sacudir a todos y, posiblemente, hayan batido otro record de decibeles en el CenturyLink. En el tercer fragmento, cuatro de cinco series ofensivas terminarían con entregas de balón, pero la que prosperó fue extraordinaria para Seattle, sobre todo porque le costó demasiado alcanzar la meta. Wilson tuvo que retroceder tras una nueva captura. Aquí Marshawn Lynch se metió de lleno en el partido, cuando avanzó varias yardas para revertir las 21 que había perdido su mariscal. Un pase de Wilson hacia Baldwin generaría repercusión, aunque los altibajos de los receptores de Seattle le jugarían mayor nerviosismo a la serie. En cuarta oportunidad, los equipos especiales solucionarían los inconvenientes de la ofensiva, tras una gran jugada de engaño: Jon Ryan recibió el ovoide para acomodarlo en el intento de gol de campo de Haushka, pero el pateador amagó, se levantó y corrió unas yardas hacia el costado izquierdo del ataque, para luego lanzar un pase hacia Garry Gilliam, quien anotó el touchdown milagroso. La resurrección estaba en marcha…

Tres series ofensivas posteriores culminarían sin puntos para Seattle, además de la cuarta intercepción de Wilson. El reloj avanzaba galopante y Green Bay tendría otras tantas posesiones para seguir anotando. Sin embargo, la visita tendría cuatro avances más, donde solo pudo anotar un gol de campo. El déficit ofensivo de Packers culminaría con la sentencia definitiva durante el último cuarto.

El marcador reflejaba 19-7 y el tiempo indicaba que Wilson y compañía tenían 3 minutos 54 segundos para soñar. Un pase del quarterback hacia Lynch y las propias corridas del runningback fueron demasiado para Packers, que sentía la presión y no supo detener a los locales. El touchdown de Wilson llegó con 2:09 para el cierre, pero la jugada siguiente sería determinante. Como era de esperar, habría patada y la lluvia continuaba. Haushka, que no tuvo ninguna posibilidad de anotar goles de campo, pateó corto y el balón rebotó en el casco de Brandon Bostick, quien no supo atraparlo, lo que sí logró Matthews para que Seattle recupere la tenencia.

Lo que sucedería al final sería apoteótico, no por el gran acarreo anotador de Lynch, sino por la increíble conversión de dos puntos. Russell Wilson era acosado y retrocedía en su intento de pase, cuando lanzó desentendiéndose del balón hacia la zona de anotación. Los corazones latían constantemente hasta aturdir a los casi 70 mil espectadores, al ver cómo la pelota bajaba desde el cielo sin un destino asegurado. De la nada, y bajo el ovoide girando sobre sí mismo, apareció Luke Willson para atrapar el balón y marcar una diferencia de tres puntos que serían vitales. Cómo era de esperarse, Crosby igualaría el pleito con 14 segundos y el encuentro se definiría en el tiempo extra.

Obviamente, el sorteo de la moneda fue favorable para Seahawks. El momento del juego se volcaba hacia el campeón. Durante 55 minutos, la defensiva de Packers solo permitió 7 puntos y en los 5 finales sucumbió. ¿Cómo podría recuperarse en el tiempo extra? Imposible. Wilson había recuperado la confianza y sus pases se transformaron en efectivos. Los receptores también renacieron y fueron viables para atrapar el balón. Así, el quarterback encontró a Jermaine Kearse con un recorrido de 35 yardas para regresar nuevamente al Súper Bowl.

Sufrido, conmovido, alocado, cambiante. El juego contó con dos defensivas destacadas. La de Packers se lució ante los errores de Wilson, pero claudicó en el final. En tanto, la de Seattle detuvo varias veces a Rodgers con Sherman y Earl Thomas lesionados. Esta fue otra muestra de heroísmo. En cuanto al juego terrestre, Lacy y Stark empujaron a su equipo hasta la zona de notación, pero Green Bay se tuvo que conformar con goles de campo. Por su parte, Lynch apareció cuando su ofensiva no sabía cómo anotar y cuanto más lo necesitaba. Las 5 entregas de balón de Seattle fueron aprovechadas por Packers para anotar y así y todo no les alcanzó. Rodgers hizo lo que pudo por su lesión y fue un administrar del tiempo, sin grandes lanzamientos. Wilson lanzó mal durante 50 minutos y sus receptores lo acompañaron en las malas y en la redención.

Dicen que las ofensivas ganan los partidos y las defensivas logran campeonatos. En los últimos años, Seattle consolidó la mejor defensiva de la NFL y jugará su segundo Súper Bowl consecutivo, algo que no sucedía desde Patriots 2004-2005. El 1° de febrero, el Glendale, Arizona, ambos se verán las caras para conocer al ¿nuevo? campeón. Seahawks tuvo errores para extinguirse, pero también demostró cualidades para coronarse.