El calendario de la NFL es tan agónico como apasionante. Hay que esperar demasiado tiempo para que los cascos vuelvan a chocar. El domingo será el cierre de la temporada 2014 y el próximo partido oficial se disputará en agosto. Habrá seis meses sin balones lanzados o touchdowns. Ni el draft logra llenar ese vacío. Algunos se regocijan con los jugadores que cambian de equipo, pero nadie puede comparar transferencias o contratos nuevos con un juego de football. Toda la angustia del semestre sin deporte se equilibra con la euforia que genera el “big day” o “súper domingo”.

El Super Bowl es el evento deportivo por excelencia en los Estados Unidos. El domingo 1 de febrero, más de 150 millones de personas estarán pendientes de la transmisión televisiva. Esta vez, dos franquicias se medirán en el estadio de la Universidad de Phoenix (Glendale, Arizona), donde cerca de 72.000 aficionados se paralizarán ante cada jugada y, sobre todo, vivirán un espectáculo que crece mundialmente. Además, Patriots - Seahawks será un pleito estratégico extraordinario.

La ofensiva en serie más efectiva de la liga se topará con la defensiva más dominante.

Los aspirantes al máximo título afrontaron diversas situaciones durante las últimas temporadas y llegan a esta instancia con perfiles y vivencias peculiares. New England Patriots viene de eliminar a Baltimore Ravens y de destrozar a Indianapolis Colts por un amplio margen. Llega con revanchas por cobrar, ya que perdió los Súper Bowl en 2008 y 2012 ante New York Giants. No obstante, en la final de conferencia, Patriots fue acusado de desinflar los balones para sacar rédito deportivo con los pases. Así y todo, es uno de los equipos más poderosos de la NFL y cuenta con un quarterback temible: Tom Brady es considerado uno de los mejores de la historia. El entrenador Bill Belichick reestructuró el ataque cuando sufrió bajas importantes en años recientes y, además, decidió potenciar el juego terrestre para proteger a Brady. Asimismo, la defensiva fue vital para equilibrar la estrategia de un grupo que se reinventa cada año para intentar conquistar otro Tazón.

Del otro lado, Seattle Seahawks no tuvo inconvenientes para derrotar a Carolina Panthers, pero sufrió hasta el agotamiento para dar vuelta la historia ante Green Bay. Seattle ganó el último campeonato nacional gracias a dos elementos determinantes: la defensiva y el ataque por tierra. El factor fundamental de la ofensiva es el corredor Marshawn Lynch, quien llegó en 2010 y sumó yardas y touchdowns a niveles sorprendentes. Sin embargo, la aparición de Russell Wilson en 2012 potenció aún más lo que Lynch venía desarrollando, al combinar juego aéreo y terrestre con gran habilidad e inteligencia. El otro poderío –y posiblemente el más importante- es el que asume su defensiva, capaz de demoler las intensiones de cualquier mariscal y de impedir el avance por tierra.

Súper final inédita, sin antecedentes

El campeón jugó por primera vez esta final en 2006, cuando cayó ante Pittsburgh Steelers, pero buscará ser el noveno equipo en ganar dos tazones de manera consecutiva, algo que no sucede desde que Patriots lo logró en 2004 y 2005. En total, Patriots jugó 7 Tazones: ganó 3 y perdió 4. Ahora alcanzará la línea de Steelers y Cowboys, con 8 presencias.

La súper final será inédita, sin antecedentes y, sobre todo, con los dos mejores equipos de la NFL como artistas principales. La ofensiva en serie más efectiva de la liga se topará con la defensiva más dominante. Por lo tanto, el compromiso dependerá de los planes que tengan sus respectivos entrenadores: Bill Belichick y Pete Carroll. El primero lideró a su equipo con un récord de 12-4, el mejor de la conferencia AFC; mientras que Carroll ha guiado a los Seahawks a su segundo Super Bowl consecutivo, siendo el mejor equipo de la conferencia NFC con una marca de 12-4. Las jugadas sorpresivas que demostraron en los playoffs estarán a la orden del día y ese condimento será exclusivo.

Sin Golden Tate ni Percy Harvin, el perfil estratégico de Seattle para 2014 no varió demasiado: la idea siempre fue perforar las defensas rivales con su arma principal, Marshawn Lynch, y dejarle a Russell Wilson la posibilidad de engañar, optar por pasar, correr o cambiar. Aunque la fortaleza se basa en el running-back, los ataques de Seahawks ahora son mixtos, permitiendo que Doug Baldwin, Jermaine Kearse, Luke Wilson y hasta el propio Lynch sumen 20 touchdowns aéreos, sobre 40 totales. El trabajo de Russell Wilson fuera de la bolsa de protección es magnífico, ya que no es un mariscal ortodoxo. Estos logros se deben, en parte, a la conformación de una línea ofensiva fuerte y que provoca el lucimiento de las estrellas. Los baluartes de generar huecos para Lynch son Justin Britt, James Carpenter, Max Unger, el fullback Will Tukuafu y el ala cerrada Luke Willson, también dispuesto a recibir algunos pases.

Los auspiciantes televisivos pagaron más de 4 millones de dólares por 30 segundos de publicidad para vivir un show único

Pero Seahawks tiene la defensiva número uno de la NFL, capaz de complicar a los mariscales de campo más asombrosos de la liga y de impedir los acarreos de los brillantes corredores. Solo tiene un punto flaco que Patriots podría aprovechar: Seattle recibió demasiados touchdowns con los “ala cerradas” y Rob Gronkowski es el mejor. Esta será la clave del pleito ya que si “Gronko” atrapa los envíos de Brady, no habrá chances de evitar los puntos de New England. Sabido es que Belichick cambió su línea ofensiva, reforzó el ataque terrestre con LeGarrette Blount y alimentó la defensa. Tras las idas de Aaron Hernández o Wes Welker, los receptores de segundo orden llegaron para mantener a Brady contento. Así, Brandon LaFell, Danny Amendola y Julian Edelman se transformaron en impecables jugadores. Brady puede lanzar lejos o a media distancia porque siempre habrá manos para sostener sus envíos. Para colmo, Sherman y Earl Thomas no están al ciento por ciento en lo físico y esto podría ser una ventaja.

Se acabaron las palabras. En pocas horas los cascos chocarán efusivamente para definir un nuevo título de la NFL. Los auspiciantes televisivos pagaron más de 4 millones de dólares por 30 segundos de publicidad para vivir un show único… de Estados Unidos al Mundo.

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