Sólo había que mirar las caras de los jugadores de la selección española al escuchar los himnos. Unas caras tristes, casi llorosas, que parecían estar más pendientes del exterior y que estaban recordando todavía aquel viernes fatídico en el que Francia le apeó de la lucha por revalidar el cetro mundial.

Enfrente, unos polacos muchísimo más animados, sorprendidos por haber llegado siquiera a las semifinales de este Mundial y para los que estar luchando por un metal en este 2015 era más que un sueño, toda una quimera.

Y el ánimo o el (des) ánimo, en una final de consolación como era esta, es un grado. Los de Michael Biegler comenzaron comandando, muy cómodos en ataque ante un 6:0 español que no era el de otros días y que recibió un primer parcial de 3-0 que obligaba a Manolo Cadenas a pedir un tiempo muerto cuando solo habían transcurrido cinco minutos de partido.

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El que sí que estaba desaparecido era el ataque español. Cañellas, Raúl Entrerríos y Maqueda parecían demasiado lastrados por la semifinal perdida frente a Francia. No salía nada, los pases iban sin sentido y el ataque se localizaba en exceso en el centro del 6:0 polaco, que frenaba con facilidad las acometidas hispanas. Y con esos ingredientes, España tardó en marcar nada menos que siete minutos, y solo lo pudo hacer en una de las facetas que mejor se le dan: el contraataque.

Y los de Manolo Cadenas mejoraron, poco a poco, sin prisas, afianzándose, sobre todo en el aspecto defensivo y frenando a los grandes nombres polacos, en especial a Michael Jurecki. A la par, Bielecki intentaba hacer la guerra por su cuenta, demasiado individualista y tirando una y otra vez desde más allá de los nueve metros, lo que no beneficiaba en absoluto a los suyos.

Sin prisa, pero sin pausa. Así jugó España. Se acercaba en el marcador, cada vez más, sin ningún jugador que estuviera por encima de ningún otro, jugando como mejor se le da a este conjunto: como una colectividad, como un grupo unido, como un equipo.

Qatar Handball 2015.

El ataque polaco se fue secando, sin ideas y lanzado por la individualidad de sus jugadores. Y España consiguió igualar el marcador, aunque no fue hasta el minuto 22 (11-11), gracias, sobre todo, a los cambios en el ataque posicional que llevó a cabo Cadenas. La segunda oleada de la primera línea del conjunto español estuvo mucho más atinada de cara al gol, en especial, Antonio García.

A partir de ahí, igualdad absoluta, aunque los polacos llevaban la iniciativa. Y a un gol de los de Michael Biegler le respondía otro de los ‘Hispanos’. España tuvo balón para marcharse al descanso con ventaja, pero el ataque falló y se terminó con 13 iguales en el luminoso.

Mejora hispana tras el descanso

Pero, tras saltar a la cancha después del descanso, la selección española conectó con Julen Aguinagalde y se puso por delante en el marcador por primera vez en el encuentro. La mejora hispana era más que notable tras el tiempo de descanso, por lo que Biegler pidió un tiempo muerto que frenase la sangría rival. Y la frenó: 16-16 y un partido completamente nuevo.

Dos puntos de intensidad más en la defensa española y la salida al contraataque fueron los ingredientes del despegue de España en el marcador. Víctor Tomás se echó el equipo en la faceta goleadora y, en defensa, Viran Morros y Gedeón Guardiola demostraron por qué son dos de los mejores defensores del mundo, dando todo un recital de cómo defender y, sobre todo, de cómo blocar balones a la primera línea.

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Ahora sí estaban cómodos los hombres de Manolo Cadenas. España tenía ventajas de entre dos y tres goles, pero nunca terminaron de rematar el partido, algo que les iba a terminar lastrando. Una reacción polaca les colocaba a un solo gol a falta de menos de dos minutos (22-23).

Aunque un gol de siete metros de Valero Rivera dejaba la medalla prácticamente colgada en el cuello de los españoles. Pero no. Dos malas decisiones en ataque y un descontrol total en defensa sobre el lateral derecho polaco, Michael Szyba, iban a dar la prórroga a los polacos, con un gol del zurdo en el último segundo.

La prórroga fue un intercambio de golpes constante, con muchas imprecisiones y pérdidas de balón en ambos ataques. Se notaba ya el cansancio que se acumulaba después de más de dos semanas de competición y terminó en empate técnico al final de los primeros cinco minutos (26-26). El mismo guión siguió la segunda parte de la prórroga.

España llegó a los últimos 30 segundos con 29-28 en el marcador e intentó perforar la zaga polaca, pero no hubo manera. Ni siquiera jugando con portero-jugador y doble pivote (Julen y Juan Andreu) pudieron los hombres de Cadenas hacerse con la medalla. Un fallo arbitral (dejaron sólo dos segundos para un último golpe franco cuando bien podrían haber dejado alguno más) dejó a España sin su postrera opción y permitiría a Polonia colgarse el bronce.

Al final, las malas decisiones, el cansancio, el desánimo que venía desde el fatídico viernes contra Francia y los 10 minutos de la prórroga terminaron por dejar a España sin medalla. Aún así, hay que quitarse el sombrero ante esta selección, el único equipo que ha logrado estar en las semifinales de todos los Mundiales desde 2011.