50,73 segundos. 36 brazadas. 100 metros. Acción y tiempo confluyeron de manera perfecta por última vez en una piscina. Esta vez fue Londres la ciudad que vio un nuevo baile, el último en unos Juegos Olímpicos, del mejor nadador de la historia. El público concentrado en el Centro Acuático de la capital inglesa y todos los aficionados al deporte se concentraron para ver uno de los mejores momentos de la historia de los Juegos Olímpicos. Michael Phelps aspiraba a conseguir la 22ª medalla en el mayor evento deportivo, y para ello tenía que dar su mejor versión en los 4x100 estilos, la última prueba en la piscina de la competición. El ‘Tiburón de Baltimore’ realizó un relevo perfecto, y con una de las mejores marcas del año colocó a Estados Unidos con una ventaja importante para terminar consiguiendo el metal más preciado, el nº18 que se colgó este genio de la natación.

Comienza la leyenda

Para llegar hasta ahí, Michael Phelps ha tenido que recorrer un camino lleno de obstáculos. El norteamericano llegó a la piscina como forma de controlar un trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Este método para intentar mejorar la infancia de un niño de Baltimore acabó derivando con los años en el mejor nadador que ha saltado a una piscina en la historia del deporte. Phelps comenzó a destacar desde muy joven, y con 15 años logró clasificarse para los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, convirtiéndose en el nadador masculino más joven en llegar al combinado nacional de natación en más de 60 años. Nueve meses después, el nadador estadounidense batió el récord mundial de 200 metros mariposa, convirtiéndose en el nadador más joven en conseguir un récord del mundo.

El nadador de Baltimore fue batiendo récords y consiguiendo medallas en las diferentes competiciones, pero siempre mostró un idilio especial con los Juegos Olímpicos. El principal foco de atención del planeta cada cuatro años es el escenario perfecto para entrar en la historia, y Michael Phelps demostró desde el principio que no tenía miedo a la presión y que había nacido para convertirse en leyenda. Su primera gran actuación llegó en Atenas 2004. La piscina griega comenzó a vislumbrar los primeros pasos de un nadador que parecía volar sobre el agua, especialmente en las pruebas de mariposa, donde un estilo perfecto le hacía inalcanzable para el resto de rivales.

En la tierra donde nacieron los Juegos Olímpicos, Phelps logró sus primeras ocho medallas en este tipo de evento deportivo, sumando seis de oro y dos de bronce. Su primera prueba en la piscina demostró que el norteamericano tenía ese factor que convierte a los campeones en leyenda. Phelps se colgó su primera medalla de oro tras imponerse en los 400 metros estilos, logrando además el récord del mundo de la distancia. Después llegarían tres medallas más en categoría individual: 100 metros mariposa, 200 metros mariposa y 200 metros estilos, consiguiendo las tres con récord olímpico incluido. Los otros dos metales dorados llegaron en las pruebas de relevos, y más concretamente en los 4x200 libres y en los 4x100 estilos. Los otros dos metales fueron los bronces conseguidos en los 200 metros libres y en los 4x100 libres, marchándose de la capital helena sin poder batir el récord de Mark Spitz de lograr siete medallas de oro en unos Juegos Olímpicos.

Bañado en oro

Precisamente con esa gesta como principal objetivo, Michael Phelps llegó a Pekín como uno de los deportistas a seguir en estos Jurgos Olímpicos celebradas en la capital china. Él había declarado que quería superar a su compatriota y se mostró decidido desde el primer momento a entrar en los libros de historia deportiva. Tanto es así que el nadador de Baltimore logró la medalla de oro en las ocho pruebas en las que compitió, logrando de esta manera superar la marca de Spitz. 200 metros libres, 100 y 200 metros mariposa, 200 y 400 metros estilos, 4x100 libres, 4x200 libres y 4x100 estilos fueron las ocho pruebas en las que compitió el estadounidense, que además logró el récord del mundo en siete de estas ocho pruebas.

Michael Phelps sumaba así 16 medallas en los Juegos Olímpicos y se situaba a la altura de los mejores, pero el gen competitivo del norteamericano volvió a hacer acto de presencia cuatro años después, por lo que decidió acudir a la cita celebrada en tierras londinenses. Todas las miradas se centraban en él, pues asuntos extradeportivos habían afectado su reputación y los aficionados al deporte estaban expectantes para poder comprobar si había perdido el nivel mostrado años anteriores. Además, el otro aliciente se encontraba en la posibilidad de sumar 22 medallas, convirtiéndose en el mejor deportista olímpico de la historia.

La primera medalla en aguas británicas llegó en la prueba 4x100 estilos, donde se colgó una nueva medalla de oro, la número 17. Las dos únicas platas olímpicas existentes en el palmarés del nadador británico llegaron en estos Juegos Olímpicos, más concretamente en los 4x100 libres y en los 200 metros mariposa. Pero aún quedaban tres medallas para lograr el objetivo, y dos de ellas llegaron en los 200 metros estilos y en los 100 metros mariposa, dos de las pruebas que mejor se le han dado siempre al nadador de Baltimore.

Por último, llegó la prueba de 4x100 estilos, donde las miradas se centraron en Michael Phelps. Bajo unas gafas tintadas y un gorro negro, el nadador estadounidense fue el encargado de realizar la tercera posta, la parte de la mariposa. Phelps realizó un relevo de 50,73 segundos, logrando incluso mejor marca que en esa prueba en Londres, lo que le sirvió a Estados Unidos para ponerse por delante en la carrera y mantener esa posición de honor. El norteamericano levantó los brazos y miró al cielo, consciente de que la gesta lograda va a ser difícilmente alcanzable por algún deportista, lo que significa que su nombre va a estar grabado con letras doradas en la historia del deporte durante muchos años.

El 4 de agosto de 2012, el ‘Tiburón de Baltimore’ se lanzaba por última vez a una piscina en unos Juegos Olímpicos para volver a vestirse de héroe y lograr una nueva medalla, la 22ª de su carrera en unos Juegos Olímpicos. La poesía ejecutada a base de brazadas sobre el agua le ha servido a este nadador norteamericano llamado Michael Phelps para ocupar el lugar más elevado en el monte Olimpo y ser considerado, a día de hoy, el mejor deportista olímpico de la historia.