Todo en un Escocia-Inglaterra y viceversa es especial. Ambas selecciones de rugby, en conjunción con sus aficiones y las autoridades que comparecen a este evento hacen de él un tópico renovado.

La Copa de Calcuta (como se conoce al partido que disputan ambas selecciones en el marco del Seis Naciones), el trofeo de este deporte más antiguo del mundo, fue recibida en la jornada inaugural del Seis Naciones como una afrenta múltiple. Nadie, ni por asomo, se planteaba perder este duelo, de color inglés desde 2008.

Eddie Jones, año cero

El XV de la Rosa, con las vestiduras rasgadas del último Mundial, donde se convirtieron en la primera selección anfitriona que no conseguía pasar a cuartos, se plantearon el duelo como el inicio de una nueva era en todos los sentidos.

Un tiempo encabezado por el primer entrenador extranjero en la historia del rugby inglés, el australiano Eddie Jones. Como local, la Escocia de Vern Cotter, capaz de todo menos de volver a recoger otra cuchara de madera, que recibe el último clasificado de este torneo anual. Un equipo vitaminado tras una digna cita mundialista en la que a punto estuvo de degollar a la subcampeona Australia.

La bandera de al efectividad

Pero la fiabilidad inglesa retornó en el momento preciso. El XV de la Rosa se llevó la Copa de Calcuta tras conservar a tono su 22 en todo el partido. Escocia fue incapaz de conseguir un ensayo a pesar de su buena primera parte, en la que mostró su dominio posicional.

Inglaterra logró dos ensayos en sus dos primeras incursiones ofensivas

Su rival apuntó en el centro de la diana en los primeros ataques que tuvo. La mayor amplitud del banquillo y el sentido común defensivo acabaron decantando el encuentro a favor de los visitantes (9-15), que acabaron sólo un paso por delante -aunque suficiente- de una Escocia que sigue en línea ascendente a pesar de la derrota.

Quería desde un inicio Eddie Jones a una Inglaterra dominadora, dispuesta a exhibir sus cartas sin ningún tipo de especulación. Su XV de partida, que obvió improvisaciones, llevó la iniciativa desde un primer instante. Lo intentó en primera instancia George Ford con un drop desviado. Sirvió para azuzar a los visitantes, que se esmeraron para dominar las melés. El primer ensayo llegó a los 13 minutos de mano de George Kruis que se zafó de un mal placaje de Richie Gray. Le acompañó en el acierto Owen Farrell con una transformación limpia.

Laidlaw, una fuente insuficiente 

Y tras las primeras gotas de sudor se desperezó Escocia, que no quiso someterese más al tratamiento de acoso y derribo inglés. Sacó pecho el capitán, Greig Laidlaw, que firmó un brillante Mundial, para mirar a palos con acierto al transformar un golpe de castigo a favor desde su casa. Se regaló un primer ataque con garantías Escocia en los siguientes minutos.

Mordió la zona de marca inglesa, pero sin conseguir la transformación. La igualdad se fijó en un duelo de alto tempo, donde la soga inglesa no era argumento suficiente para los avances estratégicos de un cuadro rival que propuso más.

La media hora de juego cayó sobre Murrayfield con Inglaterra entregándole el oval a Escocia, que desperdició una oportunidad para recortar distancias tras el fallo de Laidlaw en un golpeo lateral. La infantería de Cardo se aprovechó de la debilidad de la tercera línea inglesa para recordar diferencias con un golpe de castigo y poner el 6-7.

El XV de la Rosa nunca perdió la delantera en el marcador

Pero el cuadro inglés mantuvo el tipo hasta el descanso. Otra mala solución de Russell con un drop centrada para finalizar la primera parte dejó un sabor amargo al combinado de Vern Cotter, que se marchó a los vestuarios con las ganas de un ensayo que hubiera encendido las alarmas inglesas. Una falta de efectividad crónica que ha lastrado al rugby escocés en toda su historia.

La 'deadline' de 22

La línea de 22 se convirtió en una barrera infraqueable para el XV del Cardo, que se desmoronó tras el segundo ensayo inglés, obra de Jack Nowell, que llevó a buen puerto una buena transmisión de Owen Farrell, que sin embargo no aceptó en la transmisión. El dos de dos en ataques fructíferos puso en jaque a una Escocia vistosa pero falta de buenas combinaciones.

El cansancio de la primera parte se adhirió a las piernas del cuadro de Vern Cotter, que se había hundido en todas las melés. A la cabeza de la ofensiva inglesa, un Billy Vunipola magistral que devoró metros y más metros.

Murrayfield se congeló. Sólo despertó para silbar a un Farrell que no se paró a reflexionar para asestar un 9-15 con visos de ser definitivo. Y revivió la tercera inglesa para hacer placajes ganadores y enhebrar una defensa espléndida.

Los avant se sucedieron en el ataque escocés. Éste se revolvió a un un alto ritmo que llenó de nerviosismo el rostro de un Eddie Jones que suspiró tras el pitido final. Desde la banda, el recién estrenado capitán Dylan Hartley, nacido en Nueva Zelanda, y etiquetado de conflictivo por sus reiteradas sanciones, se cuadró ante el triunfo tras ejercer, hoy sí, como un líder de rango. Los aplausos de la aficiñon inglesa anuncian el primer renacer de un equipo vilipendiado desde dentro y fuera que quiere volver a reinar en un Seis Naciones que no conquista desde 2011.