Un año y medio sin cobrar sus correspondientes nóminas. Cuatro entrenamientos a la semana, varios a horas inapropiadas como las 22:30. Directiva que no ofrece solución alguna. Viajes el mismo día del partido. Incertidumbre total sobre su futuro inmediato. Salvo cambio, tomarán un avión hasta Málaga, y de ahí, autobús hasta Cartagena. Esta es la injusta situación que vive el Melilla FS, próximo rival del Plásticos Romero este sábado.

Hace dos semanas, plantilla y entrenador sacaron a la luz un comunicado denunciando todo esto ante los medios de comunicación: “Desde el comienzo de la temporada y arrastrando deudas de la temporada anterior, el Melilla FS nos prometió que se regularizarían todos los pagos y compromisos económicos acordados con la plantilla. Sin embargo, y a pesar de que en los últimos meses la directiva nos ha transmitido que todos los aspectos que les corresponden a ellos están perfectamente en regla, no se nos proporciona solución alguna”.

“Nuestro compromiso con el club y nuestro orgullo por representar a la ciudad de Melilla ha sido siempre puesto de manifiesto en cada partido disputado esta temporada, despertando elogios en las pistas que visitamos en la Península y consiguiendo consolidar la categoría en esta difícil Segunda División Nacional con todos los jugadores, a excepción de uno, nacidos en Melilla”, rezaba el escrito.

Los problemas del club norteafricano en el presente curso ya se venían venir desde verano. El fichaje del entrenador, Carlos Campos, se produjo con menos de 24 horas para acabarse el plazo de la LNFS para inscribir jugadores y técnicos. A partir de ahí, el conjunto melillense firmó una cantidad de jugadores y empezó una pretemporada que duró una semana, antes de encarar el inicio liguero. Durante buena parte del verano parecía imposible que pudieran completar su inscripción en la categoría, pero al final lo lograron cogidos con pinzas.

Los datos demuestran que quieren seguir paseando con orgullo el nombre de la Ciudad Autónoma por toda la geografía nacional española. A pesar de las dificultades, han conseguido ocho victorias, algunas de ellas ante rivales tan complicados como Hércules San Vicente, Real Betis FSN o FSD Puertollano. El objetivo de la temporada era obtener la salvación, meta conseguida con creces independientemente de la desaparición del FS Zamora.

Los jugadores del Melilla FS no quieren seguir viviendo esto y reclaman unas soluciones que no llegan para poder concentrarse plenamente en jugar y disfrutar el deporte que aman: el fútbol sala. Durante 40 minutos cada fin de semana, consiguen aparcar los problemas extradeportivos e intentan darlo todo sobre la pista. No se rinden. Y ya solo por eso, merecen todo el respeto y admiración.