Seis de las ocho ediciones disputadas en Royal Troon -concretamente las seis últimas- han tenido como vencedor a un norteamericano. Quizá se trate de una mera coincidencia. Pero lo cierto es que viendo lo sucedido en la primera jornada del British Open, el idilio de los norteamericanos con el recorrido escocés parece no tener fin: ocho de los once primeros clasificados son estadounidenses. Aunque el protagonismo del día fue únicamente para uno de ellos, Phil Mickelson.

“Ha sido una de las mejores vueltas que he jugado en mi vida”, declaraba Phil Mickelson tras completar los primeros 18 hoyos del British Open. No era para menos: ocho birdies sin fallo para una tarjeta de 63 golpes, que incluso pudo ser mejor. Y es que el jugador norteamericano se quedó a escasos milímetros de hacer historia. Su putt de birdie desde unos cinco metros en el 18 acabó diseñando una malévola corbata para evitar que la bola reposara en el hoyo. De haber entrado, Mickelson habría logrado el mejor resultado de todos los tiempos en un grande, 62 golpes. Pero se tuvo que conformar con compartir el honor de ser uno de los 28 golfistas que consigue una tarjeta de 63 en un major. Con eso, y con el liderato.

Sus máximos perseguidores, Patrick Reed y Martin Kaymer, se quedaron a tres golpes de su registro, con sendas tarjetas de 66 (-5). Y, un golpe por detrás (-4), terminó un nutrido grupo de hasta ocho jugadores, entre los que destaca el campeón defensor, Zach Johnson. Un escalón por debajo (-3) se situaron nombres importantes como Justin Rose y Henrik Stenson, y los dos representantes españoles en los JJOO de Río, Sergio García y Rafa Cabrera-Bello. Miguel Ángel Jiménez le dió la vuelta a un mal día con un espectacular arreón final y logró terminar al par del campo, mientras que los dos debutantes en estos lares jugaron sobre par: Scott Fernández (+1) y Jon Rahm (+3).

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Sobre el autor
Hèctor Salvador
Graduado en Periodismo y licenciado en Comunicación Audiovisual. Redactor del Villarreal CF y de la sección de golf