Continúan las malas noticias para la halterofilia. La imagen de este deporte está notablemente oscurecida por las sombras del dopaje, totalmente fundadas ante la recurrencia de positivos por dopaje en los últimos años. El caso de Lydia Valentín es palmario de la situación de este deporte, habiendo obtenido la plata en Pekín y el oro en Londres, ya que tres competidoras que quedaron mejores que ella en cada una de las dos citas olímpicas, resultó haber ingerido sustancias dopantes.

Pero no es algo aislado, ni mucho menos. El organigrama delictivo tejido por las instituciones políticas y deportivas de Rusia tuvo su máximo apogeo en la halterofilia, y parece haber creado escuela en otros países. Hace apenas unas horas, la cadena estatal TVR lanzaba un escueto y conciso mensaje: "Rumanía perderá una medalla de bronce y el Comité Olímpico Rumano deberá pagar 100.00 euros al Comité Olímpico Internacional. Miembros del Comité Olímpico Rumano sostienen que la multa deberá ser pagada por la Federación Rumana de Halterofilia y el deportista inculpado", anunció el canal televiso del país de los Cárpatos. 

Rumanía obtuvo cinco medallas en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, siendo una de ellas la de bronce de Gabriel Sincraian en la categoría de menos de 85kg.  Si se confirmara el positivo por dopaje del rumano, la medalla de bronce recaería en el uzbeko Denis Ulanov. La medalla de oro en esta disciplina fue el iraní Klanoush Rostami mientras que la presea plateada quedó en manos de Tian Tao. Continúan las malas noticias para un deporte que habrá de replantearse muchas cosas de cara al futuro si quiere volver a tener cierta credibilidad para con los aficionados. Mientras tanto, el COI habrá de seguir trabajando duramente para cazar a los tramposos que privan de su momento de gloria a los deportistas limpios.