No se veían las caras desde la Super Bowl XLIX, pero ambos mantenían intacta la condición de grandes titanes del fútbol americano con la que llegaron a aquel duelo. Si algo tiene este deporte es que el equipo perfecto no existe, por lo que hay que encontrar el camino al triunfo explotando tus virtudes y las carencias del rival. Así lo hicieron los Seahawks, que destrozaron a la defensa de los Patriots por tierra y por aire, demostrando que los Patriots de Brady no son ni mucho menos invencibles.

El duelo entre la defensa de Seattle y el ataque de New England prometía ser intenso. El primer golpe lo propinó la ofensiva local, marchando 75 yardas por el campo y anotando un touchdown en el drive inaugural mediante el enrachado LeGarrette Blount. La otra cara de la moneda enfrentaba a un ataque con una línea ofensiva cuestionable y una defensa acusada de rendir por debajo del talento que se le asume, además de tener que suplir la baja de Jamie Collins, tradeado a los Browns hace dos semanas.

El ataque de Seattle se impuso rápidamente, y en pocas jugadas se plantó en la red zone. Así lo hicieron en dos drives consecutivos, separados por un tres y fuera forzado por su defensa. Sin embargo ambos drives acabaron en field goal, ya que la defensa de New England se mostró cómoda jugando cerca de su end zone. No fueron capaces de aguantar una tercera vez, ya que tras otro drive sin puntos del ataque dirigido por Brady.

Los chicos de Pete Carroll encontraron la zona de anotación con un pase de Wilson a Baldwin. Los Patriots, al menos, bloquearon el PAT, dejando el marcador en 12-7.

En el siguiente drive los Patriots se vieron obligados a forzar, y una jugada extendida en exceso por parte de Brady dio al traste con su impecabilidad cuando fue interceptado por Shead en una mala decisión de pase del veterano quarterback. No pudieron sacar puntos del turnover, y a la siguiente los locales no perdonaron. Ayudados por una inexistente falta en defensa por facemask en una jugada entre Edelman y Sherman, recorrieron todo el campo y de nuevo Blount fue el encargado de coronar el drive, esta vez con toda la defensa de Seattle colgando de su cuerpo.

Con apenas un minuto para el descanso, y de la misma forma que sucedió en aquella Super Bowl, los Seahawks armaron una secuencia ofensiva rápida que acabó con Wilson encontrando a Baldwin, más solo que la una, en la línea de gol mediante un pase largo. Las secuencias de defensa preventiva de los Patriots solo estaban sirviendo para regalar yardas al ataque rival, que encontraba huecos en la defensa zonal con una facilidad pasmosa. No ayudaba a la causa de New England que su pass rush fuese incapaz de presionar a Russell Wilson, que con tiempo y espacio se marcó un partido para enmarcar. Los Seahawks son de empezar a arrasar en la segunda mitad de temporada. Ya están empezando a calentarse.

Las secuencias de defensa preventiva de los Patriots solo estaban sirviendo para regalar yardas al ataque riva

Al comienzo de la segunda parte la defensa de New England forzó un rápido tres y fuera. Al recuperar el balón, en una de las jugadas del drive ofensivo, Chancellor impactó con el casco en la rodilla de Brady, que quedó doliéndose de la acción. No fue a más la cosa, ya que poco después un pase de 30 yardas a Edelman en 3&25 posibilitó que Blount anotase su tercero de la noche. Seattle respondió rápidamente, pero otra vez tuvieron que conformarse con un field goal, dejando el marcador en 22-21 para los visitantes.

Tras un field goal anotado por la ofensiva de New England, los Seahawks se plantaron en la línea de gol. Allí, en segundo down, Prosise -el running back de Seattle- quiso romper el plano vertical desde la yarda 1, y parecía que lo tenía, pero los árbitros denegaron la anotación. Carroll pidió el challenge, pero los árbitros no encontaron evidencia de que fuese touchdown. Tuvieron que conformarse con otro field goal, el enésimo de la noche.

A partir de ahí el partido se volvió loco. Cyrus Jones, retornador local, recogió el kickoff posterior a la anotación y lo llevó más allá de medio campo, para una vez allí cometer un fumble. La suerte sonrió a los Patriots y Nate Ebner se hizo con el ovoide, dejando a su ataque en field goal range. Poco después Edelman recibía un pase de Brady y, luchando por yardas como tan habitualmente vemos en él, perdió el balón en una gran jugada de Chancellor. Con el balón en su poder, Seattle marchó todo el campo con mucha facilidad -como estaba siendo habitual- y coronó el drive con un pase de Wilson a Baldwin, ante la pasividad de la secundaria, bajo los postes. Estando siete arriba y a falta del PAT, por alguna extraña razón, Carroll decidió ir a por dos. Anotar el punto extra habría supuesto una ventaja de ocho puntos, y de fallar la conversión de dos puntos estarían dando una muy buena oportunidad a New England de igualar el marcador. El propio Belichick, en el banquillo, preguntaba: "¿Por qué van a por dos?". La jugada no tuvo éxito y los Patriots recibirían el balón estando siete puntos por debajo, con algo más de dos minutos y la oportunidad de empatar el partido.

Tom Brady, acostumbrado a estas situaciones, puso a su equipo en la yarda uno de Seattle, con cuatro ocasiones de empatar. La defensa da Seattle, sin embargo, no estaba dispuesta a ceder, y forzó una situación de cuarto down y gol en la yarda uno. El partido se iba a decidir en esa jugada. Brady recibió el snap y buscó a Gronk, que en plena pugna con Chancellor en la end zone no fue capaz de alcanzar el balón. El estadio pidió interferencia defensiva, pero ningún árbitro se movió. ¿Existió contacto? Sí, por supuesto. Pero fue por ambas partes. En posteriores declaraciones ambos conjuntos compartieron merecidos elogios y quitaron hierro a la última jugada del encuentro.

La victoria de Seattle los coloca con un balance de 6-2-1, segundos en la NFC y líderes de una división que parecen tener bajo control. La derrota de New England no altera mucho su situación, a pesar del balance de 7-2 siguen siendo líderes de su conferencia y de su división. Seattle recibirá la próxima jornada a los Philadelphia Eagles y buscará alimentar la inercia ganadora. New England, por su parte, tendrá que lamerse las heridas en el avión, porque se enfrentarán a los San Francisco 49ers en el Levi's Stadium de Santa Clara, California. Si los Patriots quieren empezar el mes de febrero levantando el Trofeo Lombardi en Houston tendrán que empezar a despejar los interrogantes de su defensa.