El final de la temporada ha llegado ya para unos Chicago Blackhawks a los que no pocos pronósticos ponían en la final por la Stanley Cup o incluso como campeones, añadiendo otro título junto a los recientes de 2010, 2013 y 2015. Pero lejos de eso, han sido eliminados en primera ronda, y además con contundencia por sus rivales, los Nashville Predators, que con el octavo registro de la conferencia oeste, han ganado en cuatro partidos a la cabeza de serie número uno.

No solo por el récord general de la temporada, el particular con un 4-1 a favor de los de Chicago, les daba un papel de favoritos, que la realidad se ha encargado de destrozar entregando el papel de dominadores a unos Predators que no han dado ni respiro ni cuartel a sus rivales llevándose brillantemente la serie.

Cuándo una temporada acaba con las palabras “fracaso” y “decepción” saliendo de las bocas de los protagonistas y de los fans, la siguiente palabra en aparecer es “responsable” y por supuesto hace que aparezcan las dudas sobre el futuro.

Tras la eliminación, Toews afirmó que simplemente no entraron en juego, hecho que asumió como cierto Joel Quenneville y del que se hizo responsable al afirmar: “No creo que ninguno diera lo que se esperaba de él. No competimos al nivel que era necesario. Me responsabilizo como entrenador, de no dar con la tecla necesaria. No cumplimos con nuestro trabajo”.

Aparte de lo que se le pueda reprochar al equipo de Chicago, está claro que por encima está el mérito de Peter Laviolette y sus muchachos que han planteado una serie intensa, yendo al choque constantemente, dificultando y bloqueando los tiros de sus rivales que no terminaban de tener disparos claros que facilitaron el trabajo de un Pekka Rinne que ya de por si en estado de gracia, solo encajó tres goles en toda la serie.

Porque así es, un equipo con jugadores de tremendo talento como Patrick Kane, Jonathan Toews, Artemi Panarin o Marian Hossa, solo ha marcado tres goles en cuatro partidos.

¿Es el fin de una era?

Acabada la temporada en el hielo, empieza el momento de los despachos, del análisis profundo de una temporada que ha finalizado con sabor amargo y el aún más importante trabajo de construcción del equipo de cara a la siguiente temporada y que nos lleva a la pregunta de si esta estructura actual tiene todavía potencial ganador o si ya ha dado todo lo que tenía.

Justo detrás de una eliminación, y además tan merecida y contundente, cuesta trabajo pensar que espera un futuro brillante a un equipo. Y hoy sábado, Stan Bowman, el general manager, no ha disimulado su frustración y enfado con esta eliminación, en una alocución de poco menos de dos minutos en el día de limpieza de las taquillas (locker cleanout day) en la que ha pronunciado por tres veces la palabra "inaceptable". En esas mismas declaraciones ha afirmado que habrá cambios importantes de cara al año que viene, aunque eso no incluirá un cambio de entrenador. También ha prometido una mejor versión de sí mismo de cara al futuro.

Esos cambios se irán gestando a medida que avance la pretemporada, y junto a cosas positivas que se han visto en la temporada regular, permitirían seguir pensando que los Blackhawks serán en la temporada 2017-2018 protagonistas en positivo de la NHL

Aparte de la línea mágica Panarin-Anisimov-Kane, por fin Jonathan Toews parece haber encontrado compañeros de batalla en Richard Panik y Nick Schmaltz, con lo que la primera línea ha dejado de ser un lugar de ida y vuelta en el que nadie parecía encajar con el capitán del equipo.

Una plantilla que en muchos momentos de la temporada ha contado con seis jugadores novatos entre los convocados, ha marcado el mejor récord de la conferencia oeste, y en ese viaje ha habido casos como los de Nick Schmaltz o sobre todo Ryan Hartman que han dado un salto de madurez y adaptación enorme a la NHL. El año que viene, esos jugadores con más experiencia, es de esperar que den más de sí.

Pero no solo los jóvenes que están ya en plantilla, por detrás vienen otros como Alex de Brincat que está firmando una temporada espectacular en la OHL.

Y por último, destacar que la habitual sangría de agentes libres que se ha producido en el equipo los últimos veranos, y que por ejemplo el año pasado se llevó a un excelente Teuvo Teravainen camino de Carolina, este año no se cebará con ninguna pieza clave o prometedora del equipo, ahorrando unos cuántos dolores de cabeza a un Bowman, que cada pretemporada se ve con el arduo problema de encajar las piezas emergentes del equipo en el límite salarial.

Sin duda alguna, el tándem Bowman-Quenneville tiene una tarea difícil, pero tienen la habilidad suficiente para que este tropiezo, pueda ser el primer paso del camino para levantar la Stanley Cup de 2018.