Cuando Eliud Kipchoge se recuperó, en Monza, minutos después del tremendo desgaste que le significó correr a 2:51 por kilómetro durante dos horas y veinticinco segundos, se le preguntó por qué pensaba él que había estado tan cerca de lograr el objetivo de correr 42 kilómetros y 195 metros debajo de los 120 minutos: “Sencillamente porque soy humano, di todo lo que tenía de mí, el máximo, pero soy humano”. Meses antes, entre Addis Abeba e Italia, Renato Canova, ex-entrenador de Bekele, en una entrevista con el blog LetsRun afirmó que el récord mundial de Dennis Kimetto podría rebajarse en más de 20 segundos, es decir, más precisamente en 02h02m30s. En esa discusión puso como indicados a los previsibles Kipchoge, tercer mejor registro histórico en la distancia con 02h03m05s en Londres 2016; y Bekele, que en Berlín 2016 y contra todos los pronósticos paró su crono en 02h03m03s, a seis segundos del récord de Kimetto. Sólo para dimensionar la altura de la gesta de Kipchoge, correr por debajo de las dos horas significa rebajar en siete segundos por kilómetro el actual récord de Kimetto, con una capacidad aeróbica máxima (consumo de VO2) del 90%.

Tal vez por la ágil y suntuosa campaña de marketing de Nike, que además de asegurarle a Kipchoge el futuro económico movilizó recursos técnicos y elaboró un minucioso estudios biológico-fisiológico para nada despreciable de cara al futuro, la discusión se desvió y el récord del mundo quedó al margen. El potencial récord de Monza, no homologado por la IAAF por las características del circuito, sus veinte metros por debajo del nivel del mar, las veintitrés liebres simultáneas y el coche Tesla cortando el viento quedó en los libros de fantasías y lo fáctico volvió a tomar relevancia. En el medio pasó el Mundial de Atletismo de Londres, con Bekele auto excluido aduciendo su baja en el estado de forma y Kipsang. Wilson, que después de haber sido segundo en aquella excelsa carrera berlinesa del año 2016, con el cuarto mejor registro histórico con 02h03m13s igualando a Emmanuel Mutai el día del WR de Kimetto, fue el primero en confirmar su participación en Berlín 2017. Apenas horas después lo hizo Kipchoge y en agosto, frente a todas las suposiciones, lo hizo Bekele, que aseguró que se encuentra bien para intentar el récord del mundo. Kenenisa, que trabaja ad honorem como conejillo de indias en el proyecto Sub2h del fisiólogo griego Yannis Pitsiladis, vuelve al ruedo después de su segundo puesto en el maratón del mundial de Londres 2017 y un abandono en enero en Dubai (después de caerse en la largada), también de este año.

Berlin 2017 no sólo enfrentará a tres de los mejores atletas de todos los tiempos (en esa lista podríamos incluir, claro, a Haile, a Bikila y a tantos otros), sino que además vuelve a poner en foco la verdadera causa del ser humano por estos tiempos, intentar rebajar el récord mundial. Sólo para mencionar algunas de sus conquistas, Kipsang, además de lograr el récord mundial en 2013 con sus 02h03m23s, ganó siete maratones, incluyendo a Frankfurt dos veces, Londres, Berlín, Nueva York y Tokio, corriendo cuatro veces por debajo de las 2:04 y ocho veces por debajo de las 2:05. Dato no menor: este año en la capital nipona volvió a correr por debajo de las 2:04, más precisamente en 02h03m58s. Kipchoge, medalla de bronce en los cinco mil metros de Atenas 2004, bronce en el Mundial de Beijing en la misma distancia y Campeón Olímpico en Río 2016, ya en maratón. Ganó siete de las ocho maratones que corrió, de las cuales tres fueron Majors (En Berlín repitió). Bekele, que posee los récords mundiales en cinco (12:37:35) y diez mil metros (26:17:53) en pista y fue campeón de cross country diez veces, en su pase a la ruta consiguió un quinto puesto en Chicago, un primer puesto en Berlín y un segundo y tercer puesto en Londres, el último este año detrás del jóven Wanjiru. Pero además, pocos pueden ostentar la tenacidad con la que Kenenisa encaró su última etapa como atleta. Se rompió el tendón de aquiles y con el resto de su cuerpo endeble por la exigencia de la pista, comenzó una recuperación casi milagrosa junto a Pitsiladis, que convenció a su manager, Jos Hermens, de reclutarlo para su proyecto. Casi con seguridad y con las estadísticas que lo avalan, a sus 35 años es el mejor fondista de la historia.

Frente a la quimera de las dos horas, el récord mundial de Kimetto vigente desde 2014 está al caer, no sólo por el presente de Kipchoge y Kipsang o el prontuario de Bekele, sino también por las tradicionales y auspiciosas condiciones en que se desarrollará el maratón de Berlín, el próximo 24 de septiembre. A sus habituales características climáticas promediando los diez grados durante toda la carrera, de circuito con pocas curvas, se suman las liebres que seguramente recorrerán los primeros 30 kilómetros junto a los atletas. En el terreno de la conjetura, Bekele tiene suficiente ataque para destrozar a cualquier crono si llega bien al final y una biomecánica que lo favorece, pero dejará que en primer lugar el gasto corra a cargo de Kipsang y Kipchoge, tirados por las liebres con Sammy KitwaraGeoffrey Ronoh y Gideon Kipketer a la cabeza. En Berlín, hace poco menos de un año, registró sus mejores parciales a partir del kilómetro treinta incluso después de haber sufrido algunos problemas estomacales. Kipchoge es casi siempre progresivo, prolijo y con una mentalidad titánica e inclaudicable que le ha resultado prácticamente invencible. El 26 de abril de 2016, corrió hasta el kilómetro 30 por debajo del récord del mundo por una diferencia positiva de ocho segundos. Se cayó a partir del kilómetro 35, donde promedió sus peores parciales aunque en el 40, sin registrar ninguna merma aparente, se lanzó a restar la diferencia de casi 20 segundos que tenía hasta ese momento con el WR, lo que indica su nivel de conciencia y estímulo en grandes exigencias. Kipsang tendrá a su favor que, por primera vez, será el underdog de la competencia, el que nada tiene que demostrar, un actor de reparto que por historia tiene suficientes laureles para quedarse con la carrera y el récord mundial.