Cada equipo de la NFL está compuesto por 53 jugadores. De esos 53, hay 11 titulares por lado de la cancha. Y cada equipo tiene su súper estrella, o varias de ellas. Estos jugadores de calibre Pro Bowl generalmente son un arma de doble filo, porque a veces sus franquicias se convierten en dependientes de su rendimiento deportivo.

Este primer párrafo de análisis busca llegar a la conclusión de que el fútbol americano, como muchas otras disciplinas, es un deporte de equipo. O sea que las franquicias de la NFL funcionarán mejor con un plantel completo que siendo dependientes de un jugador realmente bueno.

Pero, ¿Qué pasa cuando por ejemplo hablamos de un jugador como Aaron Rodgers? ¿O JJ Watt? En el caso del mariscal de Green Bay, es un enigma. Rodgers es claramente uno de los mejores QBs de este siglo, y tal vez le falte un anillo para entrar entre los diez mejores en la historia de su posición. Los Packers tienen en el producto de la Universidad de California a un jugador que puede definirte fácilmente un partido. En las últimas semanas, se confirmó que el MVP del Super Bowl XLV se fracturó la clavícula. En los controles quedó Brett Hundley, quien no pudo con los Saints en su primer partido como titular. Como se dijo, el caso Rodgers es particular, porque se trata del que dicta las órdenes de una completa ofensiva.

Ahora, pasemos al caso de JJ Watt. Los Texans son claramente una de las revelaciones de la campaña con el novato Deshaun Watson en los controles. Eso es del lado ofensivo, pero del defensivo no han encontrado una manera de parar a sus rivales. Más allá de que es un equipo con mucho talento, Houston ha dependido pura y exclusivamente de la ofensiva para ganar partidos. JJ Watt se fracturó la tibia a principio de octubre y se perderá el resto de la temporada. Las noticias que no querían escuchar en Houston, donde la unidad defensiva no puede recobrar una buena moral para detener a sus contrarios, a pesar del talento mencionado. No es la primera lesión que termina la temporada del tres veces mejor jugador defensivo, ya que en 2015 solo jugó tres partidos antes de operarse de la espalda. Los Texans también pierden el resto del año a Whitney Mercilus, un LB que ha sido de vital producción en el pass rush de Houston.

Otra de las súper estrellas lesionadas es una mucha mucho más joven que los antes mencionados. Odell Beckham Jr. se partió el tobillo ante los Chargers, en un partido en el que los Giants perdieron a todos sus receptores titulares. El ex receptor de LSU podría perderse el resto de la temporada, y esas no son buenas noticias para New York. OBJ se ha convertido en uno de los mejores receptores de la NFL y en el arma confiable de Eli Manning. A pesar de que es la primera lesión grande que tiene el chico elegido en primera ronda en 2014 por los Giants, no será la primera vez que se pierda tiempo considerable fuera del terreno de juego, ya que ha afrontado varias suspensiones en su corta carrera. Los Giants lograron ganar de alguna manera después de arrancar 0-5, pero fue gracias a que Manning explicó en la cancha porque cobra tanto.

Las estrellas de muchos equipos se van apagando. En este deporte la edad suele pasar factura con las lesiones. Algunas repetidas (como Luke Kuelchy con los Panthers y los problemas con las conmociones) y otras sorpresivas (como la de Beckham). Lo que desnudan estas lesiones es la dependencia de los equipos a ciertos jugadores, cosa que para que un deporte en equipo como éste, no es para nada bueno.