Cuando se habla de los New York Giants uno se refiere a uno de los equipos legendarios de la NFL, uno de esos nombres que impone respeto y que normalmente siempre es contendiente por el título. Incluso en su peor temporada de la actual era de la NFL su récord era de 4-12 y para encontrar un porcentaje peor de victorias y derrotas solo existe un caso, el año 1966. Un equipo que tiene noventa y dos años solo ha tenido una temporada peor que esta.

El culpable como, se ha repetido varias veces, es Ben McAdoo, el cual ha convertido en desastroso uno de los ataques más ilusionantes del año. El drafteo de Evan Ingram y la contratación de Brandon Marshall eran la base para formar junto con Sterling Shepard y Odell Beckham JR el mejor cuerpo de receptores de la NFL. ¿Pero que se necesita más alla de un buen QB y un buen cuerpo de receptores? Juego de carrera y una línea competente.

La línea con nombres propios de película de miedo como Ereck Flowers fue incapaz de proteger a absolutamente nadie, y la carrera con Darkwa y Perkins nunca ha conseguido superar las expectativas. En una liga como la NFL es necesario abrir al menos un mínimo de juego de carrera para evitar dobles y triples coberturas en el pase, pero si además se lesionan los mejores jugadores la tarea es imposible.

Con Odell Beckham Jr roto en la tercera jornada y Sterling Shepherd lesionado, el equipo sencillamente colapsó en ataque, haciendo pocas yardas y siendo incapaces de dar descanso a la defensa, la cual acabó destrozada después de la octava jornada a pesar del buen entrenamiento de Spagnuolo, con una falta también en varios momentos de más pass rushers, lo cual lleva a otro problema.

Las decisiones de la Front Office llevan siendo dudosas años, pero desde el drafteo de Odell Beckkham se les ha olvidado cómo actuar. No hicieron caso a Tom Coughlin cuando pidió línea ofensiva y el equipo sigue arrastrando problemas graves en el lugar donde hay que arrancar el ataque. En defensa el mejor línea sigue siendo Jason Pierre-Paul, lo cual es signficativo de que no hay un relevo generacional del equipo que fue campeón hace ya cinco años.

Sin Eli Manning el año que viene es hora de pensar en que Nueva York va a dejar de ser por completo el equipo que conocemos, arrancando una nueva era para la franquicia. Falta saber si David Webb va a tener su oportunidad en la última jornada, qué hará el equipo azul con su segunda posición en el draft (seguramente draftear a otro QB) y especialmente si cortarán o no a Eli. Pero definitivamente Nueva York ha entrado en un periodo de transición que no se había vivido en la era moderna. Habrá que ver si crece o si por desgracia se transforma en otra de las franquicias fallidas de los últimos años.