Tras una increíble remontada la semana pasada, los Minnesota Vikings volvieron a caer en un partido de playoff antes de llegar a la que hubiese sido su primera Superbowl desde 1978. Los Eagles por otro lado consiguieron demostrar el porqué se merecen un puesto en la gran final a pesar de la falta de Carson Wentz, suplida de forma excelente por parte de un Nick Foles en estado de gracia.

A pesar de un extraordinario primer drive del ataque de Minnesota con Keenum consiguiendo conectar con sus receptores, el partido acabó ahí para los Vikings. El siguiente ataque fue una intercepción provocada por Chris Long tocando el brazo de Case, anotando los Eagles sus primeros puntos del partido. Tras ello la defensa de Minnesota desapareció, permitiendo que Blount les masacrase con una espectacular carrera de más de diez yardas acabando con bloqueos con mucha facilidad

El ataque de Minnesota a partir de ese momento embarrancó y fue incapaz de reponerse. Tras dos punty en el primer drive decente desde el inicial un mal bloqueo permitió un fumble para Keenum que desembocó en un balón para los Eagles, los cuales no lo desaprovecharon con un maravilloso pase de Foles para Jeffrey sorprendiendo por completo a una defensa de Minnesota que estaba totalmente destrozada.

Pero la primera parte no pudo terminar sin un ataque más de Minnesota siendo totalmente parado y un ataque muy fino de Foles con Ertz que permitió al equipo local colocarse en las últimas veinticinco yardas y anotar un Field Goal que demostró que los Vikings ni estaban, ni se les esperaba ni aparecerían como se vio en la segunda parte.

El show de Foles

Y es que la segunda parte arrancó exactamente igual que la primera, con Nick Foles disfrutando como un niño pequeño de pases de más de treinta yardas quemando sin ningún tipo de problemas a Harrison Smith y anotando otro touchdown más para celebración de una afición de Philadelphia que no podía siquiera creerse como una de las mejores defensas de la liga se evaporaba como un azucarillo.

Keenum trató de demostrar al menos que los Vikings tenían un mínimo de orgullo y peleó cada down como si fuese el último, arriesgando en cada balón y evitando sacks a pesar de que incluso Elflein acabó lesionado, provocando un cambio en una OL que ya estaba sufriendo bastante. El drive después de casi ochenta yardas acabó en un touchdown bien anulado por los árbitros que le dio el balón a los Eagles en su propia yarda del ocho.

El siguiente drive y su resultado no sorprenderá a nadie, otro pase de Foles larguísimo para un touchdown que puso el 38-7 en el marcador y el partido se calentó. Con el público imitando los cánticos de Minnesota y riéndose del Skol, varios jugadores de los Vikings perdieron la cabeza y el partido se transformó en una constante de rencillas y enganchones entre ambos equipos que no aportó nada al partido y que solo sirvió para que el tiempo fuese poco a poco pasando sin ningún tipo de esperanza de absolutamente nada.

Otra intercepción a Keenum, más risas por parte de la grada, más comentarios sarcásticos sobre Minnesota por Twitter y los minutos se sucedieron sin que Minnesota siquiera tuviese opción de un touchdown. Pasan los años, los jugadores, los entrenadores y las dinastías, los Vikings siguen en su pozo de tristeza donde los aficionados acaban creyendo que lo más bonito que van a ver nunca son pequeños logros que parecen dignos de los Cleveland Browns.

Por otro lado los Eagles creyeron en sus opciones y ahora mismo se encuentran en una posición privilegiada para resarcirse de su última aparición en una Superbowl, donde perdieron contra los mismos Patriots hace ya trece años. Philadelphia sueña con ir a Minnesota y Minnesota vuelve a casa totalmente destrozada.

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